La huella de carbono podría agravar la vulnerabilidad del comercio

25.04.2011 | Articulos de opinion

El papel de la huella de carbono como instrumento de los países desarrollados para mitigar el cambio climático es cada vez más relevante, pero sus posibles consecuencias sobre el comercio en América Latina están lejos de ser plenamente comprendidas y resueltas. Es importante que América Latina y el Caribe desarrollen una aproximación regional colectiva. Debido a que la matriz exportadora de América Latina y el Caribe es altamente dependiente de productos ambientalmente sensibles, y por lo tanto sería afectada por medidas que discriminan productos con base en su huella de carbono, a los países de la región les preocupa que el “contenido de carbono” de sus productos dé paso a medidas proteccionistas.


La huella de carbono se refiere a la cantidad de dióxido de carbono (CO 2) emitida durante el ciclo de vida de un producto a lo largo de la cadena de producción, a veces incluyendo también su recuperación a fin del ciclo y su eliminación.

En general no existe consenso en la región sobre los beneficios de la huella de carbono: algunos la consideran como una oportunidad, otros como un posible obstáculo para el comercio.

Debido a que la matriz exportadora de América Latina y el Caribe es altamente dependiente de productos ambientalmente sensibles, y por lo tanto sería afectada por medidas que discriminan productos con base en su huella de carbono, a los países de la región les preocupa que el “contenido de carbono” de sus productos de paso a medidas proteccionistas.

Esto es especialmente inquietante porque los países en desarrollo no son precisamente los responsables de gran parte de las históricas emisiones de carbono en el planeta y emiten mucho menos per capita que los países desarrollados.

América Latina y el Caribe tiene una amplia gama de productos que se destina a los mercados donde actualmente se debaten leyes sobre huella de carbono. Por ejemplo, del total de exportaciones de Argentina en 2008, 1,8 % fueron vehículos vendidos a Francia, y del total de exportaciones de Brasil en 2009, 0,6% correspondieron a ventas de café a Alemania.

Tanto los vehículos como el café están incluidos en el listado de productos a los que se medirá su huella de carbono. No es difícil imaginar que Argentina y Brasil podrían incurrir en mayores costos o enfrentarse a una menor demanda internacional si se considera que sus productos son más altos en intensidad de carbono, a precios comparables. Otros sectores vulnerables en la región latinoamericana incluyen los textiles, el salmón, los alimentos congelados y las flores.

A la fecha en la región se han creado inventarios nacionales de huella de carbono, hay mayores regulaciones y metas de reducción, así como metodologías para calcularla.

Algunos países están comenzando a inventariar ciertos sectores y productos para desarrollar estrategias de comercio. Por ejemplo, los inventarios de Brasil se centran a nivel sectorial y nacional, mientras que Chile busca alcanzar la neutralidad de carbono en su producción agrícola y está actualmente determinando la huella de carbono de algunos de sus productos agrícolas (como el vino) y agropecuarios. Su enfoque es el análisis del ciclo de vida que incluye a los animales y sus desechos y las emisiones en la producción y la post-producción. El plan chileno incluye calcular la neutralidad con compensaciones a través de la remoción de carbono de bosques y suelos.

Costa Rica, que hace mucho tiempo acordó convertirse en un país carbono-neutral, actualmente incorpora trabajo sobre la huella de carbono en su sector turístico como parte de su estrategia.

Uruguay ha asumido una posición proactiva hacia el potencial “proteccionismo climático” y ha creado grupos de trabajo para calcular la huella de grupos de exportaciones claves como la carne, los lácteos y el arroz. Los cálculos que hace Uruguay, como en Chile, también incluyen la fijación de carbono, una metodología no incluida actualmente en las normas más comunes en vigor (PAS 2050, UE, ISO, etc.).

Fuera de la región, varios países han adoptado medidas para exigir datos sobre la huella de carbono de un producto y el sector privado está elaborando un sistema de etiquetado voluntario.

El Carbon Trust y el PAS 2050 y PAS 2060 del Reino Unido son medidas voluntarias centradas en el etiquetado de CO 2, por ejemplo. Francia ha desarrollado la ley Grenelle 2, enfocada a 16 familias de productos, que entrará en vigor en julio de 2011 en una fase experimental por un año. Después será obligatoria. La Unión Europea ha creado un eco-etiquetado para un desarrollo más limpio y busca armonizar las iniciativas nacionales, comenzando por las metodologías.

El ISO 14067-1 y 14067-2 apuntan a estandarizar la huella de carbono de productos pero continúa difícil el consenso entre las naciones participantes en su creación. Otros países desarrollados (Alemania, Japón, Estados Unidos y Nueva Zelanda) están considerando otros proyectos de ley al respecto.

Hay otras variables que complejizan el tema de la huella de carbono, por ejemplo el etiquetado con base en múltiples criterios y las huellas del agua y de la biodiversidad/medio ambiente. Hasta el momento, esas iniciativas parecen ser compatibles con los actuales acuerdos comerciales bilaterales y regionales y las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Parte de la dificultad en adoptar la huella de carbono como instrumento para mitigar el cambio climático reside en el hecho de que no existe una metodología estandarizada para calcularla y hay una gran cantidad de estándares, iniciativas privadas y metodologías en todo el mundo.

Para responder ante esto, es importante que América Latina y el Caribe desarrollen una aproximación regional colectiva, con activa participación en la fijación de estándares para la huella de carbono y un intercambio sobre los avances metodológicos ya alcanzados en la región.

Existe una oportunidad para la región, que actualmente considera la fijación de carbono en el cálculo de su huella de carbono, para compartir esta metodología en otros foros normativos.

Además, a través de mecanismos bilaterales y bi-regionales, como los acuerdos comerciales, América Latina y el Caribe puede presentar sus inquietudes a sus contrapartes de la región y de la Unión Europea.

Adicionalmente los vínculos de la huella de carbono con la innovación, la investigación y el desarrollo y las transferencias tecnológicas son consideraciones esenciales, ya que sin ellos la región verá dificultada su capacidad de reducir emisiones.

La sustentabilidad a largo plazo de las exportaciones en la región dependerá de un enfoque regional coordinado, así como de un radical cambio cultural en los patrones de producción y consumo. Sin estas medidas y una activa participación en el debate sobre la huella de carbono, las preocupaciones sobre el comercio no disminuirán y la región continuará siendo vulnerable.

(* por Joseluis Samaniego, Heather Page, Heloisa Schneider y Carolina Tapia, con la colaboración de José Durán)

Más información en: www.iisd.ca/larc/climate/iscf2/