Las empresas y el índice de sostenibilidad del Dow Jones

29.08.2011 | Europa

Desde 2002, las 2.500 empresas más grandes del mundo tienen la posibilidad de examinar su conciencia y ver de qué manera pueden mejorar su gestión a través del índice mundial de sostenibilidad Dow Jones. Esta evaluación voluntaria consta de 100 preguntas relacionadas con el gobierno corporativo, la responsabilidad social y medioambiental, las condiciones laborales o la interacción con las comunidades en las que operan. Este año, de las 318 firmas seleccionadas, 17 son españolas. Acciona, ACS y Gamesa entran por primera vez en este prestigioso ranking, que se ha convertido en un escaparate para atraer a los diferentes fondos de inversión socialmente responsables.


 

El término internacionalmente conocido como "desarrollo sostenible" nació en 1987, fruto de los trabajos de la Comisión de Medio Ambiente y Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que lo definieron como "aquel desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la posibilidad de que las generaciones futuras puedan atender las suyas". Sin embargo, debido a que se trata de un concepto tan heterogéneo, durante muchos años las empresas apenas han trasladado esta teoría a la práctica.
De hecho, no fue hasta finales del siglo XX cuando las grandes corporaciones comenzaron a tenerlo seriamente en cuenta. Más que nada porque tomaron conciencia de que su sostenibilidad económica también dependía de ello. Así, el presidente de la petrolera Shell, que por entonces cumplía 100 años de andadura empresarial, encargó a su director de inteligencia, Arie de Geus, que averiguara cuáles eran las principales características de las compañías que perduran con el paso del tiempo. De Geus analizó el camino recorrido por las veteranas Du Pont, Kodak, Mitsubishi o Suzuki y estableció cuatro factores que explicaban el éxito y, por ende, la supervivencia. Uno de ellos era su "sensibilidad hacia las expectativas y demandas del entorno que les rodea".
Desde entonces y gracias al prestigio cosechado por el índice mundial de sostenibilidad Dow Jones, "incorporar el desarrollo sostenible en la gestión ha dejado de ser un problema para convertirse, paradójicamente, en la mejor solución empresarial para garantizar su propia supervivencia", afirma José Luis Blasco, director de la firma internacional KPMG, que asesora a importantes empresas al respecto.
Pero el desarrollo sostenible que preconiza este índice no sólo se refiere a una adecuada gestión medioambiental, que incluye las políticas de mejora, el tratamiento de residuos o el ahorro energético. También contempla otros aspectos económicos (código ético, gestión del riesgo, reputación o salud financiera) y sociales, como el bienestar y el desarrollo de los empleados, la seguridad y la higiene laboral, así como el diálogo con la sociedad y la filantropía, según detalla la consultora suiza SAM, responsable de analizar y valorar a las empresas invitadas por el Dow Jones.
Así, "el desarrollo sostenible consiste en encontrar una coherencia holística, es decir, que integre todos los vectores y perspectivas que engloban la gestión empresarial", apunta Blasco. Y lo cierto es que poco a poco va calando entre las grandes empresas españolas, que son cada vez mejor consideradas en el mercado internacional.
En esta última edición, de las 2.500 compañías más importantes de todo el mundo por volumen de negocio, tan sólo 42 eran españolas, lo que representa el 1,6% del total. Sin embargo, de las 318 firmas seleccionadas por el índice mundial de sostenibilidad Dow Jones, 17 tienen nombres y apellidos españoles, incrementando la proporción hasta el 5,3%. No en vano, se estima que el 25% de las memorias de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) europeas se hacen en España.
En opinión de Blasco, la "notable" participación española se debe, entre otros factores, a que "los sistemas de gestión en este país son relativamente recientes [las multinacionales españolas despegaron en la década de los noventa], con lo que muchas han podido incorporar la sostenibilidad desde el principio, después de observar que este tipo de comportamiento ético y responsable empezaba a cobrar importancia en el management más productivo y vanguardista".
Y no sólo eso: de las 33 empresas expulsadas este año, ninguna pertenece a este país. Así, repiten en este índice mundial los seis principales valores del Ibex 35 (Banco Santander, Telefónica, BBVA, Endesa, Repsol YPF e Iberdrola) y otras importantes compañías, como Abertis, Gas Natural, Ferrovial, Iberia, Inditex, Indra Sistemas, Red Eléctrica y Unión Fenosa. Completan la lista tres nuevas incorporaciones: ACS, Gamesa y Acciona, que ha liderado la clasificación en el sector de la construcción.
En opinión de su director general del área de relaciones institucionales y marketing corporativo, Juan Ramón Silva, "el mayor promotor para impulsar este tipo de gestión es nuestro presidente, José Manuel Entrecanales, para quien la sostenibilidad económica, medioambiental y social es la base sobre la que se debe asentar cualquier organización empresarial". "Pero más allá de esta ética interna", continúa Silva, "buscamos oportunidades de negocio en sectores que representan serios desafíos para la supervivencia de la humanidad, como son las energías renovables, el agua o el tratamiento de residuos".
Entre las empresas españolas que figuran en este ranking desde el inicio se encuentra la eléctrica Endesa. Su subdirector de medioambiente y desarrollo sostenible, Hernán Cortés, explica que el índice les sirve como una "autoevaluación objetiva", mediante la que definen "objetivos de mejora" año tras año. No en vano, "la gestión de Endesa integra desde el inicio muchos de los criterios marcados por el Dow Jones, más que nada porque todo lo que le hace bien a nuestros empleados y al entorno en el que operamos acaba teniendo un retorno muy positivo para nuestra compañía".
Lo cierto es que aparecer en esta lista no sólo favorece la reputación y la credibilidad de las empresas: en su vertiente financiera, este índice se ha consolidado como catalizador de grupos inversores. Según los datos publicados por el Foro de Inversión Social Europeo (Euroisf ), más de un billón de euros se encuentran invertidos en los mercados capitales europeos, muchos de ellos influenciados por el índice de sostenibilidad Dow Jones. Así, aunque algunos economistas advierten de la "insostenibilidad del sistema", parece que las empresas, aunque tarde, están despertando de un profundo sueño.
(El País)

El término internacionalmente conocido como "desarrollo sostenible" nació en 1987, fruto de los trabajos de la Comisión de Medio Ambiente y Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que lo definieron como "aquel desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la posibilidad de que las generaciones futuras puedan atender las suyas". Sin embargo, debido a que se trata de un concepto tan heterogéneo, durante muchos años las empresas apenas han trasladado esta teoría a la práctica.

De hecho, no fue hasta finales del siglo XX cuando las grandes corporaciones comenzaron a tenerlo seriamente en cuenta. Más que nada porque tomaron conciencia de que su sostenibilidad económica también dependía de ello. Así, el presidente de la petrolera Shell, que por entonces cumplía 100 años de andadura empresarial, encargó a su director de inteligencia, Arie de Geus, que averiguara cuáles eran las principales características de las compañías que perduran con el paso del tiempo. De Geus analizó el camino recorrido por las veteranas Du Pont, Kodak, Mitsubishi o Suzuki y estableció cuatro factores que explicaban el éxito y, por ende, la supervivencia. Uno de ellos era su "sensibilidad hacia las expectativas y demandas del entorno que les rodea".

Desde entonces y gracias al prestigio cosechado por el índice mundial de sostenibilidad Dow Jones, "incorporar el desarrollo sostenible en la gestión ha dejado de ser un problema para convertirse, paradójicamente, en la mejor solución empresarial para garantizar su propia supervivencia", afirma José Luis Blasco, director de la firma internacional KPMG, que asesora a importantes empresas al respecto.
Pero el desarrollo sostenible que preconiza este índice no sólo se refiere a una adecuada gestión medioambiental, que incluye las políticas de mejora, el tratamiento de residuos o el ahorro energético. También contempla otros aspectos económicos (código ético, gestión del riesgo, reputación o salud financiera) y sociales, como el bienestar y el desarrollo de los empleados, la seguridad y la higiene laboral, así como el diálogo con la sociedad y la filantropía, según detalla la consultora suiza SAM, responsable de analizar y valorar a las empresas invitadas por el Dow Jones.

Así, "el desarrollo sostenible consiste en encontrar una coherencia holística, es decir, que integre todos los vectores y perspectivas que engloban la gestión empresarial", apunta Blasco. Y lo cierto es que poco a poco va calando entre las grandes empresas españolas, que son cada vez mejor consideradas en el mercado internacional.
En esta última edición, de las 2.500 compañías más importantes de todo el mundo por volumen de negocio, tan sólo 42 eran españolas, lo que representa el 1,6% del total. Sin embargo, de las 318 firmas seleccionadas por el índice mundial de sostenibilidad Dow Jones, 17 tienen nombres y apellidos españoles, incrementando la proporción hasta el 5,3%. No en vano, se estima que el 25% de las memorias de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) europeas se hacen en España.

En opinión de Blasco, la "notable" participación española se debe, entre otros factores, a que "los sistemas de gestión en este país son relativamente recientes [las multinacionales españolas despegaron en la década de los noventa], con lo que muchas han podido incorporar la sostenibilidad desde el principio, después de observar que este tipo de comportamiento ético y responsable empezaba a cobrar importancia en el management más productivo y vanguardista".
Y no sólo eso: de las 33 empresas expulsadas este año, ninguna pertenece a este país. Así, repiten en este índice mundial los seis principales valores del Ibex 35 (Banco Santander, Telefónica, BBVA, Endesa, Repsol YPF e Iberdrola) y otras importantes compañías, como Abertis, Gas Natural, Ferrovial, Iberia, Inditex, Indra Sistemas, Red Eléctrica y Unión Fenosa. Completan la lista tres nuevas incorporaciones: ACS, Gamesa y Acciona, que ha liderado la clasificación en el sector de la construcción.

En opinión de su director general del área de relaciones institucionales y marketing corporativo, Juan Ramón Silva, "el mayor promotor para impulsar este tipo de gestión es nuestro presidente, José Manuel Entrecanales, para quien la sostenibilidad económica, medioambiental y social es la base sobre la que se debe asentar cualquier organización empresarial". "Pero más allá de esta ética interna", continúa Silva, "buscamos oportunidades de negocio en sectores que representan serios desafíos para la supervivencia de la humanidad, como son las energías renovables, el agua o el tratamiento de residuos".

Entre las empresas españolas que figuran en este ranking desde el inicio se encuentra la eléctrica Endesa. Su subdirector de medioambiente y desarrollo sostenible, Hernán Cortés, explica que el índice les sirve como una "autoevaluación objetiva", mediante la que definen "objetivos de mejora" año tras año. No en vano, "la gestión de Endesa integra desde el inicio muchos de los criterios marcados por el Dow Jones, más que nada porque todo lo que le hace bien a nuestros empleados y al entorno en el que operamos acaba teniendo un retorno muy positivo para nuestra compañía".

Lo cierto es que aparecer en esta lista no sólo favorece la reputación y la credibilidad de las empresas: en su vertiente financiera, este índice se ha consolidado como catalizador de grupos inversores. Según los datos publicados por el Foro de Inversión Social Europeo (Euroisf ), más de un billón de euros se encuentran invertidos en los mercados capitales europeos, muchos de ellos influenciados por el índice de sostenibilidad Dow Jones. Así, aunque algunos economistas advierten de la "insostenibilidad del sistema", parece que las empresas, aunque tarde, están despertando de un profundo sueño.
(El País)