Las diferencias culturales y la conciliación
La responsable de la Unidad de Igualdad de Oportunidades y No Discriminación de la Comisión Europea, Emmanuel Grange, consideró que las grandes diferencias culturales y de costumbres de las 27 nacionalidades que forman parte de la Comisión Europea son, en muchas ocasiones, un obstáculo para poner en práctica medidas de conciliación con los trabajadores de esta institución, que ven cómo 'chocan', por ejemplo, costumbres como las reuniones a última hora de la tarde --más propias de los españoles-- o las largas horas para comer, una costumbre más 'mediterránea", con la de países nórdicos, por ejemplo, que se decantan por hacer almuerzos rápidos y marcharse pronto a casa. Éste es "un problema para todos, pero sobre todo para las mujeres", apuntó.
Así lo explicó esta mañana en su intervención Grange, durante su participación en la jornada 'Mujeres en la Alta Dirección', que tuvo lugar en la sede de la Escuela EOI de Madrid bajo la dirección de la ex-consejera y experta en políticas de igualdad, Elena Carantoña. Durante dos jornadas más --los próximos 15 y 21 de noviembre-- se seguirá debatiendo sobre la carrera profesional femenina y en general el papel de la mujer en la empresa.
En este sentido, desde la Comisión Europea, se trata de apoyar, con diversas políticas al "sexo menos representado" que, en este caso, y como suele ocurrir --especialmente a niveles de direcciones generales-- es el femenino. En los años 80 se crearon las primeras iniciativas para fomentar la igualdad de oportunidades en la CE, especialmente la paridad dentro de la plantilla y la mejora del equilibrio de los empleados y funcionarios entre su vida laboral y personal. Existen medidas comunes, pero cada área o dirección general, además, pone en marcha sus propias medidas y planes de acción específicos.
Así, se forman grupos de trabajo sobre igualdad de oportunidades y se ponen en marcha estos planes de acción, para además, hacer cada año un informe de vigilancia. Pero pese a estos esfuerzos, según Grange, "se siguen produciendo claras luchas de poder entre hombres y mujeres, con la 'defensa' por parte de algunos hombres de lo que considera su 'territorio'". "Es casi una reacción animal, pero la CE es, en definitiva, una organización humana, formada por personas, y ocurre de forma similar en otros lados", añadió.
Según explicó, desde la CE llevan más de 14 años trabajando por la igualdad en el seno de la institutición, con el objetivo de que se alcance la paridad en la contratación, en especial en los altos cargos y los mandos medios --el 30% de las nuevas incorporaciones deben ser mujeres-- y en el caso de los directores generales, que debe ser del 25%.
Pese a que consideró positivos estos aspectos, Grange señaló que "no se puede funcionar sólo con las cuotas obligatorias, porque las mujeres en la CE siguen estando tristemente acostumbradas a enfrentarse a los hombres a la hora de aspirar a un cargo de alto nivel en la institución", algo que consideró que "no es nada fácil".
Así, apostó por volver a los "horarios racionales", y por costumbres laborales "basadas en la productividad y la calidad del trabajo más que en las horas que se dedican en la oficina". La 'clave' es, en su opinión, "cambiar la forma de pensar y apostar por herramientas como la jornada flexible o el teletrabajo". De lo contrario, "romper este círculo va a ser muy difícil", apuntó.
Ante este problema, Grange confió en las nuevas generaciones --los nacidos después de 1980-- que exigirán medidas de conciliación de forma mucho más tajante que la generación de trabajadores anterior. "Ellos llegarán a una entrevista de trabajo y la rechazarán por no ajustarse a su vida personal, por ejemplo, algo que hasta hace poco tiempo era impensable", aseguró.
Sin embargo, si no se pone solución a los actuales problemas de desequilibrios existentes "se perderán contrataciones y candidatos", porque "si no se ofrece algo más que salario, no podremos contratar a los mejores", sentenció Grange.
(Europa Press)