¿Por qué el cambio climático es una cuestión que debe preocupar al sector sindical?
"En documentos sobre estrategias políticas, resoluciones aprobadas en congresos y en decenas de conferencias sectoriales y reuniones regionales que se remontan a la década de 1980 hasta la actualidad, se han debatido y afinado los planteamientos de los sindicatos respecto a la sostenibilidad y el cambio climático. No hay trabajo en un planeta muerto, y la sostenibilidad ya no es una cuestión del camino preferido, sino una cuestión de supervivencia ", así lo ha dicho Brian Kohler, Director de Sostenibilidad de IndustriALL.
En París, el sábado 12 de diciembre de 2015, en la cumbre sobre el clima conocida como la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático (COP21), se llegó a un acuerdo histórico para controlar los gases de efecto invernadero y para limitar el cambio climático. Este acuerdo afectará significativamente a la mayoría de los sectores cubiertos por IndustriALL.
Las tres principales reivindicaciones que exigió la parte sindical en las negociaciones de París sobre el clima fueron las siguientes:
- Aspiraramás,poniendoenprácticaelpotencial que tiene la acción sobre el clima para crear nuevos puestos de trabajo
- Cumplirconlafinanciaciónnecesariapara proteger el clima y apoyar a la gente más vulnerable
- ComprometerseaprocurarunaTransiciónJusta para los trabajadores y sus comunidades
El documento de París contiene los elementos necesarios para un exitoso acuerdo climático. Se tiene por objeto “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 oC con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 oC con respecto a los niveles preindustriales”. El Acuerdo contiene cláusulas que exigen revisar periódicamente la labor realizada.
Hay reconocimiento de que se implica una transformación de la economía. Hay algunas referencias, todas ellas débiles, que abordan la financiación requerida.
En el preámbulo se refiere en términos inequívocos a la Transición Justa:
“Teniendo en cuenta los imperativos de una reconversión justa de la fuerza laboral y de la creación de empleos dignos y de trabajos de calidad, de conformidad con las prioridades de desarrollo definidas a nivel nacional”.
Ahora las partes signatarias deben aceptar que han adquirido un compromiso político de realizar una Transición Justa, compromiso que se refuerza con el documento publicado recientemente por la OIT, “Directrices de política para una Transición Justa”.
Quizás más importante que los compromisos de los gobiernos sea el mensaje que el Acuerdo comunica a la economía mundial: para los inversores o compañías de seguros será cada vez más difícil justificar los riesgos de invertir su dinero en combustibles fósiles. Esto no va a cambiar el mundo financiero de un día para otro, pero sí lo cambiará.
Se debe considerar el Acuerdo de París como un punto de partida, no una meta final. El Acuerdo crea un marco institucional que tiene todos los elementos necesarios para tener éxito.
Una Transición Justa para los trabajadores y el medio ambiente
El concepto de una Transición Justa es que se respete y se proteja a los trabajadores, a sus familias, a sus comunidades y a sus sindicatos, creando a la vez nuevos puestos de trabajo decente en industrias sostenibles. Los trabajadores no eligieron tener trabajos que dañan el medio ambiente: necesitan contar con trabajo para su propio sustento y el de sus familias.
Es profundamente injusto que se cargue a la fuerza de trabajo todo el costo de los cambios que se introduzcan para lograr sostenibilidad.
Para un programa de Transición Justa, es imprescindible contar con sólida protección social, pero la opción preferida de los trabajadores nunca será recurrir a tales sistemas de protección. Su primera opción, y la Transición más Justa posible, siempre ha de ser la de crear, desarrollar, o conservar puestos de trabajo sostenibles. Los puestos de trabajo sostenibles, o más ecológicos, no son lo primero que viene a la mente de un ecologista. Hasta la fabricación de paneles solares y molinos de viento requiere de combustible, energía, acero y elementos plásticos que se tienen que conseguir de alguna parte, y deben clasificarse como trabajos sostenibles.
La única manera de garantizar una Transición Justa es creando programas estructurados para facilitarla y para abordar sus consecuencias. Si la Transición hace que los trabajadores sean víctimas de chantaje por sus puestos de trabajo, el que pierde será el medio ambiente. por lo tanto, no se debe pedir a los trabajadores elegir al respecto. Los sindicatos deben evitar convertirse en el “último defensor de lo indefendible”.
Un programa de Transición Justa tiene que ser universal, un enfoque flexible para ayudar a los trabajadores, a sus familias y a sus comunidades. Se debe involucrar a los trabajadores en su elaboración, y debe ser individualizada para cada situación. Un programa de Transición Justa podría incluso ayudar en la reestructuración creativa de zonas industriales obsoletas. Y tiene que mantener a los trabajadores y sus sindicatos intactos e integrales.
Lograr una transición justa a una economía sostenible
Las formas de energía renovable crecerán rápidamente en el futuro, constituyendo una mayor proporción de las diferentes modalidades energéticas, pero mientras tanto el movimiento sindical tiene que asegurarse de que los trabajadores no tengan que pagar el precio de las consecuencias ambientales de las actividades de sus industrias.
El nivel que han alcanzado ahora las emisiones globales de efecto invernadero tiene que ser el máximo: el mes de febrero 2016 ya fue el más cálido jamás registrado. Si se sobrepasa este límite, no se cumplirá con el Acuerdo de París de mantener el calentamiento global por debajo de 2C° y las consecuencias sociales, económicas y ambientales experimentadas por todo el mundo, a nivel global, serán catastróficas.
En algunos aspectos, el movimiento sindical tiene intereses coincidentes con las organizaciones ambientales no gubernamentales (ONG), aunque en otros aspectos compartimos algunas preocupaciones con nuestros empleadores. Sin embargo, es en el movimiento sindical donde se encuentran los conocimientos especializados que se requieren para la transformación industrial, y donde se dispone de la pericia necesaria para hacer que este cambio sea socialmente justo y equitativo.
En este contexto está muy clara la importancia que reviste la justicia ambiental: especialmente en el mundo en vías de desarrollo, donde muchas comunidades dependen en gran medida de un sector industrial específico, como la minería; sin embargo, estas plantas son comúnmente los mayores delincuentes contra el medio ambiente, debido a regulación ambiental débil o inexistente a nivel nacional, y por el uso de tecnologías más antiguas.
Una Transición Justa no es algo que se pueda lograr en la mesa de negociaciones. Se requiere de decisiones políticas intencionales en el campo de políticas estatales, basadas en sólidos programas de protección social y en políticas industriales sostenibles que transformen los empleos existentes para que sean más sostenibles, creando también muchos nuevos puestos de trabajo más verdes.
Una Transición Justa no se producirá automáticamente, y no se va a alcanzar con el llamado mercado libre. Para lograrla, se necesita una campaña intensiva de presión, y diálogo tanto con las empresas como con los gobiernos - de lo contrario los trabajadores serán víctimas de una lucha de última hora para encontrar soluciones con el fin de cumplir con el Acuerdo de París, sin las consideraciones socioeconómicas necesarias.
Es de nuestra responsabilidad demostrar liderazgo en este momento crucial de la historia. No podemos negociar con las leyes de la física; pero lo que sí podemos hacer, y así lo haremos, es promover políticas industriales sostenibles, exigiendo justicia y trabajo decente para todos los trabajadores de hoy y mañana.
Transición Justa en la realidad
La Transición Justa se inspiró en las políticas que habían puesto en marcha muchos gobiernos, en particular los EE.UU., para reintegrar al trabajo en la sociedad civil a miles de militares que habían dejado el ejército tras la Segunda Guerra Mundial. Un ejemplo más reciente y relevante es cómo Alemania gestionó la reducción paulatina de la mayor parte de las actividades del sector de minería del carbón en las últimas décadas. Gracias a buenos programas de protección social, políticas creativas de ajuste del trabajo, colaboración con los sindicatos - y fondos suficientes - los trabajadores y las comunidades se mantuvieron integrales, demostrando que los resultados sociales de las transiciones económicas dependen de las políticas públicas que se apliquen, y que todo esto puede llegar a ser realidad.
Añadir nuevo comentario