La economía colaborativa pone en valor activos que se utilizan poco y que están almacenados la mayor parte del tiempo, devolviéndoles la vida y el uso.

Es una nueva forma de consumir compartiendo, que con la crisis económica y social hace que para muchas personas sea una necesidad urgente, y para otras sea la manera de vivir en un planeta de recursos limitados. Todas ellas pueden conectarse y colaborar apoyándose en las posibilidades de internet, creando nuevas redes de confianza que hagan que las iniciativas sean viables.

Este joven movimiento del consumo colaborativo se ha vuelto popular en Aragón. En el informe encontramos ejemplos de consumo colaborativo basado en productos en el que se paga un precio por el uso de un producto sin necesidad de comprarlo. De esta manera se reduce la huella ecológica de los productos asociada a la fabricación.

Algunos ejemplos incluyen empresas que se dedican al intercambio de casas para vacaciones, alquiler de coches por horas, solicitud de servicios de taxi que se puede compartir, o transporte de mercancías compartido para reducir los viajes de retorno vacíos de la flota.

También se difunden experiencias de consumo colaborativo de mercados de redistribución: son iniciativas que redistribuyen los bienes usados desde donde no se necesitan hasta donde sí los necesitan. Un buen ejemplo son las tiendas A Todo Trapo de Cáritas, las tiendas de segunda mano como El Desván, ZsaZsaZsú, Cash Converter, Tiendas Rastro Reto, los Mercados de Trueque o experiencias como Esenzia que alquila parte de su escaparate a otros proyectos.