Qué vendrá después de Kioto
Más de un centenar de países y miles de expertos debatirán hasta la próxima semana cómo debe ser el sucesor del Protocolo de Kioto, que expira en cuatro años, y cuál es la mejor 'hoja de ruta' para poner de acuerdo a la comunidad internacional. En la cumbre de Copenhague de 2009 se confeccionará el nuevo tratado.
La pregunta qué vendrá después del Protocolo de Kioto tiene una difícil respuesta, particularmente por los múltiples imponderables que pesan sobre el cambio climático y la actitud de las grandes potencias. Pero desde ayer, el grueso de la comunidad internacional –unos 160 países y casi 10.000 expertos– se ha congregado durante dos semanas en la isla de Bali –Indonesia– para encontrar un mínimo común denominador y esbozar el sucesor a un tratado que expira en 2012. "En Indonesia se va a aprobar un mecanismo de negociación y los objetivos se quieren alcanzar", dice Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de Física de la Universidad de Alcalá de Henares y una de las voces más autorizadas sobre la cuestión en España.
El Protocolo de Kioto, que obliga a 36 países ricos a recortar un 5,2% sus emisiones de gases contaminantes respecto a los niveles de 1990, ha sobrevivido mal que bien desde su nacimiento en 1992. Unos detractores lo desacreditan recordando que Estados Unidos, la mayor economía del mundo, no es miembro. Otros argumentan que los países en vías de desarrollo tampoco figuran y difícilmente se puede controlar efectivamente el CO 2 vertido a la atmósfera sin el concurso de los Gobiernos de China e India. No falta quien asegura que el coste macroeconómico no justifica el pacto. Sus defensores, sin embargo, señalan que tiene un gran valor simbólico al haber sentado un precedente en la lucha global contra el calentamiento de la Tierra que ha servido de aldabonazo. La Unión Europea y Naciones Unidas lo ensalzan por haber puesto el primer techo a las emisiones y ser el embrión de cualquier 'terapia de choque'.
De Bali debería salir una suerte de hoja de ruta a seguir hasta la cumbre de Copenhague de 2009, que confeccionará el nuevo tratado. Después los gobiernos tendrán dos años para bregar con sus parlamentos para lograr el visto bueno.
¿Será una reedición del Protocolo de Kioto, algo mejorada, o un instrumento jurídico completamente distinto? "Veo un tratado completamente distinto, que no será meramente voluntario. Iremos hacia un sistema de reducción masiva", dice De Elvira. Para que esto sea así, en Bali las naciones deben arrancar un acuerdo que comprometa tanto a los industrializados como a los más pobres. Hay señales de cambio de mentalidad. El nuevo primer ministro de Australia, por ejemplo, acaba de abrazar la filosofía de Kioto.
Mucho de lo que ocurra en el futuro dependerá de lo que haga Estados Unidos. La Administración Bush se ha negando en redondo a los límites obligatorios, pero los expertos dan por seguro que, gane quien gane las elecciones presidenciales de 2008, Washington acabará por plegarse ante la evidencia del calentamiento planetario y los dictámenes de los científicos. De hecho, ya hay una coalición de Estados –con California a la cabeza– y de grandes ciudades que han tomado cartas en el asunto.
"Desde cualquier punto de vista, 2007 se presenta como un año definitivo, tal vez un punto de inflexión" en los esfuerzos por doblegar al cambio climático, dice Eilenen Claussen, del Pew Center for Global Climate Change. El representante de la ONU para el cambio climático, Yvo de Boer, ha dicho en Bali que "una parte importante de la solución es posible hoy en día y lo que hace falta es voluntad política". Y ha agregado: "La gran pregunta para mí es: señores ministros, ¿cuál es su respuesta política a lo que la comunidad científica les está diciendo con tanta claridad".
(Expansión)