“Tenemos que bajar el concepto Derechos Humanos a un lenguaje simple y pragmático que le brinde sentido a las empresas”
En esta nueva publicación para el Hub sobre Derechos Humanos y Empresa presentamos una entrevista a Karin Eggers, especialista en la materia que visitó el país para brindar un Taller de Debida Diligencia organizado por Pacto Global Argentina. En la charla analiza los principales desafíos para América Latina, las oportunidades que se le presentan al sector privado, las lecciones de la experiencia chilena en la implementación del Plan de Acción Nacional, los desafíos que plantean las nuevas tecnologías, y su opinión sobre el tratado vinculante de la ONU, entre otros.
¿Cuáles son los principales desafíos para América Latina en materia de Derechos Humanos y Empresa?
Es una gran pregunta. Creo que uno de los principales desafíos para el Desarrollo Sostenible en la región tiene que ver con la institucionalidad, con el contexto de cada país, y con el contexto en que se desarrollan los negocios. Porque dentro de eso está el tema de Derechos Humanos.
En ese sentido, es difícil hablar de una agenda de Derechos Humanos, de priorizar algo sin entender el contexto país. Porque estos temas, que son una mirada preventiva y voluntaria, si no se instalan en un contexto adecuado tienden a diluirse.
Para graficarlo mejor, la primera responsabilidad es del Estado, que tiene que liderar con el ejemplo. Pero es importante que haya otros lineamientos, como pueden ser por caso el de las Bolsas de Comercio que, desde una mirada mucho más empresarial y no solamente de iniciativas voluntarias aisladas, efectivamente se traduzcan en una nueva manera de hacer negocios, integrandolo en el corazón de sus actividades.
En este punto quiero destacar que tampoco hay que quitarle mérito a quienes parten por iniciativas aisladas, porque al final el tema de Derechos Humanos es tan amplio, que ese creo que es otro desafío: el cómo adoptar un lenguaje que no sea tan ajeno a las empresas para que se apropien del tema, sobre todo en latinoamérica que tenemos una historia de dictaduras.
Y aquí aparece desafío: cómo lo llevamos a un lenguaje empresarial y le demostramos a las empresas que ya están gestionando temas de Derechos Humanos. Muchas veces, incluso, los mismos ya se encuentran en las legislaciones de los países, por lo tanto hay ahí un primer nivel que está cubierto, a veces más a veces menos.
El siguiente desafío es cómo podemos traducir el tema de los Derechos Humanos en lo que significa para cada sector. O sea, para hablar de Derechos Humanos en la banca hay que decir de qué estamos hablando. Lo mismo pasa con el sector extractivo, el retail, etc. El desafío entonces es ese: bajarlo a un lenguaje simple y pragmático que le brinde sentido a las empresas.
¿Cómo se hace para quitarle esa impronta negativa asociada a la historia difícil de nuestra región para hablarles en un lenguaje empresarial?
Yo creo que primero es reconociendo la historia y educando, sobre todo a los máximos líderes. Creo que también el principal desafío de las organizaciones es que los máximos líderes vean los beneficios de este enfoque, el cual es un enfoque preventivo que genera valor, pero que pone a la persona en el centro. Yo creo que ningún empresario hoy en día no va a estar de acuerdo con eso. Seguramente le falte información, y son los máximos líderes los que tienen que llevar esa bandera.
¿Por dónde pasan los beneficios y las oportunidades para abordar los Derechos Humanos desde el sector privado?
Hay diversos estudios que muestran que las empresas que gestionan mejor sus riesgos son a mediano y largo plazo muchos más rentables. Incluso lo pueden ser a corto plazo, ya que pueden ahorrarse multas, paralizaciones de las operaciones, etc. Por lo tanto la mirada preventiva trae consigo siempre beneficios. Así como los trae la salud y seguridad ocupacional, con Derechos Humanos pasa más o menos lo mismo.
Si gestionas mejor tus riesgos vas a ser una empresa más sólida y por ende vas a valer más para los inversores, pero también para tus otros grupos de interés que hoy en día están mucho más exigentes y expectantes del quehacer de la empresa. Tenemos una sociedad civil y una ciudadanía mucho más empoderada, hiperconectada. Por lo tanto, lo que antes eran “errores” o “negligencia” y no se enteraban, hoy en día no, hay un cuestionamiento generalizado hacia las instituciones y hacia las empresas también. Por lo tanto hay riesgos que tienen que ver con temas reputacionales, riesgos sociales, riesgos legales, que solamente una mirada preventiva puede abordar.
Por otro lado, también genera valor. Hoy en día las empresas están llamadas a construir una sociedad mejor. Volver a lo que era la empresa cuando nació, que era ser un actor social. Y de ahí que junto que con la Agenda 2030 de los ODS, la primera responsabilidad de la empresa es hacerse cargo de los impactos. Y eso es finalmente el enfoque de Derechos Humanos: es cómo nos hacemos cargo de los impactos, tanto negativos como positivos, en las personas y en el medioambiente.
¿Qué se puede aprender de la experiencia chilena en la implementación del Plan de Acción Nacional sobre Derechos Humanos y Empresas?
Llevar adelante un Plan Nacional de Empresas y Derechos Humanos debe haber sido una tarea muy ambiciosa. Yo en esa época estaba como gerente de una empresa multinacional, y por ende participé como empresa.
Creo que uno de los principales valores del Plan, más que las metas y las exigencias hacia las empresas, lo cual vendrá en una segunda etapa, fue sentar en la mesa a hablar sobre las temáticas de Empresas y Derechos Humanos a los diferentes actores, tanto de la sociedad civil, las asociaciones empresariales, las empresas, los ciudadanos, los ministerios. Creo que eso produjo un movimiento muy importante que sentó las bases para armar el Plan Nacional. Con los aprendizajes de que efectivamente era difícil porque no se contaba con el presupuesto.
A mi juicio quedó de una manera poco ambiciosa hacia las empresas porque tiene un foco abiertamente orientado a las empresas del Estado, porque ahí está el primer deber de que el Estado proteja los Derechos Humanos. No fue muy ambicioso pero está bien, porque creo que asustar en ese minuto podría haber sido contraproducente. Y en este segundo momento la idea es que sea mucho más vinculante, que se pueda monitorear, que puedan haber metas para ir viendo avances, y no solamente que las empresas pongan a buena voluntad algunas iniciativas aisladas.
Creo que también el principal aprendizaje en comparación con lo que hemos hablado con Perú y lo que está pasando acá en Argentina, fue el generar el espacio de elaboración de este tema, de conversación. Una línea base y espacios de participación que son muy importantes para que el tema se vaya materializando en la cultura.
¿Qué debe hacer una empresa para implementar los Derechos Humanos puertas adentro y no quedar sólo en enunciados?
El enunciado es muy importante cuando hay un compromiso político que viene del alto nivel, pero no basta. Pero es el primer movimiento que tiene que haber. Una declaración pública de las altas esferas hacia todos los públicos de interés, de un compromiso en respeto a los Derechos Humanos. Pero es el punto cero.
Después de eso hay que ponerse a trabajar y llevar adelante todos los procesos que instan los Principios Rectores: identificar dónde están tus impactos reales por riesgo (reales y potenciales), cuáles son los grupos vulnerables que podrías estar afectando, cómo te haces cargo de ello, cómo vas haciendo en ese proceso de debida diligencia la comunicación con los posibles afectados (eso es algo que a las empresas muchas veces les da miedo). Y cuando todo eso ya sucede, cómo lo integro en la gestión de la empresa.
Finalmente una empresa que ya lo tiene integrado en su mapa de riesgo con el cual se gestiona, cuando los Derechos Humanos están integrados en ese plan de riesgos, ya estamos hablando de una empresa que lo logró, que lo reporta al directorio, que hay un directorio que está mirando el tema, y que no es una iniciativa de un área de sustentabilidad, sino que efectivamente está dentro de la gobernanza de la empresa.
¿Qué sucede con la cadena de valor? ¿Cómo deberían aborda el tema?
Ese es un desafío que es abordable pero muy difícil. Por lo tanto, hay que partir con pequeños pasos priorizando dónde están tus principales riesgos en términos de severidad, de probabilidad de ocurrencia. Partir con pasos pequeños es un gran avance ya que hay empresas que tienen miles de proveedores.
Los especialistas como Ruggie y Shift dicen que en el segundo eslabón (el proveedor de tu proveedor) es donde están los riesgos. Llegar a eso es un trabajo a mediano plazo. Es muy difícil pero no imposible. Por eso hay que priorizar, ser realistas y dialogar e involucrar a los proveedores en esta tarea conjunta. Hay que mostrar los beneficios, poner incentivos acordes a la conducta empresarial responsable, y ser coherentes como empresa.
¿A priori cuáles son los rubros más críticos en América Latina?
En términos de Derechos Humanos uno podría decir que hay algunos más importantes que otros, pero son todos igualmente importantes. Tanto alguien que pudiese ser afectado en su dignidad como persona como empleado temporario en la industria del agro es igualmente crítico a alguien afectado en la industria extractiva, que es lo primero que se viene a la mente.
Hay sectores que tienen más riesgos que otros, y hay países que tienen un contexto que por la falta de institucionalidad generan más riesgos. Por ejemplo, donde temas como el trabajo infantil no se logran mirar ni pasa nada si es que alguien lo levanta. Es ahí donde están los mayores riesgos. Más que la industria, porque todas las industrias tienen impactos, pero el contexto en que se desenvuelven es lo que les da la magnitud y hace que ese impacto se magnifique. Y en esto en latinoamérica tenemos diversidad de realidades.
El extractivo uno diría que es el que primero viene a la mente y es el que más ha avanzado en la materia. Pero todos, el retail, la banca, etc. Hoy en día con los temas de big data y la privacidad de la información, en el fondo todos nuestros derechos están siendo reformulados. No es solamente la afectación concreta, como uno puede pensar en el sector extractivo.
¿Cómo se relacionan las nuevas tecnologías y la economía colaborativa con los Derechos Humanos?
Estamos viendo una buena época de página en blanco que se está volviendo a escribir. En algunos países de latinoamérica, por lo menos hablo desde Chile, muchas veces nos escudamos con que esté o no en la ley.
Los Derechos Humanos pueden estar en la ley dependiendo del país, pero por lo general no lo están. Por lo tanto estas nuevas economías, mercados y nuevas maneras de gestionar negocios tienen que poner el foco en el respeto a los Derechos Humanos, esté o no en las exigencias legales. Y ese es un desafío que todavía no tiene mucha respuesta.
Creo que el papel de las agrupaciones empresariales es clave. Más que las motivaciones individuales de cada empresa, también desde los sectores hay que dar lineamientos claros en el respeto a los Derechos Humanos. Por ejemplo, a través de incentivos, normativas, lineamientos, etc, donde los principales derechos podrían verse afectados por cada actividad.
¿Cuál es la relación entre Derechos Humanos y Cambio Climático?
Lamentablemente, como en muchos otros temas, las víctimas del cambio climático son principalmente los más vulnerables de la sociedad. Las principales catástrofes de cambio climático las viven las comunidades vulnerables o excluidas de la sociedad, ya sea por pobreza, o indígenas, o mujeres. Y eso lo vemos con todas estas catástrofes como los incendios, aluviones.
Hay una relación directa entre las consecuencias del cambio climático en latinoamérica, donde están varios de los países más vulnerables, con el estado de vulnerabilidad en general. Entonces, deberíamos poner nuestro esfuerzo como sociedad para tratar de revertir o proteger a aquellos grupos más vulnerables.
Tuvimos la crisis de Nike, luego la de Bangladesh ¿Podemos estar seguros de que no volverá a suceder?
Es una pregunta difícil. Creo que hoy en día con las tecnologías de la información las noticias se saben más rápido, y eso tiene un lado bueno de permitir visibilizar los problemas. Quizás antes hubo otras crisis que ni siquiera nos enteramos.
No obstante, creo que el sector privado y los Estados principalmente hablando de América Latina, van lento en esta materia. Por lo tanto, que existan riesgos de que algo así vuelva a ocurrir yo, honestamente, creo que lamentablemente si. Mientras no apuremos la marcha y no pongamos efectivamente a la persona en el centro, con todas las implicancias que eso tiene, estamos siendo un poco cómplices de que algo así ocurra nuevamente.
¿Cómo percibe el tema diversidad en el sector privado en América Latina?
Ha tomado mayor visibilidad el tema del empoderamiento femenino, de los derechos de la mujer. Aun así, por lo menos en mi país, en Chile seguimos teniendo una participación laboral femenina por debajo del promedio de latinoamérica. Todavía estamos muy por debajo de los indicadores OCDE y otros estándares. Y si lo miramos en las cifras de tasas de participación laboral femenina en cargos de toma de decisión es peor todavía. Por lo tanto, yo siento que estamos atrasados.
En temas de diversidad e inclusión en general, yo esperaría que todos los países de latinoamérica avanzaran más rápido. Por ejemplo, en el tema de inclusión de personas con discapacidad no sólo fijar metas porque sí, sino cómo efectivamente preparamos una institucionalidad para que eso ocurra. Brasil lleva 25 años con una ley de inclusión, y no obstante algunas empresas han reportado que en realidad es muy difícil que eso sea una inclusión efectiva.
Entonces hay que ver cómo nos hacemos cargo entre todos los actores de la sociedad, ya que esto no es sólo un deber del Estado o sólo de la empresa, sino que es de todos como ciudadanos desde nuestros ámbitos de influencia. Y esto significa incluir desde la no discriminación en nuestras culturas, tanto desde las acciones individuales como desde las acciones corporativas.
Quizás la mujer ha tomado más visibilidad, aunque no estoy tan de acuerdo con que se haya avanzado tanto. Creo que es más visibilidad. En algunos gobiernos se ha avanzado en cosas concretas, por ejemplo en el gobierno de Michelle Bachelet se establecieron cuotas para los directores de las empresas de los Estados, el cual fue un logro importante.
Pero en diversidad e inclusión no basta sólo con la buena voluntad, hay que forzar, hay que tener acciones afirmativas para lograr vencer el statu quo, e incorporar e incluir de una manera eficiente y satisfactoria a quienes no han podido desplegar todos sus derechos.
¿El éxodo de ciudadanos de Venezuela a países de la región es una oportunidad para trabajar el tema de los Derechos Humanos desde el ámbito de la empresa?
Absolutamente. Aunque creo que lo estamos viendo de manera parcial. Creo que es un tema complejo y nuevo que nos conecta con nuestros desconocimientos, nuestras ignorancias, con los prejuicios.
En latinoamérica la mayoría de los países todavía tenemos migrantes como de primera categoría asociado a países europeos, y migrantes de segunda categoría asociado a países vecinos. Por lo tanto hay un tema de Derechos Humanos de la dignidad y la igualdad de cómo esas personas participan y despliegan sus derechos en un país nuevo. Pero creo que estamos aprendiendo y pienso que debería haber mayor colaboración entre todos los países.
¿Cuál es su opinión sobre el tratado vinculante de la ONU sobre Derechos Humanos y Empresas?
Mi mirada es que en estos temas hay que forzar un poco más para que las cosas sucedan y se rompa el statu quo. Por lo tanto, ese tipo de tratados más vinculantes incentiva y nivela para arriba. Da mucho miedo y puedo entender, pero creo que es más miedo que posibles obstáculos.
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