Jornadas laborales más cortas para revolucionar el mundo del trabajo

30.07.2014 | América Latina

Una jornada semanal de tres días con 11 horas de actividad y una jubilación tardía (70 y 74 años) es la propuesta del segundo hombre más rico del planeta (según el ranking de la revista Forbes), Carlos Slim. Algunas acciones de este tipo está encarando en su mayor emrpesa Telmex. A continuación las versiones a favor y en contra de estas propuestas que buscan revolucionar el mercado laboral.


Para Slim se trata de una forma de mejorar el equilibrio laboral y familiar de los empleados. "Con tres días de trabajo a la semana tendríamos más tiempo para relajarnos y tener más calidad de vida. Tener cuatro días libres sería muy importante para generar nuevas actividades de entretenimiento y otras forma de ocupar nuestro tiempo”, afirmó en el XX Encuentro Anual de la Fundación Círculo de Montevideo.

Slim pone en juego esta propuesta en su mayor empresa, Telmex, en donde sus más de 50.000 empleados pueden elegir entre disfrutar una semana de cuatro días laborables y retrasar su jubilación o trabajar cinco días y jubilarse en torno a los 50.

Slim no es el primer partidario de este enfoque laboral. Larry Page, cofundador de Google, ha defendido la necesidad de “encontrar una forma coordinada para reducir la semana de trabajo”. Según los antropólogos, añadió, la vivienda, la seguridad y las oportunidades de futuro propias y para nuestros hijos son las claves para nuestra felicidad. “La cantidad de recursos y de trabajo que en realidad necesitamos para conseguir estas cosas es bastante pequeña. Supongo que menos del 1% de las que usamos en estos momento. Así que, la idea de que todo el mundo tiene que trabajar frenéticamente para satisfacer sus necesidades no es cierta”, agregó.

La propuesta de Slim de reducir la carga laboral se complementa con la suba de la edad de jubilación hasta los 75 años. “Ya no es sostenible una jubilación tan temprana”, resaltó y explicó que la expectativa de vida ahora es mucho mayor a la que se tenía en el pasado y que un esquema así ayudaría a aliviar problemas como el desempleo y las dificultades de los Estados para financiar los sistemas previsionales. Además, las personas tendrían más tiempo libre y eso generaría más fuentes de trabajo en las actividades de esparcimiento, afirma.

En una entrevista publicada por el diario español El País en 2012, Slim afirmó que en un mundo de "sociedades de servicios", donde lo importante es "la experiencia y el conocimiento", no debería sostenerse un sistema pensado para cuando el protagonismo lo tenía el esfuerzo físico. "Si se hacen los números de cuánto cuesta el valor actual de la jubilación de la población activa con empleo y sin empleo, resulta insostenible", dijo. En su razonamiento, ajustar la edad de retiro tendría que ir de la mano de la reducción de la semana laboral.

La cuestión es debatida: "El aumento de la jornada y la reducción de días trabajados me parece una desventaja. La discontinuidad genera estrés y ansiedad y no favorece la productividad; necesitamos un ritmo equilibrado", opina el psicólogo laboral Gabriel Schwartz en una nota de LaNación.

"Hay diferentes modalidades de flexibilidad, como la semana comprimida y el horario flexible [empresas que definen una banda horaria para elegir hora de ingreso y de salida], y parte de esto es también la organización con los compañeros, el empoderamiento del equipo de trabajo", afirma Patricia Debeljuh, directora del Centro Conciliación Familia y Empresa de la Escuela de Negocios IAE. La situación actual, remarca, implica que en líneas generales se tienda a trabajar más, algo que se agrava con las demoras en el transporte. "No es sólo la cuestión del tiempo, sino también el hecho de que las tensiones se llevan al plano familiar", agrega. El costado positivo está en las prácticas que inician algunas empresas para tratar de armonizar, porque entienden que así se logran mejores resultados.

Finalmente el empresario mexicano resaltó en su discurso que el empleo es el tema más importante en la actualidad, ya que es el problema del siglo XXI junto con la educación. En ese sentido, dijo que la inversión privada tiene mucho qué hacer al respecto, al ser un gran complemento del gasto público. Debe ser una inversión que cree actividad económica y desarrollo, que genere empleo. “No conozco otra forma de combatir la pobreza, junto con la educación”, señaló y destacó al mismo tiempo las facilidades que hoy se tienen para conseguir capital. Ahora, a diferencia del pasado, se pueden financiar proyectos con fondos locales y extranjeros, con “dinero barato a largo plazo”, incluso los planes que antes eran económicamente inviables.

Dijo que los países deberían crecer arriba del 5% de manera sostenida, para un combate frontal a la pobreza y el desempleo. Para ello, la inversión debería ser de al menos 25% del Producto Interno Bruto.