La gestión humanista y ética en el contexto capitalista actual

12.07.2011 | Gestión

¿Qué creemos los argentinos respecto de nuestros ámbitos laborales en el marco de un contexto mundial globalizado que nos condiciona política, económica y socioculturalmente y se retroalimenta vía los medios de comunicación? ¿Pensamos que los modelos de gestión están comprometidos con el desarrollo humano o será que la responsabilidad social empresarial es sólo una moda? ¿Cómo lograr un equilibrio entre la vida laboral y personal? Por la Dra. María Andrea Genoud, profesora titular del Departamento de Administración y Recursos Humanos de UADE.


 

En el marco de la concreción de la tesis doctoral en Sociología del trabajo, en UADE se realizó una investigación cualitativa, acerca de éstos y otros de los principales interrogantes. El estudio mostró de qué manera el “conocimiento de sentido común” revela las particularidades de nuestra coyuntura social y laboral (Berger y Luckmann, 1997). De hecho, nuevamente pone en evidencia que el esfuerzo globalizador por homogeneizar a quienes habitamos la aldea global es paradójico, ya que despierta particularidades que deberían ser consideradas si realmente queremos conseguir un mundo más justo (Sen, 2002); de igual forma, al “dar voz a los entrevistados”, sin sujetarlos de manera reduccionista a opciones de respuestas, éstos corroboran la búsqueda del “work balance” entre el plano laboral y personal, puntualizando (casi con claridad académica) caminos para viabilizar medidas de gestión más eficaces y responsables.
¿Experimentamos que los modelos de gestión son “flexibles”, acorde lo plantean los libros de Administración extranjeros y nacionales? ¿Creemos que el conocimiento nos vuelve recursos humanos más valiosos? ¿Pensamos que los modelos de gestión están comprometidos con el desarrollo humano? ¿Cómo repercuten esas imágenes en nuestras actitudes, valores y comportamientos dentro y fuera de las empresas?
Los resultados indican que las organizaciones centran el interés en el logro de objetivos planeados. Las personas describen imágenes respecto a sus empresas próximas al “mecanicismo” o a esquemas intermedios en oposición a los modelos versátiles, flexibles y descentralizados que se promueven en los libros de textos de Administración (usualmente importados de realidades diferentes).
Los entrevistados durante el estudio poseen poca claridad respecto a sus funciones y a las ajenas. Además, independientemente de la jerarquía que ostenten, revelan que no poseen alto grado de autonomía en sus puestos de trabajo. De igual forma, manifestaron que la libertad para ser creativos, seleccionar procedimientos o criterios para fijar objetivos, resulta escasa. Los conflictos se centran en el plano de las relaciones interpersonales y la vía jerárquica es el medio usual para resolver cualquier obstáculo.
Para los entrevistados existe una gran diferencia entre el “estar alineado” y el “estar comprometido” con los objetivos de las empresas. Además, indican que la participación no implica poder de decisión en los mandos medios y el conocimiento pesa menos que el poder político. Por otra parte, los entrevistados descreen que los empresarios estimulen prácticas comprometidas con la responsabilidad social corporativa. En este sentido, queda claro que debemos profundizar un trabajo integral con miras a desarrollar modelos de gestión realistas que integren a nuestros stakeholders internos.
En el plano personal, el trabajo es un valor central, aunque se prioriza el salario y las condiciones en las que se concreta, mientras se minimiza la búsqueda de prestigio. El temor estructural a la pérdida del mismo dificulta la proyección de los intereses de carrera; las personas se esfuerzan por defender el tiempo interno versus un tiempo oficial que impone metas y urgencias. La honestidad es un ítem de valor que se ubica como algo deseado en el plano personal pero no necesariamente en el resto de los ámbitos.
En función de estas observaciones, pese a la evidente fuerza integradora que caracteriza a la globalización y a su consecuente efecto homogeneizador, es importante escuchar estas reflexiones pues revitalizan la posibilidad de generar un diagnostico más realista, con miras a propiciar prácticas laborales que respondan a demandas propias de nuestro contexto, más allá de cuán globalizados estemos.
Nada se convierte en realidad si no tiene una inscripción cultural previa en la mente de los individuos; el éxito o fracaso de las políticas, los modelos o enfoques, depende del modo en que son avalados por los individuos; al indagar las representaciones sociales acerca de los ámbitos laborales, intersectamos lo macro y lo micro, la acción y la estructura, lo individual y lo colectivo, sin descuidar el particular contexto histórico y más allá de cuán globalizados estemos.

En el marco de la concreción de la tesis doctoral en Sociología del trabajo, en UADE se realizó una investigación cualitativa, acerca de éstos y otros de los principales interrogantes. El estudio mostró de qué manera el “conocimiento de sentido común” revela las particularidades de nuestra coyuntura social y laboral (Berger y Luckmann, 1997). De hecho, nuevamente pone en evidencia que el esfuerzo globalizador por homogeneizar a quienes habitamos la aldea global es paradójico, ya que despierta particularidades que deberían ser consideradas si realmente queremos conseguir un mundo más justo (Sen, 2002); de igual forma, al “dar voz a los entrevistados”, sin sujetarlos de manera reduccionista a opciones de respuestas, éstos corroboran la búsqueda del “work balance” entre el plano laboral y personal, puntualizando (casi con claridad académica) caminos para viabilizar medidas de gestión más eficaces y responsables.

¿Experimentamos que los modelos de gestión son “flexibles”, acorde lo plantean los libros de Administración extranjeros y nacionales? ¿Creemos que el conocimiento nos vuelve recursos humanos más valiosos? ¿Pensamos que los modelos de gestión están comprometidos con el desarrollo humano? ¿Cómo repercuten esas imágenes en nuestras actitudes, valores y comportamientos dentro y fuera de las empresas?
Los resultados indican que las organizaciones centran el interés en el logro de objetivos planeados. Las personas describen imágenes respecto a sus empresas próximas al “mecanicismo” o a esquemas intermedios en oposición a los modelos versátiles, flexibles y descentralizados que se promueven en los libros de textos de Administración (usualmente importados de realidades diferentes).

Los entrevistados durante el estudio poseen poca claridad respecto a sus funciones y a las ajenas. Además, independientemente de la jerarquía que ostenten, revelan que no poseen alto grado de autonomía en sus puestos de trabajo. De igual forma, manifestaron que la libertad para ser creativos, seleccionar procedimientos o criterios para fijar objetivos, resulta escasa. Los conflictos se centran en el plano de las relaciones interpersonales y la vía jerárquica es el medio usual para resolver cualquier obstáculo.

Para los entrevistados existe una gran diferencia entre el “estar alineado” y el “estar comprometido” con los objetivos de las empresas. Además, indican que la participación no implica poder de decisión en los mandos medios y el conocimiento pesa menos que el poder político. Por otra parte, los entrevistados descreen que los empresarios estimulen prácticas comprometidas con la responsabilidad social corporativa. En este sentido, queda claro que debemos profundizar un trabajo integral con miras a desarrollar modelos de gestión realistas que integren a nuestros stakeholders internos.

En el plano personal, el trabajo es un valor central, aunque se prioriza el salario y las condiciones en las que se concreta, mientras se minimiza la búsqueda de prestigio. El temor estructural a la pérdida del mismo dificulta la proyección de los intereses de carrera; las personas se esfuerzan por defender el tiempo interno versus un tiempo oficial que impone metas y urgencias. La honestidad es un ítem de valor que se ubica como algo deseado en el plano personal pero no necesariamente en el resto de los ámbitos.

En función de estas observaciones, pese a la evidente fuerza integradora que caracteriza a la globalización y a su consecuente efecto homogeneizador, es importante escuchar estas reflexiones pues revitalizan la posibilidad de generar un diagnostico más realista, con miras a propiciar prácticas laborales que respondan a demandas propias de nuestro contexto, más allá de cuán globalizados estemos.
Nada se convierte en realidad si no tiene una inscripción cultural previa en la mente de los individuos; el éxito o fracaso de las políticas, los modelos o enfoques, depende del modo en que son avalados por los individuos; al indagar las representaciones sociales acerca de los ámbitos laborales, intersectamos lo macro y lo micro, la acción y la estructura, lo individual y lo colectivo, sin descuidar el particular contexto histórico y más allá de cuán globalizados estemos.