El entorno laboral dificulta a los hombres la paternidad

25.08.2011 | Destacadas

Un estudio revela que el trabajo es el mayor problema de los hombres para cuidar a sus hijos. Las nuevas generaciones de padres están cambiando su modo de afrontar el entorno familiar. Se destierran los roles diferenciados donde ella cuidaba del hogar y él se ocupaba de la economía doméstica, el reparto de tareas es la norma y se pasa de la figura autoritaria y distante del padre a una relación más afectiva con los hijos. Estas son algunas conclusiones del estudio 'Los hombres jóvenes y la paternidad ' realizado por Inés Alberdi, catedrática de Sociología en la UCM y Pilar Escario, presidenta del Instituto de Investigación Social ADVIRA. El informe ha sido patrocinado por la Fundación BBVA.


 

Tras realizar alrededor de cien entrevistas en profundidad en varias capitales españolas, las autoras de esta investigación advierten que las empresas «deben entender que los hombres tienen igual derecho a la paternidad que las mujeres» y piden cambios para que pueda ser un «trabajador de primera fila» y compaginarlo con el disfrute del cuidado de los hijos.
El cambio de mentalidad en los hombres se está produciendo, pero el mayor problema se plantea a la hora de conciliar vida doméstica y trabajo. «Se les reprocha que pidan bajas por paternidad al entender que es algo para las mujeres», dijo Alberdi.
Estas trabas impiden el deseo de los españoles de conseguir un modelo familiar simétrico donde ambos progenitores tengan las mismas funciones.
Tanto Alberdi como Escario proclamaron que la «igualdad de género implica el derecho de los hombres al disfrute de la paternidad». En sus manos está su reivindicación y conseguir la equidad.
Familias diferentes
Las autoras señalaron que la sociedad española ha sufrido enormes transformaciones en las últimas décadas, y aunque la familia se mantiene como institución fundamental, circunstancias como la incorporación de las mujeres al trabajo remunerado, las mejoras en el sistema educativo y el reconocimiento legal de la igualdad de género han transformado su estructura.
La diversidad en los tipos de familias es uno de los cambios más acusados. El hogar tradicional pierde terreno frente a las viviendas unipersonales, las monoparentales y aquellas donde aparecen parejas sin descendencia o en las que conviven personas del mismo sexo.
Otro cambio importante es la prolongación de la convivencia con la familia de origen debido a las dificultades para acceder al trabajo y a la vivienda, que da como resultado la falta de entrenamiento doméstico de muchos jóvenes que pasan a vivir por su cuenta o en familia.
Ante estos hechos, la elección de ser padre supone un cambio fundamental en la transición de la pareja. «Ahora los hijos no son una consecuencia natural del matrimonio y se aplaza lo máximo el momento de tenerlos, además de negociar con la pareja esta decisión», resaltó Alberdi.
Ambas investigadoras señalaron los cambios sufridos por el hombre que asume esta nueva estructura familiar. «Se suavizan las aristas profundas del machismo al establecer más relaciones con los hijos y se aprende a cuidar de otras personas», señalaron.
Aunque lo más importante, argumentaron, son las consecuencias más allá de la familia, pues «se puede romper con el modelo patriarcal tradicional». Para Alberdi y Escario esto supondría un cambio fundamental que podría erradicar de la sociedad los estereotipos sexuales que tanto perjudican a las féminas.
Pero, sin duda, los grandes beneficiados de este cambio de mentalidad son los más pequeños de la casa, que al pasar más tiempo con ambos progenitores muestran un mejor desarrollo escolar y un comportamiento más saludable que cuando es sólo la madre la que se dedica a estas tareas familiares.
Con todo, España aún se encuentra en un proceso de transición. Y es que aún los hombres dedican muchas menos horas al cuidado de los hijos que las mujeres y, cuando lo hacen, no es por iniciativa propia sino porque su pareja se lo pide. En concreto sólo dedican 157 horas al cuidado de su prole frente a las 561 horas anuales de ellas.
Escario y Alberdi aseguran que estos cambios no indican el fin de la figura del padre, sino lo contrario, al vislumbrar el mayor compromiso de los hombres en las funciones de la paternidad.

Tras realizar alrededor de cien entrevistas en profundidad en varias capitales españolas, las autoras de esta investigación advierten que las empresas «deben entender que los hombres tienen igual derecho a la paternidad que las mujeres» y piden cambios para que pueda ser un «trabajador de primera fila» y compaginarlo con el disfrute del cuidado de los hijos.
El cambio de mentalidad en los hombres se está produciendo, pero el mayor problema se plantea a la hora de conciliar vida doméstica y trabajo. «Se les reprocha que pidan bajas por paternidad al entender que es algo para las mujeres», dijo Alberdi.
Estas trabas impiden el deseo de los españoles de conseguir un modelo familiar simétrico donde ambos progenitores tengan las mismas funciones.
Tanto Alberdi como Escario proclamaron que la «igualdad de género implica el derecho de los hombres al disfrute de la paternidad». En sus manos está su reivindicación y conseguir la equidad.

Familias diferentes
Las autoras señalaron que la sociedad española ha sufrido enormes transformaciones en las últimas décadas, y aunque la familia se mantiene como institución fundamental, circunstancias como la incorporación de las mujeres al trabajo remunerado, las mejoras en el sistema educativo y el reconocimiento legal de la igualdad de género han transformado su estructura.
La diversidad en los tipos de familias es uno de los cambios más acusados. El hogar tradicional pierde terreno frente a las viviendas unipersonales, las monoparentales y aquellas donde aparecen parejas sin descendencia o en las que conviven personas del mismo sexo.

Otro cambio importante es la prolongación de la convivencia con la familia de origen debido a las dificultades para acceder al trabajo y a la vivienda, que da como resultado la falta de entrenamiento doméstico de muchos jóvenes que pasan a vivir por su cuenta o en familia.
Ante estos hechos, la elección de ser padre supone un cambio fundamental en la transición de la pareja. «Ahora los hijos no son una consecuencia natural del matrimonio y se aplaza lo máximo el momento de tenerlos, además de negociar con la pareja esta decisión», resaltó Alberdi.
Ambas investigadoras señalaron los cambios sufridos por el hombre que asume esta nueva estructura familiar. «Se suavizan las aristas profundas del machismo al establecer más relaciones con los hijos y se aprende a cuidar de otras personas», señalaron.

Aunque lo más importante, argumentaron, son las consecuencias más allá de la familia, pues «se puede romper con el modelo patriarcal tradicional». Para Alberdi y Escario esto supondría un cambio fundamental que podría erradicar de la sociedad los estereotipos sexuales que tanto perjudican a las féminas.
Pero, sin duda, los grandes beneficiados de este cambio de mentalidad son los más pequeños de la casa, que al pasar más tiempo con ambos progenitores muestran un mejor desarrollo escolar y un comportamiento más saludable que cuando es sólo la madre la que se dedica a estas tareas familiares.

Con todo, España aún se encuentra en un proceso de transición. Y es que aún los hombres dedican muchas menos horas al cuidado de los hijos que las mujeres y, cuando lo hacen, no es por iniciativa propia sino porque su pareja se lo pide. En concreto sólo dedican 157 horas al cuidado de su prole frente a las 561 horas anuales de ellas.
Escario y Alberdi aseguran que estos cambios no indican el fin de la figura del padre, sino lo contrario, al vislumbrar el mayor compromiso de los hombres en las funciones de la paternidad.
(www.larioja.com)