La ONU insta a las empresas a incluir los Riesgos por Desastres en sus inversiones debido a su peso negativo en la economía

20.05.2013 | Mundo

La ONU advierte que las pérdidas económicas directas generadas por los desastres ascienden a unos $2,5 billones de dólares. Ban Ki-moon insta a las empresas a incluir la reducción del riesgo de desastre en la estrategia de inversión sobre todo en las Américas donde se prevé un crecimiento en el corto plazo. La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR) presentó un informe sobre el caso de Colombia y de muchos otros países que tuvieron pérdidas debido a fenómenos climáticos.Las PYmes son las más afectadas.


La Organización de las Naciones Unidas emitió una seria advertencia a la comunidad empresarial mundial sobre el hecho de que las pérdidas económicas relacionadas con desastres están “fuera de control” e irán en aumento.  Se recomienda que la reducción del riesgo de desastres se torne un elemento fundamental de las estrategias de inversión privada.

Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, informó que la ONU viene realizando una revisión de las pérdidas que ocasionan los desastres en el ámbito nacional y las evidencias muestran que se han subestimado en al menos un 50 por ciento las pérdidas directas a causa de inundaciones, terremotos y sequías. “En lo que va de este siglo, las pérdidas directas generadas por los desastres ascienden a unos $2,5 millones de millones (billones) de dólares americanos. Esto es inaceptable, ya que contamos con los conocimientos necesarios para reducir las pérdidas y aprovechar los beneficios”.

La advertencia del Secretario General se dirigió, entre otros, a las zonas costeras y las ciudades en pleno auge, incluidas las de las Américas, pues se prevé que en los años venideros habrá una afluencia de billones de dólares en nuevas inversiones empresariales en estos lugares que aunque son prósperos también están expuestos a diversas amenazas. 

“Las pérdidas económicas que ocasionan los desastres están fuera de control y sólo pueden reducirse en alianza con el sector privado, incluidos los bancos de inversión y las empresas aseguradoras. El sector privado realiza del 70 al 85 por ciento de todas las inversiones mundiales en nuevos edificios, diversas industrias y pequeñas y medianas empresas. Los mercados han asignado más valor a la rentabilidad a corto plazo que a la sostenibilidad y la resiliencia. La reducción del grado de exposición de su inversión frente al riesgo de desastres no es un costo, sino más bien una oportunidad para lograr que esa inversión sea más atractiva a largo plazo”.

El Secretario General de la ONU pronunció estas palabras durante el lanzamiento de un nuevo e innovador informe elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR), el cual se basa en tres nuevas series de datos muy importantes, tales como la revisión de diversas bases de datos nacionales sobre las pérdidas ocasionadas por los desastres en 40 países, una encuesta realizada con 1.300 pequeñas y medianas empresas ubicadas en lugares propensos a desastres en las Américas, y una revisión de la gestión del riesgo en 14 empresas multinacionales de renombre.

El Informe de Evaluación Global de la UNISDR sobre la Reducción del Riesgo de Desastres  (GAR13), titulado Del riesgo compartido a un valor compartido: Un argumento empresarial a favor de la reducción del riesgo de desastres, destaca la forma en que la transformación de la economía mundial durante los últimos 40 años ha dado origen a un rápido aumento del riesgo en los países de renta baja, media y alta.

La reciente experiencia de Colombia ilustra los daños generalizados que ocasionan los desastres en la economía de un país y en su entorno empresarial. Entre los años 2010 y 2012, aunque no fue un fenómeno excepcional, un fuerte episodio de La Niña ocasionó pérdidas económicas directas que ascendieron a $6.000 millones de dólares americanos. Sólo en 2011, hubo que invertir $1.700  millones para reparar daños en la red vial del país –el 14 por ciento del sistema nacional y el 3 por ciento de sus puentes.Las empresas enfrentaron costos más altos debido a un aumento en los precios del transporte o a interrupciones en las cadenas de suministro, al igual que dificultades para cumplir con sus contratos con los mercados externos y una menor producción. En especial, las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) resultaron sumamente perjudicadas debido a que muchas de éstas no contaban con seguros y carecían de los recursos necesarios para la recuperación de sus negocios.

En la región del Caribe, se prevé que Anguila, las Islas Turcas y Caicos, las Islas Caimán y Guadalupe podrían perder hasta el 30 por ciento del valor de su capital urbano en el caso de que surjan ciclones tropicales. Muchas islas pequeñas dependen del ingreso de las actividades turísticas, por lo que los desastres pueden generar efectos catastróficos en la economía general. En 2004, el Huracán Iván ocasionó pérdidas directas en Granada que ascendieron a $900 millones de dólares americanos, más del doble del PIB del país. En especial, el sector turístico resultó seriamente afectado. El 70 por ciento de la infraestructura de la isla sufrió daños y durante varios años se observó una menor demanda de servicios del sector turístico.

Además, la rápida ola de urbanización que se observa en las Américas está creando un entorno empresarial que aunque por un lado es pujante, por otro está colmado de riesgos. 

Ricardo Mena, Jefe de la Oficina Regional para las Américas de la UNISDR, señaló : “La experiencia de Colombia y de muchos otros países demuestra el grado de dependencia de los negocios en los recursos vitales de la infraestructura pública, tales como los caminos, el suministro de agua, electricidad y las telecomunicaciones”.

“Una vez que se cortan estos servicios vitales, un país corre el riesgo de perder su reputación en cuanto a su competitividad, y los negocios que cierran sus puertas podrían no volver a abrirlas más o simplemente trasladarse a otros países con una infraestructura más confiable y con un mejor enfoque dirigido a la gestión del riesgo”.

“También estamos observando un argumento empresarial más sólido para la reducción del riesgo de desastres en las Américas. En palabras llanas, la reducción del riesgo de desastres disminuye la incertidumbre, aumenta la confianza, reduce los costos y crea valor para los negocios”.

El informe de la UNISDR incluye una encuesta conjunta con PricewaterhouseCoopers sobre enfoques para la gestión del riesgo en 14 empresas multinacionales de renombre. La encuesta revela que los altos ejecutivos tienen cada vez más presente la vulnerabilidad de sus empresas frente a los desastres y han comenzado a priorizar el fortalecimiento de su gestión del riesgo.

Además, una encuesta del GAR2013 con 1.300 pequeñas y medianas empresas ubicadas en seis ciudades propensas a los desastres en las Américas –Bogotá, Colombia; Kingston, Jamaica; Miami, E.E.U.U.;  San José, Costa Rica; Santiago, Chile y Vancouver, Canadá— reveló que tres cuartos de éstas han sufrido interrupciones relacionadas con daños o la destrucción de servicios de electricidad, agua y telecomunicaciones. No obstante, sólo una cantidad mínima –el 14,2 por ciento en el caso de las empresas con menos de 100 empleados— contaban con un enfoque para la gestión de las crisis, aunque muy básico, bajo la forma de un plan de continuidad de sus actividades empresariales.

El Sr. Mena aseveró que “los inicios en el cambio de actitudes del sector privado ahora deben transformarse en un enfoque más sistemático para la gestión del riesgo de desastres, en alianza con el sector público, a fin de lograr que el mundo sea un lugar más seguro. La comunidad dedicada a la reducción del riesgo de desastres pone su mirada en las Américas y el papel relevante que habitualmente ha jugado en esta transformación”.

“A medida que nos acercamos al año 2015, se están intensificando los esfuerzos para formular un nuevo marco para la reducción del riesgo de desastres, el cual reemplazará el actual Marco de Acción de Hyogo (MAH). Al velar por que este instrumento incluya de forma específica el argumento empresarial a favor de la reducción del riesgo de desastres, se ofrecerá un incentivo fundamental para la participación constructiva de los negocios, de los cuales depende la resiliencia, la competitividad y la sostenibilidad”.