RSE, el futuro
En este artículo publicado en el diario ABC de España, Luis Abril, Director General de Comunicación Corporativa de Telefónica, expone una serie de ideas sobre el futuro de la RSE. La necesidad de avanzar sobre un concepto de multi-grupos de interés, generar trabajos en red y pensar en la sustentabilidad se imponen como los tres ejes fundamentales de la empresa del mañana, en la visión de Abril.
Cuando apenas empezamos a tener claro el concepto de RSC -Responsabilidad Social Corporativa-, el mero intento de aventurar el futuro que le aguarda puede parecer, cuando menos, osado.
En cualquier caso, como la osadía es, en sí misma, un factor intrínseco a la RSC, me ha parecido interesante reflexionar con el lector sobre los desafíos a los que se enfrentarán las empresas en tiempos que vienen. Y en esos desafíos, la RSC, quizás, tenga un rol importante que jugar.
Como primer desafío, podríamos decir que las empresas habrán de convertirse, quieran o no, a la visión del mundo «multi-grupo de interés» («multistakeholder», en la jerga). No quedará mucho espacio para las compañías que sólo se vuelquen en sus grupos de interés tradicionales -los de carácter financiero, por ejemplo- y tendrán que encontrar la manera de conjugar expectativas de todos: empleados, proveedores y, por qué no decirlo, de sus clientes en su doble dimensión de ciudadanos y consumidores. Muchas compañías han empezado ya a darse cuenta de que, además, esto resulta paradójicamente rentable a efectos de cuenta de resultados.
El segundo desafío tendrá que ver con el trabajo en red y la alianza social. Los grupos de interés tendrán no sólo que seguir siendo objeto de atención corporativa sino que, con el tiempo, cada día tendrá más sentido su conversión en «socios estratégicos». La empresa no sólo habrá de pagar a sus proveedores, sino posiblemente establecer acuerdos con ellos. El empleado no sólo esperará una nómina, sino que la empresa comparta alguna de sus inquietudes. Las corporaciones no serán meros vecinos de una comunidad, sino parte activa de la misma; y ésta, podrá opinar y participar, de algún modo, decisiones empresariales.
Y, hablando de decisiones, un último desafío, aunque habría muchos más: pensemos en el largo plazo, o como se dice ahora, en la sostenibilidad. Y mejor que no nos compliquemos la vida con definiciones académicas que engarzan lo medioambiental, lo económico y lo social. Lo que ha de ser sostenible, en el tiempo y en sus valores, son las decisiones que cada día se tomen en los despachos de dirección. Así será sostenible también la empresa. No medir las consecuencias de las decisiones corporativas se convertirá en sinónimo de negro futuro. Tres desafíos, para empezar. Y a no olvidar: no se trata de limitar los desafíos sino de desafiar los límites. Y la RSC es una buena palanca para derribar barreras.