“El gran éxito del ESG es que los inversores lo han tomado como bandera”

22.09.2022 | Entrevistas

Así lo afirma Alberto Andreu, Profesor Asociado de la Facultad de Económicas de la Universidad de Navarra y Presidente de DIRSE (Asociacion Española de Directivos de Sostenibilidad, ASG). Su mirada sobre si el concepto ESG es superador de la sosteniblidad, el por qué se pasó de un greenwashing en comunicación a uno financiero, el rol que están jugando las taxonomías, sus ideas para abordar la polarización en los debates, los roles que deben jugar los directores de sostenibilidad, y su predicción sobre el futuro los Reportes, fueron algunos de los temas abordados en la entrevista.


¿El concepto ESG es superador de la sosteniblidad o estamos hablando de lo mismo?

Yo creo que estamos ante una evolución natural. Cada vez que se ha hablado del concepto de responsabilidad social corporativa, o del concepto de sostenibilidad, siempre se puso énfasis en tres grandes bloques. Primero que se cumpla la ley. Luego más allá de la ley hacer dos cosas: primero gestionar los impactos negativos, y maximizar los impactos positivos en todo aquello que tuviera que ver con el desarrollo económico, social, y ambiental. De ahí sale la idea de John Elkington de la triple cuenta de resultados.

¿Pero qué es lo que ocurre y por qué hoy está cobrando tanto éxito la expresión ESG? Básicamente porque el mundo inversor se mete en ella para hablar de triple cuenta de resultados, y de una manera de gestionar. Para hablar de lo económico que es la “E”, de la sociedad que es la “S”, y de la gobernanza que es la“G”. En esencia hemos estado siempre hablando de riesgos y de oportunidades inherentes al desarrollo económico, social ,ambiental.

Hay una película de Disney, Aladdín, en la cual el genio dice una frase que es estupenda: “¿Sabes cuál es la regla de oro? Que quien tiene el oro hace las reglas”. Bueno, aquí el que tiene el oro son los inversores, y se han apropiado mucho de este concepto, y lo están sacralizando.

Pero en síntesis, yo creo que estamos hablando de un mismo modelo de gestión. Y es interesante porque quizá la máxima expresión ahora mismo de disclosure en materia de sostenibilidad que utilizan los inversores es el TCFD, que habla de riesgos, habla de oportunidades, habla de gobernanza, y habla de métricas. Es decir, estamos hablando sistemáticamente de lo mismo, pero el gran éxito es que los inversores lo han tomado como bandera.


¿Por qué últimamente se vincula tanto a los criterios ESG con el greenwahsing?

Creo que es consecuencia de lo anterior. Al haberse incorporado los inversores en este circuito ahora aparece un nuevo concepto de greenwashing.

Sucede que históricamente hemos hablado de greenwashing desde el punto de vista de la  comunicación, que básicamente era una sobreexposición de mi realidad. Pero ahora hemos pasado a un greenwashing en materia financiera ¿Como consecuencia de qué? De que los inversores aparecen ¿De dónde viene el greenwashing en materia financiera? De que muchos financiadores y muchos financiados están calificando como proyectos fondos de inversión ESG a cosas que no se podrían catalogar como tales.  

Y aquí es donde aparece el concepto de la taxonomía, que en última instancia no deja de ser más que un catálogo de proyectos en materia especialmente ambiental, donde aquellos inversores o financiados pueden decir que si en su balance figura este tipo de proyectos se puede considerar como un proyecto ESG.

El problema es que han habido determinados escándalos, como el caso del Deutsche Bank, que en un momento determinado imputaron en su activo como inversiones ESG cosas que no lo eran. Por eso en el mundo se están lanzando las taxonomías. La Unión Europea ha sacado la suya, y hay 5 taxonomías más funcionando a nivel internacional, sumado a que hay 26 proyectos de taxonomía en el mundo, que básicamente son un listado de proyectos.

Con respecto a las taxonomías, el listado verde es razonablemente fácil, el listado de la “S” es un poco más difícil, y el listado de la “G” puede parecer más difuso. Por eso, los proyectos de la “E” son los que están calificados como taxonómicos (por ejemplo, una planta de hidrógeno verde es algo claro). Sin embargo, un proyecto de inversión para ver la transparencia en la trazabilidad de la cadena de suministros, que sería de la “S”, no es tan nítido.

En el caso de la Unión Europea sucede además que en el tema ambiental la competencia es de la Unión Europea (de la Comisión que es competencia transnacional). Pero en el caso social, las políticas sociales, y en consecuencia las inversiones de la “S”, son competencias nacionales donde la Comisión no puede regular.

Entonces el greenwashing hoy tiene esas dos vertientes, la comunicacional y la financiera. De ahí  que han surgido las taxonomías.

Yo creo que al final, y esta es mi opinión, se va a producir un proceso de globalización de capitales, que ya lo estamos viendo, donde inversores globales como Blackrock apliquen los mismos criterios en diferentes zonas geográficas. Y esas taxonomías van a ir surgiendo por la fuerza de los hechos.


¿Qué rol están teniendo la ideología y la polarización que se vive en la actualidad al momento de abordar la sostenibilidad?

Esta es una de las cosas que más me preocupa. Porque veo argumentos sólidos en el lado del sí, y en el lado del no.

En un mundo polarizado, como el que tenemos ahora, este es un tema que se ha incorporado al debate. Y yo creo que en este contexto es importante diferenciar dos cosas. Primero tenemos que diferenciar los hechos y las evidencias, y después qué soluciones le damos a esos hechos y esas evidencias.

Por ejemplo, en el calentamiento global hay estadísticas que muestran que hay hechos y evidencias concretas de lo que estamos hablando. Luego hay otro hecho y otra evidencia que es la necesidad de transparencia de cara a que el inversor cuando tome una decisión la tome de mandera formada. Y que la tome formada desde el punto de vista tanto de la información financiera como de la información no financiera.

La siguiente pregunta es qué respuesta le damos a la gestión de esos hechos y esas evidencias. Creo que es ahí es donde empieza una carga diferente desde el punto de vista de planteamientos ideológicos.

Por ejemplo, aquí en Europa tenemos el problema de cómo podemos reducir el costo de la energía. Algunos sugieren poner topes en los precios, y otros plantean bajar impuestos. Pero los dos grupos reconocen que el costo de la energía se ha multiplicado. El problema ideológico sería otro si te encontraras con gente que niega la evidencia, como que el planeta no se calienta. Sería el caso de los terraplanistas o de los que negaban la existencia del COVID. Esto no admite discusión, ahí no hay ideología. Porque sería como hablar con gente que no reconoce los hechos.

Por eso, creo yo, que desde el punto de vista de la ideologización tenemos que ser capaces de reconocer hechos y evidencias, y después si entra la ideología o los planteamientos ver qué respuesta le damos eso ¿Le damos un planteamiento más regulatorio, le damos un planteamiento más de libertad de mercado? Insisto, ese tratamiento legítimo me parece razonable, pero cuando te niegan la evidencia no, porque no hay debate posible.

Otro ejemplo que ilustra lo que estoy diciendo es el que se publica en la revista de Gobierno Corporativo de Harvard. Es un artículo que escribe el profesor Robert Eccles, uno de los académicos que más ha trabajado en el mundo del Reporte Integrado, y lo escribe él que es un reconocido demócrata, junto con un senador del partido republicano que se llama Daniel Crowley.

Es muy interesante porque el artículo lo firman los dos, y ambos plantean que la Corte Suprema estadounidense determina que hay que diferenciar lo que son los hechos y lo material, de lo que es la gestión. Y dicen que “para la Corte aquello es material si existe una probabilidad sustancial de que un accionista razonable lo considere importante para decidir cómo votar o si existe una probabilidad sustancial de que la divulgación de ese hecho omitido hubiera sido vista por el inversionista como que haya alterado significativamente la combinación total de valor”. Ellos parten de una realidad, luego luego reportan los hechos, y después que cada uno haga el tratamiento de gestión y aquello que corresponda.

El problema que tenemos es que ahora estamos confundiendo y negando los hechos. Hay gente que niega que existe un calentamiento del planeta, o hay gente que niega que el tema del reporte ambiental sea material.

Insisto, con terraplanistas vamos a tener que seguir viviendo. Porque una cosa es decir “yo no creo en la sostenibilidad”, porque se pueden tener creencias personales, creencias religiosas. Pero los hechos, son los hechos. Y creo que hay que hacer esta diferencia ¿En qué no cree usted? ¿En el hecho o en la medida de gestión? En la medida gestión creo que hay muchos intereses legítimamente distintos.

Y en el caso de Texas es muy importante porque muchos Fondos de Pensiones están indexados a las compañías petroleras. Y si, por ejemplo, se produce un fenómeno de inversión negativa, es decir aquello donde no se invierte los precios ahí se caen, lo cual significaría que las pensiones de los ciudadanos de ese Estado se pueden ver perjudicadas, eso creo que es legítimo plantearlo.

Por eso, yo creo que es muy importante diferenciar los hechos, de las medidas de gestión que se aplican sobre los hechos.


¿Cómo pueden los Consejos de Administración acelerar su trayectoria ESG?

Esta es una pregunta muy pertinente porque en última instancia, al final, de lo que te das cuenta es que es elevar un tema a agenda de proceso de decisión.

Veo varias cosas. Primero, desde el punto de vista del concepto de cultura hay que incorporar en la agenda del Consejo los elementos de discusión de este tema. Esto es fácil. Determinados estudios dicen que cada vez más se habla de estos temas. Pero cuidado, una cosa es hablar y otra cosa es gestionar.

Vamos a la gestión. Hay que empezar con la idea del accountability ¿Qué significa el accountability? Definir un cuadro de mando al cual asignarle indicadores, establecer objetivos, y asignar responsabilidades. Aquí muchas veces los expertos en normas de organización hablan del concepto de las matrices RACI: quién hace la tarea, quién toma la decisión, quién tiene que ser consultado, y quién tiene que ser informado.

Yo creo que aquí estamos igual, Si yo tengo un cuadro de mando donde ingresamos una serie de indicadores, en la “E”, en la “S”, y en la “G”, indicadores de primer nivel que luego voy a reportar en el disclosure a los inversores, para cada uno de esos indicadores tengo que meter una serie de proyectos, y tengo que decidir quiénes son los gestores.

¿Qué significa esto una vez que tengo el accountability? Que tengo que montar un sistema de gobernanza donde el Consejo tenga la capacidad de interactuar con los miembros del Comité Ejecutivo, que son aquellos que gestionan, y también con el responsable de sostenibilidad, que sería la tercera pata del triángulo.

Entonces insisto, todo pasa por el accountability, por el cuadro de mando, y todo pasa en última instancia por definir responsabilidades asignadas a la gestión de esos objetivos, para luego meterle un concepto de retribución.

Con respecto a los bonos de compañía, por regla general históricamente en la retribución hay una retribución fija y una retribución variable. La retribución variable por lo general funciona de dos maneras. El bono de compañía, donde si todos en la compañía cumplen este objetivo significa que podrán comprar bono o cobrar bono. Y si no se llega a un mínimo tal, ya no puede haber la posibilidad de un bono individual. Entonces en los bonos de compañía se están metiendo criterios de la “E”, de la “S”, o de la “G”. Y estos indicadores metidos ahí por el Consejo de Administración a los órganos ejecutivos también funciona.

En consecuencia tienes: 1) conciencia, que es dialogo; 2) accountability, con objetivos e indicadores y gestores; y 3) retribución. Todo eso en un triángulo que se forma entre el Consejo, el Comité Ejecutivo y el Director de Sostenibilidad.


¿Una empresa puede abordar estos desafíos sin tener un gerente de sostenibilidad de nivel seniority?

Esta pregunta no me la haría si estuviéramos hablando del director financiero, del director de recursos humanos, o del director de operaciones.

Yo considero que todas las funciones expertas necesitan unidades expertas. Porque si no tienes gente experta, este es un tema tan omnicomprensivo que todos tendrían que saber de todo. Y eso no se produce en ninguna función.

Aquí nos encontramos con que el responsable de sostenibilidad tiene dos roles. Tiene un vertical con una serie de funciones propias, como conocimiento de metodologías, conocimiento de estándares, etc. Pero luego tiene otra función transversal, que es cómo es capaz de incorporar eso en el área de compras, en el área de operaciones, en el área de marketing. Pero con una pequeña particularidad, y es que el responsable de la sostenibilidad en marketing no es el director de sostenibilidad, es el director de marketing. Que el responsable de finanzas sostenibles no va a ser el responsable de sostenibilidad, es el director financiero. Que el responsable del aseguramiento de la cadena de suministros no va a ser el responsable de sostenibilidad, va a ser el director de compras.

Por eso, no es posible una función transversal y vertical a la vez sin una unidad que cumpla ese rol. Y yo creo que eso es muy importante. Porque recordemos ¿Las compañías pueden gestionar sus finanzas sin un director financiero?


¿Hacia dónde van los Reportes de Sostenibilidad?

Depende de la regiones del mundo. Pero creo que hay un consenso, y es que la información no financiera es relevante para la toma de decisiones de inversión.  

Si yo pongo mi dinero en una compañía de la que desconozco su riesgo climático, mi activo se puede ver muy deteriorado. Este es el problema, es el consenso que decía el profesor Eccles con el senador republicano. El desafío es cómo le damos respuesta a eso. Si el disclosure es importante habrá diferentes regiones que le den respuestas diferentes. Por ejemplo, Europa ha optado por la nueva Directiva de Reportes de Sostenibilidad, la CSRD, donde han incluido un set común de indicadores para que en última instancia todas las empresas europeas reporten la información de sostenibilidad en el mismo esquema y en un formato electrónico, en una plataforma, que entre otras cosas permite la comparabilidad.

¿Qué han hecho los americanos? A través de la SEC han decidido que va a haber un cierto reporte, y un cierto disclosure. Porque entienden que es material a la hora de abordar los problemas de inversión. Pero ahí ya empieza a haber diferencias. En Europa, por ejemplo, va a ser obligatorio el reporte de los alcances 1, 2 y 3 en materia de gases efecto invernadero; mientras que la SEC se ha quedado con el alcance 1 y 2.

¿Qué nos vamos a encontrar? En mi opinión, va a haber un cierto consenso generalizado por parte de la inversión global, donde los grandes inversores como Blackrock, van a optar por TCFD, que de momento pide alcance 1 y 2, y previsiblemente vaya a pedir alcance 3. Pero TCFD no pide doble materialidad. Pide una materialidad común y planes de trabajo de acuerdo a los valores de París de 1,5° / 2°.

Nos vamos a encontrar con esas diferencias, pero es el mismo disclosure. Para que cuando alguien invierta conozca los riesgos que está tomando y la manera de minimizarlos. Y ese riesgo va a ser distinto en cada país, habrán legislaciones distintas, más o menos extensas. Pero luego yo creo que se va a imponer la realidad de los hechos, que es la inversión global. Esto afectará más a compañías globales y no tanto a compañías locales.

Y otra cosa importante que veo es que empieza a haber un cierto acuerdo de que previsiblemente en los próximos cuatro o cinco años a la información no financiera se le van a pedir los mismos requisitos de verificación y de auditoría que a la información financiera.

En este momento hay algunos países, y la Unión Europea lo plantea así, que le pide a la información financiera que sometan sus cuentas a auditoría, lo que técnicamente se llama aseguramiento razonable. Para hacerlo sencillo, significa que el auditor da fe con su firma de que esa imagen es fiel a los resultados y al balance de la compañía.

Hoy a la información no financiera se le pide un proceso de lo que se llama verificación, que técnicamente se llama aseguramiento limitado, lo cual significa que quien hace esa verificación no da una imagen fiel sino que dice que atendiendo a los datos que ha recibido cree que no hay problemas mayores.

Lo que se está planteando es que si es material tendré que tener los mismos criterios de aseguramiento para lo financiero y lo no financiero. Por eso hay muchas personas que empiezan a pensar que si va a ser obligatorio el aseguramiento razonable, es decir la auditoría por información no financiera, vamos a tener un esquema de equiparación de las dos informaciones.

Yo creo que vamos a tener diferentes niveles de regulación, en diferentes países. Y creo que en Europa y en EEUU esto es lo que va a pasar.

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