¿Qué pasa con el plástico?
Si bien se trata de uno de los temas ambientales más urgentes, la gestión del impacto negativo del plástico en los ecosistemas pierde fuerza en la agenda global. Las metas de las empresas no alcanzan, las negociaciones de un tratado global en Naciones Unidas están empatanadas y los inversores aún no inciden de modo relevante.
De no establecer un cambio de rumbo radical, el uso de plásticos seguiría creciendo, lo que llevaría a un aumento del 50% en las fugas de plásticos al medio ambiente para 2040. Estamos hablando de 30 millones de toneladas por año, de las cuales nueve ingresarán inexorablemente en ambientes acuáticos.
Mientras tanto, los compromisos voluntarios de las empresas para reducir el uso de plástico están fracasando. En 2018, la Fundación Ellen MacArthur reclutó a 150 empresas para que informaran y redujeran su uso de plásticos de cara a 2025. Después de cinco años, 20 empresas, entre ellas Marks and Spencer Group Plc, Burberry Group Plc y Metro AG, han abandonado el programa por no querer o no poder cumplir los criterios de participación, como establecer objetivos cuantitativos e informar públicamente sus avances.
- ¿Qué pasa con el Tratado Global?
A su ritmo, el mundo avanza hacia un “Tratado Global de las Naciones Unidas para Poner Fin a la Contaminación por Plásticos” que hasta el momento tiene un alto nivel de consenso entre países y empresas multinacionales y muy probablemente empiece a tener vigencia durante 2024. Busca establecer prohibiciones globales y las medidas de control que se necesitan para reducir y eliminar la producción y el consumo de productos y materiales plásticos innecesarios y dañinos y cambiar el rumbo de la contaminación.
La posición europea está encabezada por Noruega e incluye a más de 50 países de otros continentes y está presionando por "prohibiciones y restricciones" para eliminar los "plásticos problemáticos" junto con líneas de base y objetivos globales.
Estados Unidos, cuya posición está sustentada en el lobby del Consejo Estadounidense de Química, aboga porque se permita a los países individuales establecer sus propios objetivos. Rechazan la “ambición europea” y quieren postergar la discusión a 2040.
La Fundación Ellen MacArthur reconoce que el texto “borrador cero” del Tratado representa un punto de partida sólido para que los gobiernos avancen en las negociaciones.
La organización, que es referente mundial en el tema, recibió “con agrado las opciones audaces de obligaciones que permitirán reducir el volumen total de producción de plástico, así como la eliminación de plásticos problemáticos y evitables, incluidos los productos plásticos de corta duración y de un solo uso. Estos son esenciales porque no podremos salir de la crisis del plástico reciclando”.
Sin embargo, la Fundación Ellen MacArthur advierte que 20 billones de artículos de embalaje flexible, como envoltorios, bolsas y bolsitas, terminarán en el océano para 2040, a menos que existan políticas vinculantes y medidas regulatorias más ambiciosas combinadas con una mayor acción empresarial.
La gran mayoría de los negociadores cree que se necesitan políticas obligatorias de Responsabilidad Ampliada del Productor para proporcionar la financiación necesaria dedicada a la recogida y tratamiento de envases de plástico.
Sobre noviembre de 2023 el tratado quedó en suspenso y corre serio peligro de fracasar. “Estas negociaciones hasta ahora no han logrado cumplir con lo prometido”, lamentó Ana Lê Rocha, directora del programa sobre plásticos en la Global Alliance for Incinerator Alternatives. “Los países más poderosos impusieron su voluntad, a pesar de que la mayoría de los países, bajo el liderazgo del Bloque Africano y otras naciones del Sur Global, apoyan un tratado ambicioso”.
Pero algunos países productores de petróleo abogaron por modificar puntos acordados del tratado, como cambiar el enfoque de todas las etapas del desarrollo a uno más enfocado en la gestión de desechos, y enfatizar medidas voluntarias a nivel nacional en vez de global.
Además de los cambios de políticas, se requerirán importantes redirecciones de las inversiones relacionadas con los plásticos en todo el mundo. Centrándose únicamente en los residuos y el reciclaje, en el escenario de referencia, tanto los países de la OCDE como los que no pertenecen a la OCDE necesitan invertir más de 1 billón de dólares durante el período 2020-2040 para hacer frente a los crecientes volúmenes de residuos plásticos, para un total global de 2,1 billones de dólares. En los escenarios políticos, estas necesidades se amplifican a medida que la recolección, clasificación y reciclaje de residuos es más costosa que, por ejemplo, el uso de vertederos, a menos que se tomen suficientes medidas previas para reducir el total de residuos en volúmenes suficientes como para permitir una reorientación de la gestión de residuos en lugar de una expansión.
De acuerdo a los resultados de las simulaciones económicas realizadas por la CEPAL, se cree que, en un escenario conservador en donde se reduce el uso de plástico en 8% y el uso de cemento, materiales metálicos y de energía en un 5%, para 2030 se obtendrían beneficios económicamente relevantes, como incrementos en el PIB entre 0,9% y 2,2%, así como aumentos en el empleo entre 1,2% y 2,1%.
- La experiencia de un banco de plásticos
Los inversores no están valorando adecuadamente las externalidades sociales y medioambientales asociadas a la cadena de valor del plástico. Un informe publicado por Planet Tracker ha investigado los riesgos financieros de las principales empresas del sector del plástico mediante el análisis de sus primas de riesgo. Según los resultados de la investigación, la proyección de los costos sociales asociados a los plásticos entre 2022 y 2030 podrían superar los 100.000 millones de dólares anuales en todo el mundo.
La investigación evaluó a los productores de plástico de un solo uso, que en su mayoría son fabricantes basados en combustibles fósiles. Este segmento suele conllevar la prima de riesgo más elevada e incluye empresas como Reliance Industries y Chevron. Planet Tracker calcula que esta parte del mercado es responsable de 40.000 millones de dólares anuales en externalidades. El análisis también incluyó a los agentes intermedios implicados en la producción de envases y convertidores de envases y a organizaciones de la industria transformadora, como P&G y Nestlé, que dependen del plástico para vender productos destinados al consumidor.
Mientras se esperan las definiciones de este gran marco global, desde el sector financiero comienzan a impulsarse algunas soluciones asociadas.
Gracias al trabajo de Fundación Banco de Plásticos, un reciclador de plásticos de Argentina aprobó la auditoría de Plastic Credit Exchange (PCX) de estándares internacionales y se convirtió en el primer caso en Argentina y Sudamérica en ofrecer Bonos de Plástico en un mercado internacional.
El Banco de Plásticos se inspira en el concepto de los Bonos de Carbono y lo aplica a la problemática del plástico. Este enfoque permite a las empresas compensar su huella de plástico al adquirir Bonos que certifican su responsabilidad en la recolección y el reciclado de este material.
Los Bonos de Plástico son una herramienta ambiental, que certifican que el titular ha sido responsable por la recolección y el reciclado del equivalente a 1 tonelada de desecho plástico. De esta manera, las empresas pueden asumir la responsabilidad por el impacto ambiental de los plásticos que generan y contribuir activamente a su recuperación. Es una solución sencilla, transparente y escalable para abordar la problemática de los plásticos.
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