"Hay frustración porque no prosperó el tema de género en la elección del Secretario"
El Embajador Martín Garcia Moritán, máxima autoridad de la Misión Permanente de la República Argentina ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), conversó con ComunicaRSE sobre la aplicación de la Agenda 2030 en la Argentina y el rol que el sector privado cumplirá en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La Argentina se está alineando con los principales marcos de Naciones Unidas como la nueva Agenda 2030 y la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¿Cuándo se espera tener las metas nacionales para implementar los ODS?
En enero de 2016, Argentina inició un proceso de adaptación encabezado por el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales. Se arrancó con la priorización de metas y se espera que para fin de este año se presente el listado completo de Objetivos priorizados. Le continuará una segunda etapa de adaptación de la plataforma a cada área y ministerio. Esto arrancará entre abril y mayo del 2017.
Estamos trabajando los 17 Objetivos de forma coordinada, que es justamente como lo pide la Agenda 2030. Los Objetivos del Milenio, que fueron una buena iniciativa, fracasaron porque cada agencia de Naciones Unidas los manejaba por separado. Con los nuevos Objetivos la idea es trabajarlos coordinadamente, también a nivel nacional. Por eso la Ministra de Desarrollo Social ha creado una Comisión Interministerial para trabajar los ODS.
Además, te adelanto que la Argentina se ha postulado voluntariamente para exponer los avances de la implementación de las metas 2030 en julio del año que viene. Desde el Ministerio de Desarrollo Social se está avanzando con esto y se está poniendo especial énfasis en el trabajo con las pymes en temas de responsabilidad social y trabajo decente. El rol de las empresas será clave para implementar la nueva Agenda.
¿Cómo se involucrará a las empresas en estos planes?
Uno de los ejes de la nueva agenda es el trabajo decente. La alianza con el sector privado para implementar los Objetivos de Desarrollo es clave, sobre todo para este punto. Necesitamos que las empresas se pongan en línea con el trabajo en blanco y nosotros pretendemos ofrecerle la ayuda necesaria para que esto no les implique una carga, como por ejemplo ofreciendo beneficios como exención de impuestos y otros incentivos.
Los otros ejes priorizados son la erradicación de la pobreza, el fortalecimiento de instituciones y el trabajo en la protección de los Derechos Humanos. Y esto se vincula directamente con la responsabilidad social empresaria.
En materia de Derechos Humanos, ¿cuáles serán los ejes de acción de la Argentina?
Para el año que viene estamos organizando junto a la OIT y a Unicef una conferencia regional en Buenos Aires sobre Derechos Humanos, trabajo decente y responsabilidad social. El objetivo es dar seguimiento al tema luego de dos años de la última conferencia. Los Derechos Humanos serán abordados desde dos ejes de acción. En primer lugar se trabajarán los DD.HH vinculados a la Agenda 2030 y a la Agenda social. Esto se realizará en particular en la segunda y tercera Comisión de la Asamblea General. Por otro lado, se trabajarán los Derechos Humanos relacionados al acceso a la justicia en la sexta Comisión de la Asamblea.
La Argentina ha anunciado varias iniciativas relacionadas al tema de Refugiados, un eje central de la Asamblea General este año. ¿Qué rol pueden cumplir las empresas para apoyar el trabajo del Gobierno en este sentido?
Primero el Gobierno tiene que crear las condiciones y requisitos para la recepción de personas refugiadas. Se espera que ingresen 3000 familias en los próximos años, ese es el compromiso asumido con Naciones Unidas. Ahora, es necesario que el crecimiento económico venga de la mano de estas iniciativas para que las empresas puedan generar empleo y aportar desde sus capacidades. Todavía estamos en una etapa muy incipiente.
Acabamos de lanzar el Gabinete Interministerial destinado a llevar adelante los temas de migración y refugiados. La idea es trabajar de manera coordinada con otros ministerios, no sólo con la Dirección Nacional de Migraciones o con el Ministerio del Interior, sino también con la Cancillería, el Ministerio de educación, el Ministerio de trabajo. Con lo cual la articulación con el sector privado se dará a través de este Gabinete.
En la Asamblea, la Argentina presentó la ratificación del acuerdo de París. ¿Cuál será la estrategia para avanzar en la implementación del acuerdo?
La estrategia se basará principalmente en armonizar el desarrollo económico con la lucha contra el cambio climático. Es decir, uno no puede perjudicar al otro. La normativa ambiental no debe entrar en colisión con el desarrollo. Un caso ejemplar es el de las pasteras. El derecho que tiene un país para instalar una fábrica no puede ir en contra de la sostenibilidad ambiental. Hoy la normativa ambiental es clara, cuando se planifica un proyecto se evalúa su impacto ambiental. Ya no se trata sólo de una cuestión ambiental, es una cuestión de licencia para operar.
Para muchos el Acuerdo de París es más de lo mismo de Kioto. Para mí el Acuerdo de París es distinto porque ha sido ratificado por las dos mayores potencias del mundo, EE.UU y China. Esto es lo que hace la diferencia con los acuerdos anteriores que fracasaron. Son países que normalmente no firman nada que los comprometa. Pero creo que hasta ellos han entendido la importancia de luchar contra el cambio climático.
En relación a la elección del Secretario General, la semana pasada se definió al portugués Guterres como el candidato preferido. Muchos expresaron su decepción porque la cuestión de género no prosperó, ¿cuál es su opinión al respecto, y cómo evalúa la candidatura de Susana Malcorra?
Venimos trabajando el asunto de género desde antes de que Susana Malcorra presente su candidatura. Hace dos o tres años conformamos un grupo para propiciar la elección de una mujer para el puesto de Secretario General. Toda la campaña fue liderada por Colombia y apoyada por la Argentina. Además, el grupo impulsaba la equidad de género en todas las posiciones de liderazgo de Naciones Unidas.
Con respecto a la última elección, nos parecía que luego de 71 años de existencia del organismo era el momento para que una mujer asuma el liderazgo. En un momento determinado la mitad de los candidatos eran mujeres y esto lo percibimos como una victoria. Pero en las votaciones el resultado fue distinto, ninguna mujer alcanzó el segundo puesto.
Si bien creemos que el principio de rotación regional es importante, también creemos que el principio de igualdad de género es clave. Si le tocaba por rotación a Europa del Este, había muchas candidatas mujeres de esta región preparadas para cumplir con ambos principios. Y si no se conseguía una candidata de Europa del Este, este sistema de rotación no escrito indicaba que le correspondía a América Latina y ahí teníamos a Susana como una candidata más que calificada. Así se habría cumplido el principio de rotación y el de género. Pero no se cumplió con nada de esto. Se eligió a Europa Occidental y a un hombre.
Hay una sensación de frustración porque cuando se vuelva a elegir al secretario tendremos un organismo con casi 80 años de liderazgo masculino.
Se hablaba de que si Susana Malcorra hubiese escalado más en la carrera a Secretario habría recibido el veto de Gran Bretaña por el asunto de Malvinas, ¿Cree que esto podría haber sucedido?
No lo creo. Si hubiese sido la candidata elegida por todos los miembros del Consejo de Seguridad, los británicos habrían cedido porque saben perfectamente que teniéndola en el piso 38 su posibilidad de influir en el tema Malvinas sería nula. Es como pensar que el Papa Francisco, que está muy sensibilizado con Malvinas, usaría su posición para hacer una maniobra a favor de la Argentina. Lo que sucede es que estos puestos de alto nivel anulan los intereses particulares y nacionales que puedan resultar ser no neutrales. Hemos hablado de esto con los británicos y si ella hubiese sido la candidata no se habrían opuesto.
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