Liberando las endorfinas corporativas

03.04.2011 | Articulos de opinion

Las empresas cada vez más están cuidando sus comportamientos y tratan de llevar a cabo buenas acciones comunitarias ¿Será que el mundo empresario está interesado en la metafísica o existen algunas otras buenas razones para elegir el "camino del bien"?¿Cuando usted hace una buena acción hacia otra persona, no le sucede sentir una sensación general de bienestar?


Si bien no se conoce mucho acerca de las endorfinas, sí se sabe que se trata de una sustancia liberada por el cerebro. Según afirman algunos, las endorfinas serían las responsables de tal sensación de bienestar ya que al "hacer el bien" los seres humanos liberamos endorfinas.

Las empresas cada vez más están cuidando sus comportamientos y tratan de llevar a cabo buenas acciones comunitarias ¿Será que el mundo empresario está interesado en la metafísica o existen algunas otras buenas razones para elegir el "camino del bien"?

Intentaremos abordar algunos de los hechos que se están sucediendo en el nuevo escenario y que parecen ser los principales disparadores de estas nuevas conductas corporativas.

En el ámbito de las ciencias de la administración parece que los teóricos no han logrado ocuparse de manera eficaz de los complicados dilemas éticos a los que los gerentes se enfrentan en el día a día.

Desde mucho antes de la Segunda Guerra Mundial y hasta las décadas del '60 y '70, el enfoque que se hacía sobre la dimensión ética de la empresa fue un concepto que se conoció con el rótulo de "responsabilidad social de las empresas".

Los académicos sostenían que las motivaciones de un gerente podrían estar inspiradas por el altruismo o por el interés propio, pero nunca por ambas cosas. Se asumía que si bien era cierto que en el corto plazo a veces algunas conductas éticas pueden dañar las ganancias inmediatas de la compañía, a la larga el mercado termina por premiar dicha conducta. En otras palabras: La ética "rinde sus beneficios".

Pero una cosa era explicar por qué debían ser éticos los empresarios y otra muy diferente era responder de qué manera podían los gerentes determinar el curso de acción ético en una situación determinada y aún así mantenerse al frente ante las presiones de la competencia.

Quizá para poder responder a esta pregunta, durante los años '70 apareció la nueva disciplina de la "ética empresarial" en las escuelas empresariales. Supuestamente esos conocimientos aportarían marcos teóricos y herramientas útiles para poder discernir la acción más apropiada ante las confusas situaciones éticas. Pero lamentablemente eso no ocurrió.

La filosofía moral es una disciplina que otorga alto valor justamente al tipo de experiencias y actividades donde no existe un interés propio. Lejos entonces de dar un paso hacia los problemas morales del mundo real, sus defensores volvieron a dar vueltas alrededor de la pregunta fundamental: ¿por qué deben ser éticos los gerentes?

Los teóricos de la ética empresarial discrepan con la teoría según la cual la "ética rinde beneficios". No creen que la conducta ética coincida siempre con los mejores intereses de la empresa. Es decir, creen que la ética y los intereses pueden entrar en conflicto. Además afirman que, hasta cuando "hacer el bien" coincide con los mejores intereses de la compañía, los actos motivados por ese interés propio no pueden, en realidad, ser éticos. Es decir, ética empresarial significa actuar en los negocios impulsados por razones que no pertenecen al mundo de los negocios.

El problema es que ambas líneas de razonamiento han sido llevadas al extremo. En el caso del posible conflicto entre ética e intereses, el tema fundamental para un gerente no es si esos conflictos ocurren o no, sino cómo manejarlos cuando ocurren. Y sobre esto, tampoco los teóricos de la ética han dado mucha ayuda hasta ahora.

Los teóricos deben comenzar a considerar seriamente los costos que a veces tiene "hacer lo correcto". Deben ayudar a quienes deben decidir a evaluar los casos difíciles donde cada alternativa tiene un costo moral y un costo financiero.

Igualmente, en situaciones donde no hay conflicto entre ética e interés, habrá que ocuparse de "la paradoja de la motivación". Los motivos de la mayoría de la gente son una confusa mezcla de interés propio, altruismo y muchas otras influencias.

Sin embargo en la actualidad está surgiendo una nueva ética empresarial que reconoce y acepta el complicado mundo de las motivaciones entremezcladas y contradictorias.

Como nunca antes, el Público está reclamando honestidad y transparencia al mundo empresario, en este sentido las empresas están sometidas a por lo menos tres fuentes de presión:

1) Los desarrollos tecnológicos, que cambian en forma muy rápida el contexto en el cual se actúa;

2) La globalización de la economía,

3) La demanda de comportamientos éticos por parte de los distintos sectores de la sociedad hacia la empresa.

Algunas investigaciones recientes, indican que más de tres cuartas partes de las grandes corporaciones de los Estados Unidos están intentando incluir el tema de la ética empresaria en el seno de sus organizaciones.

Según los resultados que arrojan estas investigaciones, los gerentes recibirían de buen agrado cualquier ayuda concreta que se les brindara sobre dos de los principales desafíos que enfrentan:

1) Poder identificar cursos de acción éticos para aplicarlos en aquellas situaciones ubicadas en esa amplia y confusa "zona gris" de las conductas que no son nítidamente correctas ni incorrectas; y

2) Cómo transitar por las situaciones donde el curso correcto es claro, pero las presiones competitivas del mundo real y las corporativas "desvían" a muchos gerentes bien intencionados.

Parece que la disciplina de la ética empresarial todavía no logra brindar ayuda concreta a los gerentes en ninguna de estas dos áreas.

Las sociedades se están volviendo cada vez más demandantes hacia las empresas, demandantes teniendo en consideración no sólo la demanda de productos y servicios de calidad, sino además en el cumplimiento de un rol social responsable para lo cual es necesario al menos:

1) Que la empresa entienda que no es un organismo aislado de los problemas que le aquejan a la comunidad y que por lo tanto debe transformarse en una partícipe activa

2) Conseguir la máxima integración y participación posibles de sus empleados, convirtiéndose en una institución esencial para ellos, permitiéndoles realizarse personalmente y coparticipar en un instrumento de servicio colectivo.

Muchos de los teóricos del tema, al menos hasta ahora, han hablado de una ética, alejada de los problemas y las preocupaciones reales de la gente que toma decisiones.

Afortunadamente, este desfasaje al menos ya se ha advertido y en los últimos años un número considerable de eminentes teóricos se pusieron a investigar a partir de las necesidades propias de la actividad gerencial.

En las universidades de los Estados Unidos se enseñan más de 500 cursos de ética empresarial; 90% de las escuelas empresariales ahora ofrecen algún tipo de preparación sobre el tema. Por lo menos están funcionando 16 centros de investigación y la cátedra de ética empresarial goza ya de prestigio en casi todas las universidades.

Hoy en día, la empresa tiene la responsabilidad de trabajar en pos de un futuro que merezca ser vivido. Procurando lograr los beneficios que ella persigue sin resentir la calidad de vida de la comunidad.

Será cuestión de portarse bien y poder así liberar las endorfinas corporativas.


Daniel Scheinsohn - Dircom de Grupo OSDE