Panorama mundial del trabajo forzoso

31.10.2011 | Destacadas

La Oficina Internacional del Trabajo (OIT) difundió esta semana un informe advirtiendo que en el mundo hay al menos 12,3 millones de personas víctimas del trabajo forzoso. Según el informe las ganancias generadas por la explotación de mujeres, hombres y niños objeto del tráfico, que ascienden a 32.000 millones de dólares, lo que equivale a un promedio de 13.000 dólares por cada persona traficada y forzada a trabajar.


 

"Este es un mal social que no tiene cabida en el mundo moderno", dijo el Director General de la OIT, Juan Somavia. 
El nuevo informe titulado "Una alianza global contra el trabajo forzoso" precisa que cerca de 10 millones de estas personas son explotadas por la práctica del trabajo forzoso en la economía privada y no directamente por los estados. Además dice que alrededor de 2,4 millones también son víctimas del tráfico de seres humanos. 
En este informe de la OIT se entrega por primera vez un cálculo mundial de las ganancias generadas por la explotación de mujeres, hombres y niños objeto del tráfico, que ascienden a 32.000 millones de dólares, lo que equivale a un promedio de 13.000 dólares por cada persona traficada y forzada a trabajar. 
"El trabajo forzoso representa otra cara de la globalización, una que le niega a las personas sus derechos fundamentales y su dignidad", dijo Somavia. Y destacó que "para lograr una globalización justa y un trabajo decente para todos, es esencial erradicar el trabajo forzoso". 
Este informe es el análisis más completo realizado por una organización intergubernamental sobre las características y las causas del trabajo forzoso. Fue preparado en el marco del proceso de seguimiento a la Declaración sobre los principios y derechos fundamentales en el trabajo adoptada por la OIT en 1998, y será objeto de debates durante la próxima Conferencia Internacional del Trabajo de la Organización en junio. 
El trabajo forzoso es un problema global importante y está presente en todas las regiones y en todos los tipos de economía, dice el informe. Al nivel regional el número más alto de trabajadores forzosos se registra en Asia, con 9,5 millones. Además el informe dice que hay 1,3 millones en América Latina y el Caribe, 660.000 en África al Sur del Sahara, 260.000 en Medio Oriente y África del Norte, 360.000 en los países industrializados, y 210.000 en los países en transición. 
La explotación económica forzosa de personas (en sectores como agricultura, construcción, fabricación de ladrillos y talleres manufactureros informales) afecta en proporción más o menos similar a mujeres y hombres. Sin embargo la explotación forzosa sexual con propósitos comerciales tiene como víctimas principales a mujeres y niñas. Por otra parte, los niños menores de 18 años están entre los más afectados, pues representan entre 40 y 50 por ciento de todas las víctimas de trabajo forzoso. 
Cerca de la quinta parte de todos los trabajadores forzosos también son víctimas del tráfico, pero la proporción varía en forma importante en las diferentes regiones del mundo. En Asia, América Latina y África al Sur del Sahara la proporción de trabajadores forzosos que además han sido traficados es de menos de 20 por ciento, mientras que en los países industrializados y en transición, así como en Medio Oriente y África del Norte, más de 75 por ciento del total son también víctimas de tráfico. 
La mayor parte del trabajo forzoso existente en la actualidad ha sido detectado en países en desarrollo donde formas antiguas de esta práctica se adaptan a los tiempos actuales, en especial en una serie de actividades en el sector informal, dice el informe. La servidumbre por deudas con frecuencia afecta a grupos minoritarios que sufren de discriminación en el mercado laboral, incluyendo a los grupos indígenas. En general, quedan atrapados en un círculo vicioso de pobreza del cual les resulta cada vez más difícil escapar. Muchas de las víctimas trabajan en zonas remotas, donde la inspección laboral constituye un desafío.
El documento entrega información sobre nuevas formas de trabajo forzoso que afectan a los trabajadores migrantes, en particular a los que son ilegales, tanto en los países ricos como en los pobres. También examina las condiciones bajo las cuales suele presentarse el trabajo forzoso, como aquellas que se producen cuando hay controles poco efectivos sobre las agencias de reclutamiento o los sistemas de subcontratación, o cuando las inspectorías laborales son débiles. 
La aparición de nuevas formas de coacción en la economía globalizada plantea algunas interrogantes básicas. El informe analiza las fuertes presiones para la desregularización de los mercados laborales, como un modo de reducir los costos asociados al trabajo y de aumentar de esa manera la competitividad. 
"El trabajo forzoso es la verdadera antítesis del trabajo decente, que es la meta de la OIT", añadió Somavia. "Es urgente diseñar estrategias efectivas para combatir el trabajo forzoso en el mundo actual. Se requiere contar tanto con la aplicación de las leyes como con formas de abordar las razones estructurales del trabajo forzoso, ya se trate de sistemas agrícolas anticuados o de mercados laborales que funcionan en forma deficiente". 
El informe dice que el trabajo forzoso puede ser abolido, pero advierte que para lograrlo será necesario que los gobiernos y las instituciones de los países cuenten con las políticas adecuadas, apliquen la ley con vigor y muestren un sólido compromiso con la erradicación de esta forma de tratar a los seres humanos. También destaca la experiencia positiva alcanzada en algunos países donde, con respaldo de la OIT, se está abordando el problema del trabajo forzoso mediante la adopción de legislación más estricta y de mecanismos para su aplicación, poniendo en práctica programas y políticas para atacar sus causas, y ayudando a las víctimas a reconstruir sus vidas. 
"A pesar que se trata de una gran cantidad de personas, no son tantos como para que sea imposible lograr la abolición del trabajo forzoso", dijo Somavia. 
"Por eso la OIT plantea la necesidad de una alianza mundial contra el trabajo forzoso que involucre a gobiernos, organizaciones de empleadores y trabajadores, agencias para el desarrollo e instituciones financieras internacionales comprometidas con la reducción de la pobreza, y a la sociedad civil, incluyendo instituciones académicas y de investigación. La voluntad política y el compromiso global nos permitirían alcanzar durante la próxima década la meta de relegar el trabajo forzoso a la historia", agregó.
Para mayores informaciones, pulse aquí.

"Este es un mal social que no tiene cabida en el mundo moderno", dijo el Director General de la OIT, Juan Somavia. 
El nuevo informe titulado "Una alianza global contra el trabajo forzoso" precisa que cerca de 10 millones de estas personas son explotadas por la práctica del trabajo forzoso en la economía privada y no directamente por los estados. Además dice que alrededor de 2,4 millones también son víctimas del tráfico de seres humanos. 
En este informe de la OIT se entrega por primera vez un cálculo mundial de las ganancias generadas por la explotación de mujeres, hombres y niños objeto del tráfico, que ascienden a 32.000 millones de dólares, lo que equivale a un promedio de 13.000 dólares por cada persona traficada y forzada a trabajar. 
"El trabajo forzoso representa otra cara de la globalización, una que le niega a las personas sus derechos fundamentales y su dignidad", dijo Somavia. Y destacó que "para lograr una globalización justa y un trabajo decente para todos, es esencial erradicar el trabajo forzoso". 

Este informe es el análisis más completo realizado por una organización intergubernamental sobre las características y las causas del trabajo forzoso. Fue preparado en el marco del proceso de seguimiento a la Declaración sobre los principios y derechos fundamentales en el trabajo adoptada por la OIT en 1998, y será objeto de debates durante la próxima Conferencia Internacional del Trabajo de la Organización en junio. 
El trabajo forzoso es un problema global importante y está presente en todas las regiones y en todos los tipos de economía, dice el informe. Al nivel regional el número más alto de trabajadores forzosos se registra en Asia, con 9,5 millones. Además el informe dice que hay 1,3 millones en América Latina y el Caribe, 660.000 en África al Sur del Sahara, 260.000 en Medio Oriente y África del Norte, 360.000 en los países industrializados, y 210.000 en los países en transición. 

La explotación económica forzosa de personas (en sectores como agricultura, construcción, fabricación de ladrillos y talleres manufactureros informales) afecta en proporción más o menos similar a mujeres y hombres. Sin embargo la explotación forzosa sexual con propósitos comerciales tiene como víctimas principales a mujeres y niñas. Por otra parte, los niños menores de 18 años están entre los más afectados, pues representan entre 40 y 50 por ciento de todas las víctimas de trabajo forzoso. 
Cerca de la quinta parte de todos los trabajadores forzosos también son víctimas del tráfico, pero la proporción varía en forma importante en las diferentes regiones del mundo. En Asia, América Latina y África al Sur del Sahara la proporción de trabajadores forzosos que además han sido traficados es de menos de 20 por ciento, mientras que en los países industrializados y en transición, así como en Medio Oriente y África del Norte, más de 75 por ciento del total son también víctimas de tráfico. 
La mayor parte del trabajo forzoso existente en la actualidad ha sido detectado en países en desarrollo donde formas antiguas de esta práctica se adaptan a los tiempos actuales, en especial en una serie de actividades en el sector informal, dice el informe. La servidumbre por deudas con frecuencia afecta a grupos minoritarios que sufren de discriminación en el mercado laboral, incluyendo a los grupos indígenas. En general, quedan atrapados en un círculo vicioso de pobreza del cual les resulta cada vez más difícil escapar. Muchas de las víctimas trabajan en zonas remotas, donde la inspección laboral constituye un desafío.

El documento entrega información sobre nuevas formas de trabajo forzoso que afectan a los trabajadores migrantes, en particular a los que son ilegales, tanto en los países ricos como en los pobres. También examina las condiciones bajo las cuales suele presentarse el trabajo forzoso, como aquellas que se producen cuando hay controles poco efectivos sobre las agencias de reclutamiento o los sistemas de subcontratación, o cuando las inspectorías laborales son débiles. 
La aparición de nuevas formas de coacción en la economía globalizada plantea algunas interrogantes básicas. El informe analiza las fuertes presiones para la desregularización de los mercados laborales, como un modo de reducir los costos asociados al trabajo y de aumentar de esa manera la competitividad. 

"El trabajo forzoso es la verdadera antítesis del trabajo decente, que es la meta de la OIT", añadió Somavia. "Es urgente diseñar estrategias efectivas para combatir el trabajo forzoso en el mundo actual. Se requiere contar tanto con la aplicación de las leyes como con formas de abordar las razones estructurales del trabajo forzoso, ya se trate de sistemas agrícolas anticuados o de mercados laborales que funcionan en forma deficiente". 
El informe dice que el trabajo forzoso puede ser abolido, pero advierte que para lograrlo será necesario que los gobiernos y las instituciones de los países cuenten con las políticas adecuadas, apliquen la ley con vigor y muestren un sólido compromiso con la erradicación de esta forma de tratar a los seres humanos. También destaca la experiencia positiva alcanzada en algunos países donde, con respaldo de la OIT, se está abordando el problema del trabajo forzoso mediante la adopción de legislación más estricta y de mecanismos para su aplicación, poniendo en práctica programas y políticas para atacar sus causas, y ayudando a las víctimas a reconstruir sus vidas. 
"A pesar que se trata de una gran cantidad de personas, no son tantos como para que sea imposible lograr la abolición del trabajo forzoso", dijo Somavia. 

"Por eso la OIT plantea la necesidad de una alianza mundial contra el trabajo forzoso que involucre a gobiernos, organizaciones de empleadores y trabajadores, agencias para el desarrollo e instituciones financieras internacionales comprometidas con la reducción de la pobreza, y a la sociedad civil, incluyendo instituciones académicas y de investigación. La voluntad política y el compromiso global nos permitirían alcanzar durante la próxima década la meta de relegar el trabajo forzoso a la historia", agregó.
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