Voluntariado corporativo: la necesidad de pasar “del programa a la estrategia”
Muchas veces afirmamos que la inversión social de las empresas está evolucionando desde una mirada filantrópica a una construcción estratégica. Ese desarrollo está también acompañado por la necesidad de escalar las acciones aisladas de voluntariado a verdaderas estrategias de voluntariado corporativo.
Cuando hablamos de voluntariado corporativo, no nos referimos solamente a una de las tantas metodologías mediante las cuales las empresas se relacionan con la comunidad. Estamos hablando de una construcción a partir de la que se aborda la compleja realidad de poblaciones en situación de vulnerabilidad social. Por ello, porque estamos acercándonos a personas, familias y comunidades que fueron defraudadas muchas veces por la sociedad, no debemos considerarlo como un tema ligero para las compañías. El diseño y la gestión de un proceso de voluntariado no implican solamente tomar en cuenta las necesidades institucionales de la propia empresa o necesidades sociales o intereses de los empleados. Significa trabajar y dedicar tiempo a acompañar sueños, anhelos, esperanzas y pasiones de colaboradores y destinatarios.
Es precisamente en ese abordaje de la sensibilidad, de ese esfuerzo individual, colectivo y corporativo por entender lógicas y dinámicas de grupos o poblaciones vulnerables, donde la empresa adquiere una de sus mayores ventajas cuando facilita procesos voluntariado. Pero para quienes creemos que el voluntariado corporativo es una de las herramientas más sólidas para que la organización se involucre, articule y acompañe necesidades de la comunidad, éste debe ser percibido y gestionado no solamente desde una perspectiva de programas u acciones puntuales sino con una mirada estratégica e incorporada en la gestión de la compañía.
El diseño de un plan de voluntariado corporativo implica gestionar necesidades y expectativas institucionales de las empresas, pero también ayudar a `transformar la espera en esperanza` de personas con sus derechos vulnerados. Si queremos hablar de una sólida estrategia de voluntariado corporativo, cuya lógica y dinámica se encuentre integrada a la gestión de la compañía y a su cuadro de mando integral, debemos concebirlo más que como la acción de un día o un programa específico de voluntariado. Debemos planificarlo como un espacio de articulación y encuentro de intereses, expectativas, necesidades y sueños que nos brinda la oportunidad de ayudar a desplegar todo el potencial creativo de las personas y la organización.
El voluntariado corporativo gestionado como estrategia implica también una forma de encarar la gestión de recursos humanos y la inversión social de la compañía. Porque supone reconocer en los hechos que los colaboradores además de empleados son padres, hijos, hermanos, amigos y ciudadanos preocupados por la realidad que los circunda, con el anhelo de ayudar a que otros se ayuden a sí mismos. Comprender que los empleados, además de proveer servicios a la compañía, interactúan en múltiples espacios con diferentes lógicas. Este tipo de gestión de los recursos humanos es la que permite enriquecer la promoción de la diversidad dentro de la compañía, uno de los principales desafíos de la sustentabilidad para los próximos años.
Asimismo, cuando una empresa gestiona el voluntariado corporativo y lo integra a su estrategia de abordaje y articulación comunitaria, lleva a la práctica otro de los pilares de la sustentabilidad: la escucha y el diálogo con sus públicos de interés. Si el voluntariado corporativo está concebido y gestionado realmente con una mirada amplia y de largo plazo, si supera la acción o el programa puntual para convertirse en una ESTRATEGIA DE VOLUNTARIADO CORPORATIVO, la empresa escucha la voz y las expectativas de sus colaboradores al relevar e identificar sus inquietudes incorporándolas en la gestión. En ese mismo sentido, escucha también las necesidades y demandas de la comunidad construyendo vínculos, enriqueciendo su capital social y aprendiendo a moverse en la diversidad de la compleja realidad.
Esta actitud de escucha que supone lo que denominamos voluntariado corporativo con estrategia, deriva necesariamente en repensar el rol de la empresa en la sociedad y en las respuestas renovadas que los distintos públicos le reclaman. Una vez más, el voluntariado corporativo ofrece a la empresa otro punto de contacto con la gestión responsable, contribuyendo a sostener compromisos individuales y corporativos, a desarrollar comunidades sostenibles, a contribuir soluciones a desafíos colectivos.
Leonardo Hernández – Coordinador de Comunicación y Relaciones Institucionales / CEADS
(Fuente: Give & Gain Argentina)
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