La nueva sociedad poscapitalista
Por Fernando Villarán, Ingeniero y economista. El ex ministro de Trabajo de Perú analiza los componentes de un nuevo capitalismo, en el que además del conocimiento, la Ética se constituirá en un activo importante de las empresas. El desafío de dejar atrás el paradigma del interés individual y reemplazarlo por el colectivo. Además, cómo influirá la presión de los consumidores organizados en este nuevo escenario.
Uno de los libros fundacionales del siglo XXI es ciertamente "La sociedad poscapitalista" de Peter Drucker. Aunque fue escrito en 1993, ya delineaba lo que sería, y sobre todo cómo funcionaría, el siglo actual. La tesis central de Drucker sostiene que en la nueva economía ya no es el capital, ni el trabajo y menos los recursos naturales los que definen el poder y la capacidad de crear riqueza, sino el conocimiento ('knowledge', que otros llaman saber). Plantea que el valor es creado por la productividad y la innovación, ambas aplicaciones del conocimiento a la producción. Según él, el conocimiento cambia las relaciones entre los agentes económicos y la estructura del poder; los nuevos líderes de la sociedad van a ser los "profesionales del conocimiento", y los que tienen solo capital pasan a un segundo plano. Basta ver cómo Bill Gates, Steven Jobs o Ted Turner tienen, atraen, organizan y ponen en acción la inteligencia, el conocimiento, la información y la creatividad para darse cuenta de que esta es la verdadera fuente del poder, y que su fortuna, empresarial o personal, es solo un subproducto. Por muy importantes que sean sus tesis, mi visión de la sociedad del conocimiento y las reglas de juego centrales del siglo XXI quedaba todavía incompleta.
Tuve que asistir a una conferencia internacional organizada por la asociación empresarial Ethos en Sao Paulo, para completarla. El acto se llamó Responsabilidad Social Empresarial para un Desarrollo Sustentable, y contó con la participación de más de mil personas de todas partes del mundo, principalmente de Latinoamérica. La propuesta central que manejan y proponen los empresarios de Ethos tiene su origen en una tesis de Stefan Schmidheiny (dueño de Eternit y fundador de Avina): "No pueden haber empresas exitosas en entornos fracasados". También conocía la frase, pero ahora la veía en acción y me daba cuenta de su real poder de transformación.
El significado de esta tesis es que los empresarios y empresarias ya no pueden seguir pensando solamente en su interés individual, en su ganancia empresarial y su fortuna personal, ahora tienen que preocuparse por su entorno, desde el más inmediato, como los trabajadores de la empresa, hasta el más lejano, como el ambiente, pasando por las comunidades vecinas y sectores sociales relacionados con su empresa, como los consumidores y los proveedores. Esto representa un cambio radical frente a la lógica central del capitalismo tradicional preocupado solo en su propio interés y beneficio con la convicción de que de esa manera construye también el beneficio y el bienestar de los demás, y hace el mejor servicio a la sociedad en que vive. Al menos esta es la lógica que han elaborado y difundido, entre otros, los economistas Von Hayek, Von Misses y el filósofo Hobbes, y que siguen de muy buen grado los llamados neoliberales. Pues los empresarios de Ethos cuestionan este principio central del capitalismo; ellos hablan de que hay que pensar y actuar en función de los intereses personales y empresariales, pero también en función de los intereses de los otros actores del proceso productivo y de la sociedad: trabajadores, comunidades, ambiente, consumidores, proveedores.
Se trata ciertamente de una combinación y un equilibrio complicado, pero eludir estas consideraciones pone en riesgo nuestra propia sobrevivencia. Solo plantearse el dilema y trabajarlo en forma consistente es un paso gigantesco hacia el futuro. Con estas ideas, el calificativo de poscapitalista que acuñó Drucker adquiere un nuevo y dramático significado. Le pone otra racionalidad, otra ética, a la sociedad del conocimiento y la información. Los actores adquieren nuevos intereses y roles, las relaciones entre ellos cambian radicalmente, se busca la armonía de intereses, el descubrir juntos los intereses comunes de largo plazo; se desecha conscientemente la confrontación, la explotación, la destrucción de la naturaleza. Hay, además, otros dos elementos de la sociedad poscapitalista del siglo XXI, que también aparecieron en Sao Paulo y que adquieren una actividad y un perfil propios: los consumidores y los inversionistas sociales. Las asociaciones de consumidores conscientes cada vez son más fuertes y más exigentes en todo el mundo para que los productos que compran no destruyan el planeta, no exploten a niños, no abusen de sus trabajadores.
Las todopoderosas Fortune 500 empiezan a perder poder frente a esta capacidad creciente de los consumidores de castigar y premiar a las empresas. Finalmente, cada vez con mayor fuerza, son los inversionistas de los fondos institucionales, los fondos mutuos, fondos de pensiones los que deciden la suerte de las acciones y los flujos de capital; y ellos están invirtiendo crecientemente en las empresas socialmente responsables (que aparecen en el Índice de la Responsabilidad Social del Dow Jones). Se cierra así el círculo de la sociedad poscapitalista: no solo mercado, globalización y competitividad, también responsabilidad social empresarial, consumidores conscientes e inversionistas organizados. Poder conversarlo y pensarlo bajo diferentes puntos de vista en Brasil fue toda una sorpresa.