“La sostenibilidad es un movimiento que no se tiene que convertir en una conversación entre pocos”

14.06.2023 | Entrevistas

Así lo afirma Flavio Fuertes, Director Ejecutivo del Pacto Global Argentina. El balance de los primeros 19 años de la organización en el país, la necesidad de recuperar el optimismo del último gran consenso que se consiguió en 2015, su mirada con respecto a la cantidad de terminologías e iniciativas, el por qué se tiene que producir una apropiación social de la información de los reportes de sostenibilidad, y por qué es importante que el sector privado reporte su compromiso con la Agenda 2030 en el marco del Pacto Global, fueron algunos de los temas abordados en la entrevista.


¿Qué balance hace de los primeros 19 años de Pacto Global en Argentina?

El balance para nosotros es positivo. El construir una institución alrededor de un objetivo como es el de promover la sostenibilidad en el mundo corporativo, en un país que en 20 años estuvo marcado por la inestabilidad, por la dificultad en sostener un rumbo económico, por la dificultad en consolidar instituciones, creo que hacer funcionar una institución nueva ha sido un mérito. Lo digo en el sentido de que la Red de Pacto Global cuenta con un directorio que cada dos años se renueva, de empresas que quieren ocupar ese lugar en el directorio, de una presidencia que se visualiza claramente como parte de ese gobierno corporativo, y por el refuerzo del vínculo entre las empresas de Pacto Global y las Naciones Unidas.

Por otro lado, nosotros vemos como positivo lo que tiene que ver con el fortalecimiento de lo que llamamos nuestra propuesta de valor. Porque si uno ve la propuesta de valor de Pacto Global de hace 20 años atrás y ve la de hoy, se observa una propuesta de valor que de algún modo acompaña la trayectoria en este camino de sostenibilidad de las organizaciones, no perdiendo la inclusividad. Es decir, uno lo que ve es que hay empresas que están en condiciones de liderar ciertos temas, ciertas conversaciones en materia de Empresas y Derechos Humanos, en materia de descarbonización, en materia de género, en materia de integridad.

Pero también es un movimiento que necesita ser lo suficientemente inclusivo para que esto no se convierta en una conversación entre pocos. Y, en ese sentido, nuestra propuesta de valor incluye desde el nivel más avanzado en términos de inversión de tiempo y desarrollo de capacidades, que son nuestros programas aceleradores, donde este año alcanzaremos la cifra nada despreciable de 60 empresas en nuestros cuatro programas, y en donde logramos hacer una diferencia. Porque en esos programas aceleradores se busca escalar la ambición, se busca que las empresas revisen su estrategia en alguno de los temas de la sostenibilidad que mencioné y puedan mejorarla.

Luego está el segundo nivel, que son los Grupos de Trabajo, donde también imaginamos en los cuatro grupos tener unas sesenta empresas. Con lo cual ya estamos hablando de más de 100 organizaciones en nuestro país involucradas con un cierto nivel de compromiso con la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Y luego tenemos otro nivel que tiene que ver con la oferta más de formación, en donde las empresas se unen a Pacto Global con el nada despreciable objetivo de capacitarse, aprender, y adquirir conocimientos. Pero no hay ahí un compromiso de revisión de estrategia, ni de escalar su grado de ambición.

Entonces estamos satisfechos en el sentido de nuestra institucionalidad, nuestro crecimiento, nuestra propuesta de valor, y la aceptación que está teniendo la propuesta por parte del empresariado.

Nos queda como desafío seguir haciendo crecer la Red. Durante muchos años la Red Argentina fue la tercera más grande en la región. Nos superaban México y Brasil, dos economías mucho más grandes. Hoy estamos en el cuarto lugar. Nos supera la Red de Colombia, y muy cerca está la Red de Ecuador. Entonces lo que vemos es que en términos de crecimiento estamos encontrando un techo, y no sabemos por qué es. Una de las explicaciones puede estar dada por el contexto.

Lo cierto es que la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se convierte cada vez más en la agenda empresarial. Pero hay que pasar del compromiso dicho al compromiso de las acciones. En ese sentido, la nueva política de Comunicación de Progreso va a ser un desafío importante porque está pensada como un esfuerzo para tratar de evitar el greenwashing, está pensada como un esfuerzo para poder tener más datos y más evidencia empírica de cómo las empresas están implementando los Principios, y a través de la implementación de los Principios cómo están contribuyendo a los ODS. Y este es un ejercicio que todas las empresas tendrán que hacer, de responder entre 50 y 70 preguntas más allá del reporte de sostenibilidad. Porque antes con el reporte de sostenibilidad la Comunicación de Progreso se cumplía como requisito. Hoy además del reporte de sostenibilidad, que pasa a ser algo optativo, las empresas tendrán que responder entre 50 y 70 preguntas. Entonces probablemente es ahí donde tengamos este desafío en términos de crecimiento.


El año pasado mencionó en un evento que "hay que recuperar el optimismo del último gran consenso que se consiguió en 2015" ¿Por qué lo considera así?

En el año 2015 pasaron muchas cosas positivas. Se aprobó la agenda de los ODS, se aprobó el Acuerdo de París, hubo una revisión del acuerdo de Sendai.

El año 2015 abrió un gran optimismo en términos de conseguir muchos consensos convocando al sector privado, y el sector privado siendo protagonista de eso. Había una trayectoria optimista que fue de algún modo frenada por la crisis del COVD-19. Y sabemos que con el COVD-19 hubo un retraso importante en prácticamente todas las dimensiones y todos los indicadores de los ODS, en todas las Metas. En la de pobreza, en las ambientales, en las de desigualdad, ni qué hablar en las de género.

Por eso, me parece que el proceso de recuperación que se inicia en 2021/2022 tiene que ser un momento de volver a poner sobre la agenda la importancia de conseguir la Agenda 2030. En ese sentido, no hay que olvidarse que hay ciertos movimientos políticos alrededor del mundo que vienen hasta cuestionando este gran consenso que se alcanzó en el año 2015. Muchas fuerzas políticas, que en nombre de otros valores, vienen cuestionando la utilidad de tener una agenda consensuada a nivel internacional, de cómo conseguir ese futuro que todos queremos.

Me parece que el sector privado haciendo de algún modo realidad la implementación de esta agenda nos puede dar argumentos como para tratar de reducir que estos movimientos sigan cuestionando la utilidad de la misma.  

Porque el COVID nos mostró la debilidad de nuestro sistema de producción, de nuestro sistema de consumo, nos mostró que tenemos que tomarnos en serio esta agenda. Los informes del IPCC nos muestran que el proceso de recuperación muchas veces estuvo basado en transferencia de recursos hacia los grandes contaminadores. Me parece que llegó la hora de saber que va a haber ganadores y perdedores, y que sería bueno recuperar ese optimismo que tuvimos alrededor del año 2015.

Mi llamado es un poco a que esta agenda le va a proveer a los mercados de una estabilidad que necesitan para que los negocios puedan prosperar, y las empresas más conscientes se dan cuenta de que eso es así. Porque ya no es únicamente una agenda política, no es únicamente una agenda de las Naciones Unidas, sino que el propio mundo de los negocios se dio cuenta de que esta agenda le provee esa base estable para poder prosperar. Por eso deberíamos recuperar ese ideal que tanto nos reunió en el año 2015.


¿Cuál es su mirada con respecto a la cantidad de terminologías, de informes y de Iniciativas que existen en el mundo de la sostenibilidad?

La proliferación de términos ha sido una constante en los últimos 20 años. Pero lo que no tenemos que perder de vista es el objetivo final, el cual tiene que ver con cambiar la manera en que las empresas están haciendo los negocios.

Lo que ha habido en los últimos 20 años han sido distintos enfoques que ganan mayor o menor protagonismo, que definen una cierta terminología. No nos olvidemos cuando apareció la ISO 26.000 y todo el mundo hablaba de ello.

Hoy se habla de ESG, que fue un término que acuñó el Pacto Global en un informe del año 2006 que se llama “Who cares win”.   

Lo importante es entender que son todas terminologías que finalmente revitalizan el movimiento. Un movimiento que, insisto, empezó probablemente con el Pacto Global de una manera bien concreta. Pero que apuntan a un modelo de transformación en donde se generen prácticas de negocios cada vez más responsables con el ambiente, prácticas de negocio cada vez más responsables con los impactos negativos, y fundamentalmente desplegar ese poder de hacer el bien por parte del sector privado, en donde el sector privado encuentra que es bueno para su negocio y encuentra ganancias. Y donde cada vez más actores están hablando este lenguaje.

A mí no me preocupa la proliferación de términos en la medida en que no perdamos de vista el fondo, que son que las necesidades de la sociedad y las necesidades de las empresas, que están cada vez más unidas. Y las empresas cada vez toman más conciencia de que tienen un poder y que lo pueden utilizar para hacer el bien. Y que ese bien no significa nada altruista, no significa perder de vista sus objetivos económicos, sino que hacer el bien significa fundamentalmente garantizarse su sostenibilidad financiera en el mediano y largo plazo.

Hoy aparecen actores como el mundo financiero, que en realidad lo que están queriendo es poner los recursos en las empresas que gestionan mejor los riesgos sociales y ambientales. Y aparece este movimiento de ESG que no es ninguna otra cosa que evaluar el desempeño de las empresas en estas tres dimensiones. Para eso desarrollan su metodología y desarrollan sus Índices. Y es fantástico porque el mundo financiero tradicionalmente ha sido el último en entrar al movimiento de la sostenibilidad corporativa. Porque su mirada siempre fue de corto plazo. Entonces que algunos actores del mundo financiero empiecen a expresarse a favor de incorporar criterios de ESG nos da una espaldarazo importante a todas estas organizaciones que venimos convenciendo a los distintos actores, aunque nos falten todavía muchos más.

Pero me parece que lo importante en esta proliferación de términos es que el árbol no tape el bosque.


En el lanzamiento del PROCARSSE mencionó que para que los reportes de sostenibilidad lleguen a los tomadores de decisión se debe producir una apropiación social de la información ¿Qué significa?

Significa varias cosas. Primero que las empresas deberían ser conscientes de que el ciclo de comunicación no acaba con la presentación del reporte. Porque las empresas tienen que ser conscientes de que cada vez más deben practicar el lenguaje de la sostenibilidad. Y la publicación del reporte es sumamente importante, pero no acaba ahí.

Hay que entender que la empresa está conformada por distintas personas, y que cada vez más las personas que forman parte de una organización comprometida con la sostenibilidad en su uso de la palabra tienen que utilizar la información que está en ese reporte de sostenibilidad. Por ejemplo, el CEO de una empresa cuando va a una cámara debería poner los temas materiales que le preocupan a él como empresario dentro de la agenda de esa cámara. O cuando el director de Asuntos Públicos está en un evento de su sector debería también utilizar ese lenguaje. Y con esa información lo primero que hay que hacer es aumentar los niveles de la conversación, tanto de manera vertical como de manera horizontal. Porque más personas de las empresas a distintos niveles deberían conversar, deberían hablar sobre la sostenibilidad, y deberían utilizar esos indicadores que están en su reporte y hacérselo llegar a la contraparte con la cual están dialogando, sea un cliente, sea un proveedor, sea un regulador, sea un gobierno, o sea un financiador. Eso en primer lugar.

En segundo lugar, los tomadores de decisión tienen que considerar esta información y la tienen que poner dentro de su orden de prioridades. Porque los reguladores cuando piensen nuevas regulaciones deberían ver qué es lo que están haciendo las empresas líderes en esta materia para pensar regulaciones cada vez más inteligentes del mercado. Yo no estoy en contra de las regulaciones. Creo que nadie está en contra de las regulaciones. La Unión Europea y la SEC están emitiendo cada vez más directrices. Pero lo que necesitamos es que las regulaciones sean inteligentes. Y esa inteligencia tiene que estar cada vez más alineada con estas prioridades de sostenibilidad.

Porque las contrapartes, como son los diseñadores de política pública, los reguladores, los clientes, los propios sindicatos, son actores que también tienen que hablar esta conversación. Porque esa apropiación se tiene que dar desde los dos lugares. Las empresas hablando más el lenguaje de la sostenibilidad y difundiendo cada vez más la información en materia de sostenibilidad. Y el actor que está del otro lado de la mesa, pero que no está del otro lado del mostrador porque en principio esta es una agenda compartida, tiene que tomar esta información e incorporarla, y pensar cómo construye política pública, regulaciones, proyectos, iniciativas, sobre la base de estos objetivos de sostenibilidad que son compartidos. Me parece que ahí hay todavía un gran recorrido por hacer.

Lo bueno es que en Pacto Global Argentina hay entre 130 y 150 empresas que todos los años están entregando información no financiera, lo cual es mucho. Y si uno lo ve en clave histórica, cuando nosotros empezamos con Pacto en el año 2003/2004 era un grupo de no más de 15 empresas que lo hacía, y hoy estamos hablando de un piso de 130, y llegamos en un momento a un pico de 174 organizaciones, que publican en una página web su desempeño no financiero.

Ahora si queda ahí, cuál es el premio, cuál es el incentivo, qué es lo que hacen los stakeholders con esa información que la empresa pone en ese lugar, son preguntas que me parece que vale la pena hacerse. Y, en ese sentido, hay que apropiarse.


¿Qué conclusiones deja el 4to informe de Contribuciones de las empresas a los ODS que presentaron en el 19 aniversario?

Nos está dejando algunas conclusiones interesantes. Nosotros ya tenemos una serie de informes que están hechos sobre la base de lo que la empresa decide transparentar, que son los informes de sostenibilidad de las compañías, que muchos se convierten en su Comunicación de Progreso. Porque en nuestros informes no se trata de presentar un proyecto, una iniciativa de lo que se hizo el último año. El informe de sostenibilidad viene consolidando una manera de hacer negocios de la empresa, y esa es la información que nosotros tomamos. Ya tenemos cuatro informes en ese sentido, pre COVID y saliendo del COVID.

Lo que encontramos es que hay un núcleo duro de Objetivos de Desarrollo Sostenible que entraron en la agenda empresarial, y que independientemente de la coyuntura pareciera ser que las empresas van a seguir destinando tiempo, dinero, recursos y foco para lo que es de materialidad para las propias organizaciones empresariales. Ahí hay un núcleo duro de ODS.

Luego hay un segundo núcleo dentro de los 17 ODS que entran y salen, donde hay mucho de coyuntura. Por ejemplo, el ODS de Salud y Bienestar, el ODS de Igualdad de Género, el de partnerships, el ODS16 de instituciones. Aquí se ve que hay una coyuntura que explicaría que  aparece un tema en la agenda empresaria que lo deciden abordar uno o dos años y luego no se tornaría relevante para la organización.

También hay un tercer núcleo de ODS, que es el más preocupante para mí. Y son los que están ausentes en la agenda empresarial y que son ODS muy relevantes, y que independientemente de la coyuntura pareciera ser que las empresas tienen dificultades para internalizarlos. Aquí están el ODS1, el ODS2, el ODS de Vida Submarina, por ejemplo. Son como tres grandes Objetivos de Desarrollo Sostenible que no están en el top five de prioridades de las empresas. Y no es un problema de que la política pública no los priorice, porque claramente tanto el gobierno anterior como el actual a los ODS1 y ODS2 le han dado mucha prioridad, independientemente de la orientación política gubernamental y de la política pública. Entonces no parece ser que las empresas no lo priorizan porque la política pública no los pone en agenda. En ese caso distinto podría ser el ODS14 de Vida Submarina, donde sí me preguntaría si hay alguien que lo esté priorizando. Porque yo no sé si es parte de la prioridad de la política pública, y entonces parecería ser que para el sector privado tampoco lo sería. Ahora, para un país como Argentina que tiene un mar tan extenso, que tiene tantos ríos, no tener el ODS14 como una prioridad parece ser un error. Y si tenemos en cuenta la capacidad que tiene la vida submarina de influir, por ejemplo, en la lucha contra el cambio climático, entonces eso sí me preocupa.

Lo otro que también me preocupa es que si bien las empresas cada vez más declaran a un nivel político su compromiso con los ODS, lo que no se ve es una ambición acorde por parte de las empresas a esa declaración política, transformar ese compromiso con los ODS en un mayor grado de ambición empresarial. No se estaría visualizando. Y lo menciono, por ejemplo, con que las empresas muestran una preocupación por el ODS de cambio climático, pero no hay ninguna empresa argentina que haya firmado los objetivos basados en la ciencia. Hay empresas uruguayas, chilenas, peruanas, bolivianas, colombianas, brasileras. Pero no hay ninguna argentina dentro de las más de mil empresas que firmaron los objetivos basados en la ciencia ¿Qué significa? Ni más ni menos que tener una estrategia de reducción de emisiones de dióxido de carbono alineado con un método científico con el objetivo de 1,5°, que es lo que piden las Naciones Unidas. Entonces una declaración de apoyar el ODS13 que luego no se forma en una estrategia empresarial de reducción de emisiones alineado con eso muestra una brecha importante entre lo que se dice y lo que se hace. Y ahí me parece que las empresas se están perdiendo una oportunidad. Y no es por falta de capacitación, por falta de acceso a cursos. Hoy la información sobre cómo hacerlo está disponible.

Es por eso que este informe lo que nos está mostrando es una brecha bastante grande entre lo que se declara y lo que se hace. Y que hay una necesidad importante en escalar la ambición y en tratar  de ser más coherentes entre lo que se dice y lo que se hace.  

La otra tiene que ver con las Metas. Nosotros vimos que las empresas trabajan con un poco más del 50 por ciento de las Metas de los ODS. Y la vinculación con las Metas es mucho más concreta porque te dice lo que hay que hacer. Y encontramos que hay muchas empresas que no logran bajar a ese segundo nivel, teniendo en cuenta que ya pasaron siete años. O sea, hay que tener otro nivel de conversación con las organizaciones empresariales. Y ahí nos llama la atención que todavía muchas empresas no hayan hecho el “doble clic”, de pasar del Objetivo a la Meta. Insisto, solamente las empresas reportan contribuciones por debajo del 60% de las 169 Metas que tenemos. Y creo que si hiciésemos un segundo ejercicio de contribución a las Metas adaptadas a los territorios provinciales, en donde hay muchas provincias que tienen sus Objetivos y sus Metas adaptadas, probablemente sea aun más grande la diferencia. Creo que ahí hay mucho por hacer, y el informe lo muestra claramente.

Y la última, para terminar, el informe también muestra que hay muchas empresas que no reportan con indicadores. Por lo que ahí hay una conversación pendiente con las organizaciones empresariales.


¿Por qué considera que es importante que el sector privado reporte su compromiso con la Agenda 2030 en el marco del Pacto Global?

Creo que es interesante recordar dos cosas. En primer lugar es que en septiembre de este año Naciones Unidas está convocando a una Conferencia Internacional de medio término para evaluar la marcha de los ODS, y ese va a ser un ejercicio de revisión multistakeholder, en el sentido de que los gobiernos, el sector privado, y la sociedad civil van a llevar su información.

Y cuando digo que el sector privado va a llevar su información, es la información que se va a llevar a Naciones Unidas, que es el órgano de gobierno global de esta Agenda 2030, es la información que está contenida en las Comunicaciones de Progreso. En este sentido, las empresas que están haciendo sus informes de sostenibilidad y lo publican en su página web, pero que luego no son signatarias del Pacto Global, esa información no va a estar agregada a nivel global, no va a estar reflejada en ningún lado.

Por eso creo que es interesante que las empresas que estén comprometidas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible adhieran a Pacto Global. Porque si no es como dar información a un lugar en donde nadie va a saber qué hacer con eso. De alguna manera Naciones Unidas le está pidiendo al Pacto Global que lleve la información del sector privado, y esto no son encuestas, no son reportes que una empresa pueda publicar en otras iniciativas de sostenibilidad que hay dando vueltas. La información que Naciones Unidas va a procesar y va a poner sobre la mesa en esta Conferencia de medio término es la información que está contenida en las Comunicaciones de Progreso. El resto de la información yo no sé a dónde va a parar. Algunas empresas podrán hacer lobby con alguna cámara, podrán hacer un evento paralelo, pero no va a estar puesto sobre la mesa en esta evaluación de medio término que se va a realizar en septiembre en Nueva York. Aquí de nuevo hay una pérdida de oportunidad, y me parece que es importante que las empresas lo tengan en cuenta. Sobre todo las que se declaran comprometidas con los ODS.

Añadir nuevo comentario