Energía y sustentabilidad: mirando hacia el 2030
Vivimos un momento disruptivo para la humanidad: la pandemia modificó cuestiones cotidianas que van desde cómo trabajamos o estudiamos y una mayor conciencia del impacto que ciertas cuestiones pueden tener a nivel global que impactó en nuestras conductas personales, así como la manera en que las empresas operan. Se trata de un proceso complejo y que produjo un aceleramiento de un cambio que se había planteado y que debemos capitalizar para generar aprendizajes y preparar las condiciones para un mundo mejor. En este contexto, las empresas de energía se encuentran ante una oportunidad única para generar un impacto positivo y, simultáneamente, modernizar sus negocios.
Así lo determina un reporte reciente de Accenture -que profundiza además en otras once industrias-, que detectó tres áreas de acción clave para que las organizaciones del sector energético puedan alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que las Naciones Unidas fijaron como meta para 2030.
La primera es adoptar un enfoque de valor en las energías renovables. Esta transición energética limpia no solo considera el costo de la energía, sino también un impacto más amplio en sociedad: menos emisiones, menor consumo de agua y como consecuencia una disminución de la huella hídrica, mejora de la calidad del aire, creación de empleo -se estima que genera 9.000 puestos de trabajo más que las energías tradicionales- y universalidad en el acceso a la energía: la mejora de la red facilitará aún más la penetración y el aumento de la electrificación. Desde el punto de vista interno de las compañías, esto le permite adoptar decisiones más informadas de inversión a largo plazo en base al impacto que genere en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En segundo término, y en relación con la anterior, la industria de energía está en una posición de privilegio para ayudar a alcanzar las emisiones cero. Actualmente, más de 100 ciudades obtienen al menos el 70% de su electricidad de fuentes renovables, cifra que tiende a aumentar a medida que más gobiernos se comprometan con un futuro energético limpio. El sector puede apoyar a ciudades y a centros industriales a descarbonizar la generación de energía y a invertir en nuevas fuentes de valor que surgen de la transición a la energía limpia, incluyendo las renovables, el almacenamiento a escala de servicios, los vehículos eléctricos y el hidrógeno verde. Las asociaciones de colaboración y el intercambio de conocimientos entre diferentes grupos industriales y organizaciones del sector público son fundamentales para que las empresas puedan innovar en esta dirección, mejorar su competitividad en costos, fiabilidad y capacidad de almacenamiento con la clara premisa de generar un impacto positivo en la sociedad.
El tercer foco de oportunidad es el avance hacia servicios sustentables. El sector debe satisfacer la creciente demanda de acceso a la energía limpia en todo el espectro de consumidores. Esto incluye el suministro de servicios energéticos modernos y sostenibles para responder a las preferencias de las personas por alternativas con bajas emisiones de carbono que puedan contratarse de manera sencilla a través de canales digitales. Las empresas tienen la posibilidad de ampliar el acceso a la energía en los países menos desarrollados a comunidades sin conexión a la red invirtiendo en microrredes de carbono, sistemas solares de bajo costo y otros proyectos de energía limpia. Además, los modelos empresariales centrados en el cliente permiten a las empresas apuntalar la baja en las emisiones de carbono con prestaciones como carga de vehículos eléctricos, planes de energía verde o servicios domésticos conectados y proveer adicionalmente servicios de seguimiento para asegurar el cumplimiento y medición de la huella de carbono, pudiendo de forma proactiva proveer soluciones, sugerencias o planes que vayan de la mano de este objetivo.
El sector prevé un crecimiento potencial del negocio de US$4,5 billones a nivel mundial y la posibilidad de mejorar en simultáneo la calidad de vida en el planeta mientras se satisface a un consumidor cada vez más preocupado por la sostenibilidad. Las empresas del sector, paradójicamente, deberán poner todo su foco en iniciar ya mismo el proceso de transformación y modernización que las catapulte hacia estas oportunidades, no solo por la inminente necesidad de satisfacer los objetivos de desarrollo sostenible y su compromiso con la comunidad sino por la propia exigencia que sus clientes tendrán en este aspecto y el impacto en su competitividad y crecimiento de negocio.
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