Las transformaciones que vienen en la RSE y la sostenibilidad en el escenario post COVID-19
El Covid-19 sin duda alguna ha conmocionado al mundo desde varios puntos de vista; nos ha llevado a estar dentro de casa generándose un espacio importante para la reflexión sobre cómo nos estamos relacionando entre nosotros y con nuestro entorno natural. Algunos ven en este hecho un punto de inflexión luego del cual cambiarán muchas cosas en nuestras sociedades y economías. Otros, menos optimistas, creen que este hecho tan solo va a significar una reflexión momentánea que no transcenderá más allá, dada la imposibilidad que tendríamos los seres individuales de cambiar el modelo económico que nos absorbe, subsume y sumerge inevitablemente.
Evidentemente esta pandemia tendrá consecuencias variables de acuerdo a los países en cuanto a la reducción del crecimiento económico y al aumento del desempleo a nivel mundial; serán los países más pobres y los más desiguales donde el efecto será mayor y más duro, sobre todo para los más vulnerables. Todo esto nos lleva a preguntarnos si este es un buen momento para realizar un giro de timón en cuanto al modelo económico que estamos viviendo.
Resulta muy difícil predecir si es que el problema de la pandemia efectivamente va a cambiar nuestros impactos y relaciones. Sin duda este evento nos ha recordado la fuertísima presión que estamos ejerciendo sobre el entorno natural y sobre otras especies de la fauna. La población de 7.700 mil millones ( de acuerdo a la Naciones Unidas) ha provocado el aparecimiento de los zoo virus como el EBOLA, SARS, G Porcina y el COVID 19, problema que probablemente seguirá apareciendo en el futuro. De acuerdo a Global Footprint Networtk(2018) estamos consumiendo anualmente 1,7 veces más de lo que el planeta genera en recursos, lo que implica una expansión de la frontera agrícola, la deforestación y el cambio climático. Ocacionando una presión sobre el entorno natural que necesariamente deviene en un desequilibrio de las cadenas tanto tróficas así como del mantenimiento y la regeneración de la biodiversidad. La pregunta clave ahora es ¿no existen otras formas de vida menos depredadoras? ¿No será posible que nos relacionemos con nuestro entorno de una manera que logremos tener lo que requerimos para nuestro sustento sin dañar al entorno natural y a otros animales? En esta línea valdrá la pena revisar estilos de vida más sustentables como los de los pueblos indígenas originarios que en muchos aspectos nos podrían dar luces hacia el futuro.
Otra de las reflexiones a la que nos ha llevado la actual situación tiene que ver con la constatación de que todos estamos fuertemente interconectados y lo que ocurre en un mercado de Wuhan (China) puede tener repercusiones casi inmediatas en el Brasil Amazónico o en Suecia. La globalización, si bien nos lleva a tener una gran conectividad y mayor acceso a la información de todo tipo a nivel mundial, también tiene sus talones de Aquiles; la expansión de cualquier pandemia se hace de manera veloz e incontrolada. El comercio internacional también se ha visto fuertemente afectado y nos cuestionamos si debemos pensar en abastecernos de productos de manera más local evitando el largo transporte de mercancías o servicios que ocasionan una contaminación importante por el uso de combustibles fósiles no renovables. Por ello, la globalización también tiene una faceta en la cual se demuestra que como especie tenemos ahora una mayor vulnerabilidad. Esto implica que los seres humanos debemos comenzar a pensar más como una especie mundial en donde las divisiones territoriales ya sea por países o por razas, pierdan importancia y nos veamos más como una aldea global, donde cuenten los intereses de todos, incluidos de los más vulnerables.
Sería interesante que comencemos a cuestionarnos los conceptos que se desarrollaron a raíz de la revolución industrial hace ya dos siglos, cuando se fortaleció y enalteció la visión del ser humano individual ( visión necesaria para la contratación de una fuerza de trabajo asalariada) en detrimento del ser más gregario, como era en las sociedades per-capitalistas. La familia, el ayllu o la comunidad eran la organización social más relevante en torno a la cual se tomaban las definiciones de los individuos. Hoy el Covid 19 nos ha recordado que formamos parte de una gran manada, y que no solo debemos preocuparnos de que el yo o nuestros hijos tengan salud o bienestar, sino que es importante para toda nuestra supervivencia que nos ocupemos, mediante la solidaridad y la cooperación de los rezagados y de quienes más necesitan pues de lo contrario también pondremos en peligro nuestra propia existencia. No estaría por demás recordar que gran parte de nuestro éxito evolutivo a más de los cambios físicos, se debió por un lado a la capacidad de crear cultura y por otra a la cooperación entre individuos (por ejemplo, en las labores de caza o de labranza). La gran quimera de nuestra civilización occidental es la de considerarnos como “amos”, “superiores”, “dueños” o” distintos” de la naturaleza y no como parte de ella. Es impresindible por nuestra supervivencia que cambiemos dicha visión cultural, para dar paso a un nuevo paradigma en donde nos consideremos como parte de la naturaleza a la cual podemos amar, cuidar y recibir su sustento mediante un modo de vida eco-inteligente.
En esta crisis es evidente que la visión filosófica de Zigmund Bauman sobre las sociedades post-modernas, denominadas por él como sociedades líquidas, es más vigente hoy que nunca. En un mundo altamente interconectado, con estructuras rígidas tanto sociales como familiares que se han ido flexibilizando y aminorando, las tendencias de pensamiento, las personas, los productos y servicios se mueven alrededor del mundo de una manera rápida y ágil. A esta nueva situación le debería corresponder una nueva estructura política y social, que aún no ha sido cambiada pues las que tenemos, creadas hace varios siglos, resultan obsoletas.
Desde la perspectiva de la sustentabilidad y de la responsabilidad social, considero que son 8 los ámbitos en los cuales podríamos entrar en procesos de transformación que cambien la forma de relacionarnos entre nosotros y con el entorno:
1. NUEVAS PAUTAS DE CONSUMO MÁS RESPONSABLE:
Este período ha sido importante en cuanto a la toma de conciencia en muchos aspectos relativos al consumo, tales como la conveniencia de consumir lo que se produce de manera cercana o en nuestros propios países, favoreciendo así a los micro emprendimientos, micro agricultores o pymes. También será importante que se fomente el consumo de productos en los que se ha tomado en cuenta los impactos sociales y ambientales, para su produccion. En este sentido todo lo que tiene que ver con la denominada “economía circular” o “economía azul” va a cobrar cada vez más relevancia. Los consumidores también van a cambiar, exigiendo cada vez más una trazabilidad y la identificación de los orígenes de los materiales con los cuales han fabricado los productos. Demandando mayor transparencia sobre los procesos y condiciones laborales de quienes lo elaboraron y sobre la logística para trasporte. Estoy segura que se va a preferir aquellos productos que consuman menos petróleo para su transporte, que aseguren las posibilidades de reciclar o reutilizar los empaques o desechos que se derivan del uso ellos. Se comenzará a demandar a las empresas que se hagan cargo de la disposición final de los desechos que producen sus productos.
2. AUMENTO DE LAS INVERSIONES CIENTÍFICAS EN SALUD Y MEDIO AMBIENTE.
La fuertísima presión que estamos ejerciendo sobre el entorno natural y el temor por las potenciales consecuencias para nuestra especie debido al cambio climático, hará que las investigaciones científicas sobre los cambios biológicos y físicos crescan. Sobre todo se realizara investigación acerca de las potenciales mutaciones en especies no humanas, la biogenética, los transgénicos e incluso para la mitigacion riesgos sobre los efectos en la calidad de vida humana.
Lo ocurrido con el Covid 19 nos dio un campanazo de alerta en cuanto a que no podemos descuidar la investigación científica para prevenir catástrofes o afrontar pandemias. La OMS advirtió a sus miembros, 2 años antes, que era necesario crear un fondo para la investigación de las pandemias. Gran cantidad de países se suscribieron, sin embargo, no se entregó los fondos a los que se habían comprometido. Seguramente hoy muchos de ellos estarán arrepentidos de no haber incurrido en los costos de este tipo de investigaciones. Quizás aprendamos la lección y en el futuro demos importancia y recursos para la investigación científica, incluso como una respuesta a nuestro espíritu de sobrevivencia.
3. TENDENCIA HACIA LA FOCALIZACIÓN Y TERRITORIALIZACIÓN DEL ESTILO DE VIDA.
El turismo, el traslado masivo de personas, los eventos multitudinarios, a raíz del Covid van a ser evitados un largo tiempo por personas y gobiernos por seguridad. Esto transformará muchos comportamientos y lo más probable es que los consumidores comiencen a tratar de comprar cerca, realizando turismo local y buscando la tienda o mercado del barrio al cual puedan transportarse por sus propios medios de movilidad ya sea a pie o en bicicleta. Se procurara vivir cerca del lugar de trabajo, creando comunidades más atomizadas y pequeñas, por lo tanto más manejables y de menores riesgos para la salud. De alguna manera habrá un repliegue voluntario. Esperemos que no se acentúen los fenómenos sociales como la xenofobia, el racismo, hasta el ostracismo.
El tejido social seguramente se verá impregnado de una oleada de desconfianza ya que la distancia social, a la larga va a tener consecuencias en las maneras de relacionarnos. Cada vez más a va ser un tesoro invaluable la confianza que podamos generar en los demás y los mecanismos para lograrla más difíciles de alcanzar.
Seguramente trasladarse a vivir en una “gran manzana” ya no va a ser una aspiracion de las clases altas como algún día lo fue, por ejemplo, en las décadas de los 80 o 90. Las clases altas van a comenzar a preferir los suburbios bien servidos y con todas las comodidades, creando unos nuevos imaginarios en el estilo de vida y de consumo donde el prototipo del “capitalismo salvaje” será visto como anacrónico y obsoleto. Un estilo de vida cada vez más saludable y seguramente menos rutinario se avizora.
La distribución del espacio en las ciudades también va a cambiar, se dará más espacio a peatones, a los niños y se buscará una escala más “humana y personal” que una escala masiva. Las aceras se ampliarán, los huertos urbanos crecerán, los paneles solares y la construcción sustentable se pondrá de moda. La artesanía, única y hecha a mano también recobrará su espacio y los productos personalizados y eventos exclusivos con pocas personas será más cotizados.
4. MAYOR CONCIENCIA Y REGULACIÓN DE LAS INTERCONEXIONES DEL MEDIO AMBIENTE Y LA GLOBALIZACIÓN.
Es probable que se adopten mayores medidas regulatorias en torno a las actividades extractivitas, para garantizar mayor protección tanto de las consecuencias de estos sobre los humanos, así como en relación a la renovación de las fuentes de agua, el cambio climático, de la preservación de las especies en vías de extinción y sobre la reproducción de las especies. En este sentido toda la tecnología relacionada con una explotación respetuosa que minimice los impactos ambientales y garantice re-uso, reciclaje o mitigación del entorno debería ir creciendo de manera importante en los próximos años. Esperemos que se introduzcan métricas indicadoras tales como el nivel de afectación al entorno, en los hogares, en las empresas y en los países, de manera tal que no sólo se mida el PIB o el comercio exterior, sino que se incorporen medidas como la afectación a la capa de ozono o el índice de felicidad de sus habitantes.
De igual forma a nivel de consumo y de los productos industriales esperaríamos que se comience a cuantificar los costos que hoy están ocultos sobre su impacto en la naturaleza, de tal forma que los consumidores más consientes puedan premiar o rechazar productos guiados por este tipo de consideraciones.
5. INNOVACIONES TECNOLÓGICAS PARA ESTAR CERCA PESE AL DISTANCIAMIENTO SOCIAL.
Los efectos de la falta de “presentismo” y las limitaciones en la interacción social ya sea a nivel de estudios o trabajo van a tener consecuencia en los ámbitos de la innovación, de la salud mental y emocional de las personas. La soledad, el aislamiento no solo tendrá consecuencias en el estado emocional ,sino también en la posibilidad de crear nuevas cooperación e intercambio de ideas o iniciativas.
En este sentido habrá que avanzar para superar estas barreras, ya sea desde la psicología y desde las tecnologías de la comunicación.
Tampoco será de extrañar que aparezcan o proliferen las comunidades “no contactadas” similares a las que surgieron a raíz del movimiento hippie en los 70´ que prefieran replegarse sobre si mismos evitando contactos externos, buscando la autosuficiencia y un estilo de vida más simple, menos consumista y más apegado a la familia y la comunidad.
No es de extrañar que el trueque vuelva a cobrar vida en muchas comunidades y resurjan algunas formas de dinero local autónomo y sin mayores controles no gubernamentales.
6.FOMENTO DEL AUTOEMPLEO Y EL EMPRENDIMIENTO.
La reducción de puestos de trabajo formales impulsará a muchos profesionales a comenzar a trabajar de manera independiente y a un sinumero emprendedores a buscar formas de vida abasteciendo a sus comunidades locales de bienes y servicios.
El trabajo autónomo sin supervisión o control será más común, así como la flexibilización de este. El trabajo por objetivos será más común permitiendo a los trabajadores a realizar una mayor conciliación entre la vida personal y laboral. De hecho, esto ya es parte de lo que piden o valoran los “milenians” o “centenians” al momento de elegir un trabajo. Es así como el manejo de los recursos humanos en las organizaciones va a tener que cambiar hacia formas más novedosas considerando sus impactos familiares y emocionales.
7.GENERACIÓN DE NUEVOS MECANISMOS DE PARTICIPACIÓN SOCIO- COMUNITARIA Y CUESTIONAMIENTO AL ORDEN POLITICO VIGENTE.
Cada vez más, de manera especial los jóvenes cuestionarán las formas de organización políticas partidarias y tradicionales, en gran parte como una reacción a la corrupción y a la constatación de la obsolescencia del Estado Nacional y sus organismos.
Hoy en día muchos nos preguntamos ¿por qué no podemos votar en otros países que tanto influyen en toda nuestra estructura socio-política y vida cotidiana como es EEUU o Alemania? Es muy probable que se comience a exigir una mayor profundización de la democracia por vías no tradicionales como las redes sociales. Que se pida cada vez más transparencia y que se dé mayor posibilidad de decisión del “ciudadano de a pie” sobre aspecto que rigen nuestras vidas como la educación o la salud.
Lo más probable es que surjan partidos o movimientos supra-nacionales en un futuro próximo que comiencen a presionar para cambios estructurales más relevantes.
Las personas empezaran a agruparse en base a intereses y experiencias comunes más que entorno a la territorialidad y a la nacionalidad. Esto se verá apoyado por las tecnologías de la comunicación y posiblemente esto vaya aumentando en cantidad y calidad hasta generar cambios estructurales más profundos, cuya forma aun no puedo vislumbrar.
Esta crisis ha provocado que algunos procesos se aceleren y que otros se desencadenen, pero muchos de ellos no podemos aún imaginar cómo ocurrirán. Lo que sí sabemos es que si queremos perdurar como especie debemos ser flexibles e innovadores frente a la nueva situación. Debemos centrarnos más en el ser humano y en el entorno sin olvidar que es necesario una dosis de humildad y una mayor conciencia de la necesidad de colaborar con otros. Recordar que somos parte de la naturaleza, no sus dueños, pueden ser muy importante para poder enfrentar el porvenir con éxito y mayor inteligencia.
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