Sabido es que motivación es "tener motivos"; con lo cual, la comunicación interna se convierte en una aliada estratégica para que esos "motivos" circulen entre los colaboradores, estimulen adhesiones y por sobre todo, garanticen la sostenibilidad del programa dentro de la organización.

De acuerdo a lo que indican los expertos en el desarrollo e implementación de planes de voluntariado corporativo, existen "requisitos mínimos" para que estos programas sean legítimos y prosperen.  Entre otros, contar con el compromiso y el involucramiento de la alta dirección de la empresa, disponer de un buen clima laboral sobre una base real de confianza y contar con una adecuada estrategia de comunicación interna, apoyada sobre verdaderos canales de diálogo y participación.   

Garantizados los dos primeros, la comunicación y el  diálogo interno resultan vitales. En este sentido y enmarcada en la estrategia de comunicación de la empresa, se debe pensar en un Plan ad hoc. Como todo Plan de Comunicación deberá tener objetivos específicos, requerirá definición de ejes y mensajes,  canales y soportes adecuados, calendarización de actividades y un presupuesto determinado. Un punto no menor son los públicos, ya que aún en una misma organización, de acuerdo al tipo de actividad que ésta desarrolle los públicos pueden ser muy variados.  

Para que el Plan resulte exitoso deberá diseñarse como un "traje a medida". Esto es personalizado y a partir de un estudio de las necesidades de la organización y sus circunstancias específicas.  No son válidos los planes estándar ni las acciones aisladas. Además,   para alcanzar resultados, la comunicación necesita tiempo.

Cada empresa tiene sus propios canales de comunicación interna y sobre ellos versará la elección de los más adecuados para comunicar las acciones del programa de voluntariado. No obstante ello, es clave  tener en cuenta que el éxito en la convocatoria y el reclutamiento de voluntarios está directamente relacionado con qué se comunica y cómo, adecuando los mensajes y las propuestas de participación a las posibilidades reales de cada una de las áreas y las personas de la empresa. Como se estableció anteriormente, el compromiso de la alta dirección deberá ser palpable tanto en participación efectiva como en mensajes concretos: de estímulo, convocatoria y   agradecimiento. Una carta del máximo directivo de la organización dirigida a todo el personal convocando a participar en las acciones definidas; contar con su presencia proactiva in situ y  elaborar una comunicación posterior agradeciendo a todos los que participaron y compartiendo los logros alcanzados, será sin duda un gran punto de partida. Pero también se requerirá de una escucha activa y la capacidad de respuesta ante el feedback recibido por parte de los participantes. En un Plan de Comunicación la flexibilidad es un factor clave. Así,  siendo partícipes activos y escuchando los aportes de mejora, se logrará empatía y continuidad por parte de los colaboradores. A su vez, esto dará lugar a un ¨boca a boca¨ genuino que generará contagio y multiplicará adhesiones.   

Elegir los canales adecuados, crear una identidad propia del programa, elaborar contenidos que emocionen y diviertan, compartir fotos, videos y testimonios de los protagonistas, entre otros recursos, harán a la comunicación atractiva, multiplicadora y convocante. Está comprobado el orgullo de pertenencia y la empatía que genera un significativo programa de voluntariado. Bien gestionado puede convertirse, además, en una gran ventaja para la empresa, favoreciendo la cohesión de los equipos, incrementando su rendimiento, productividad y por ende la consecución de los objetivos empresariales. Para todo ello, la comunicación es sin dudas la mejor aliada.

(*) Consultora en Comunicación Empresarial y Responsabilidad Social Empresaria. Directora de Estudio
de Comunicación Argentina. Co‐autora de “Nueva Comunicación Interna en la Empresa”, libro que reúne la experiencia de la consultora en distintos países en los que está presente.