“Si no cambiamos el rumbo vamos al colapso”
El miércoles 16 de junio Fundación Compromiso y AmCham presentarán el Seminario RSE y Desarrollo Sustentable 2010. Uno de los invitados estelares es Homero Santos, co-fundador de Uniethos. Como adelanto de lo que será este encuentro, ComunicaRSE entrevistó a Santos quien anticipa alguno de los tópicos de su ponencia. El nivel de desarrollo de la sustentabilidad en la región. La estrategia de los países líderes. El futuro del planeta en 2020. Qué ha cambiado luego de 10 años de RSE en América Latina. Los aprendizajes luego de Enron y la Subprime. El valor de los premios y la comunicación de la RSE.
- ¿Qué nivel de desarrollo observa en la cultura de la RSE en América Latina?
Me gustaría comenzar haciendo una distinción entre lo que se entiende por RSE y Sustentabiliad aplicada a la empresa. Rigurosamente, no hay una diferencia de esencia, pero hay detalles que marcan una y otra concepción.
La RSE tiene mucho más que ver con la internalización de las externalidades negativas que una empresa genera, los costos que transfiere a la sociedad. Entonces la RSE trata de crear conciencia en las empresas de hacer ese tipo de transferencia de costos que resultan en daño al ambiente, a la comunidad, a los consumidores, etc. Los siete temas de los indicadores que, por ejemplo IARSE utiliza y que vinieron de Ethos.
Todo lo que se espera de las empresas es que mitiguen eso, que compensen esas externalidades.
Por otro lado, la sustentabildiad no desecha este aspecto, pero incorpora otras preocupaciones como la viabilidad del proceso civilizatorio. Tiene que ver con el uso que se hace de los recursos naturales, cómo eso afecta el equilibrio planetario en términos de clima, de disponibilidad alimentos. Es una cosa más amplia. Yo prefiero este término.
- Estamos de acuerdo, entonces, ¿Qué componentes particulares tiene la sustentabilidad en la región?
Las diferencias de la RSE en la región tienen que ver con diferentes estructuras sociales y con distintos niveles de desarrollo económico y de los tamaños de la economía. Las tres economías más grandes de América Latina son Brasil, Argentina y Chile. En esos tres países se desarrolló justamente toda esta cuestión de la RSE y la Sustentabildiad, y avanzaron más en el tema en los últimos diez, quince años. Los demás van siguiendo los pasos de los tres más grandes.
Se ha centrado mucho la RSE en el aspecto social, por entender que parte de la obligación de las empresas era destinar parte de sus recursos a las comunidades, a promover el desarrollo social de su entorno. Esto no es correcto, porque lo que las empresas tienen que hacer es traer para dentro de sus fronteras lo que han externalizado y no pagar un “peaje” por hacer daño. Por eso la idea de la filantropía no es primordial para la empresa. La empresa tiene que tener un buen desempeño económico, eficiencia y remunerar adecuadamente a sus inversores, y hacer productos y brindar servicios que sean decentes, que sean los que le prometió a la sociedad, y no hacer el bien. Ese tipo de peaje no es bueno.
En otros países, no tanto en los tres grandes que mencioné, prevalece todavía la filantropía.
Hay niveles distintos que obedece, entonces, a las dimensiones de las respectivas economías, porque a mayor tamaño de las economías mayor tiende a ser el impacto que causa en la sociedad y en el ambiente, y mayor tiende a ser el impacto de la ética en las acciones.
- Entre Enron y la crisis de las subprime pasaron siete años. El Instituto Ethos que usted ayudó a fundar cumple diez años ¿Qué cambió realmente en este tiempo?
Sí, en estos últimos 10 años han cambiado muchas cosas. Se han presentado muchas cosas nuevas. La geopolítica mundial cambio. La Globalización se afirmó. Las dos crisis tienen una naturaleza diferente. En el primer caso, se trato de engañar a la sociedad y a los inversores con reportes de resultados que no correspondían a la realidad económico-financiera de la empresa. Esto desató un efecto en cadena de descrédito de los reportes, de descrédito de las administraciones. De esos hechos resultó la ley Sarbanes Oxley y se buscó forzar a las empresas a ser más transparentes, más éticas, relacionado con una postura de corrección ante la sociedad.
La crisis de las subprime ocurrió por ausencia de reglamentación. Esto es lamentable. Por ejemplo en Brasil esto no ocurriría con ese perfil. Podríamos tener otros problemas, pero no ese tipo porque hay una reglamentación muy severa sobre las operaciones financieras y sobre la actividad bancaria. Los Estados Unidos, y en cierto grado la Unión Europea también, se niegan a establecer reglas, porque la presión de los que detentan el poder de influencia sobre los gobiernos es grande. Hay toda una cuestión ideológica por detrás que tiene que ver con la libertad de actuar, y la ausencia del Estado. En este caso el Estado debería ser un Estado presente.
Son dos crisis de naturaleza distinta pero apuntan para una evolución. Hay una evolución ahí que tiene que ver con el aprendizaje. Las sociedades y los países están aprendiendo que hay que cumplir con ciertas reglas, con que hay que adherir a ciertos comportamientos porque si no la ola de retorno es muy fuerte, y afecta a los que causaron el desajuste y a toda la sociedad. Ahí cabe el papel importante del Gobierno estableciendo normas y direcciones claras.
Considerando los 10 años de Ethos en Brasil, y de todo el movimiento a nivel internacional, también surgió el GRI, que a nivel mundial empezó a hacer una revisión del grado de adhesión de las empresas y de las economías a las cuestiones de la sustentabilidad.
Mirando hacia las cuestiones de trascendencia planetaria. Hubo mucho avance, pero también mucha pérdida en términos de equilibrio ambiental. Surgió con evidencia la cuestión climática. Lo que sucede aquí es que han ocurrido evoluciones, pero la velocidad de degradación ha sido muy grande. Entonces hay que correr tras la mitigación y la resolución de las causas, que sería lo mejor, que han llevado al desequilibrio ambiental, a la escasez de muchas cosas que todavía no se manifestaron de una manera muy evidente pero el agua potable tiende a desaparecer en pocos años, los peces tienden a escasera, las áreas agrícolas están desgastas, la basura que se genera por la actividad económica es un gran problema que aún no ha sido resuelto todavía. El reciclaje ha sido insuficiente. También están las diferencias de ingresos entre los habitantes de un país en todo el mundo lo que genera una crisis socio ambiental grave. Yo creo que o se camina con la velocidad adecuada o vamos a perecer en el medio del camino.
- ¿Cuáles son, Homero, en su visión los principales incentivos que tienen las empresas para ser socialmente responsables o sustentables, como usted dice? ¿Son suficientes los que tenemos?
No se debe esperar que haya incentivos creados por los Gobiernos para que las empresas hagan lo que deben hacer, y sí que haya leyes que las obliguen a redimensionar y reordenar su actividad para que disminuyan sus externalidades negativas.
Yo creo que no hay que pensar en incentivos y sí en leyes. Por un lado, en leyes, por otro lado, que las empresas asuman su papel de generar beneficios y no de generar pérdidas a favor de un grupo menor. Todos los stakeholders deben ser consultados, deben tener voz activa, y hacerse representar en la actividad económica. Vamos a escuchar más la sociedad. Esta es la parte que le toca asumir a al empresa. El Gobierno creando leyes, y la empresa siendo conciente de que no es una cuestión como algunos dicen que la sustentabilidad genera ganancias. No. La sustentabilidad permite que el mundo continúe operando de forma viable. Yo sé que es difícil que cada empresa piense en términos globales, pero ahí es donde los Gobiernos locales y los mecanismos de gobierno internacional, como ONU y OCDE y otros, son los que deben establecer acuerdos y pactos de cumplimiento obligatorio que haga subir los niveles de exigencia. Yo no pienso en incentivos.
- ¿Cómo ve el futuro de acá a 2020?
Hay dos posibilidades, como dice el Club de Roma en su último libro 'Limits to Growth, 30 years update' . O se hace una reversión planificada, que dependerá de decisiones políticas, de regenerar la degradación ambiental y compensar los desajustes sociales, o vamos a un colapso involuntario que no surgirá de la decisión de ningún actor, pero se traducirá en la inviabilidad de proseguir como estamos actuando. Algunos pueden decir que es una visón apocalíptica , pero no, las cosas apuntan a eso. La huella ecológica ya se alzó al 35%. Le estamos exigiendo al planeta un 35% más de lo que podemos compensar a través del reciclaje, de rehacer de los procesos que están puestos bajo presión porque generan desequilibrios. Toda la cuestiones provienen de ello. Depende de hacia dónde vas los recursos. ¿Van hacía los que tienen o los que no tienen? Los escasos recursos van para los que pueden tomarlo. Se los toma con una velocidad creciente Porque es un valor universal hoy en día el crecimiento económico. Todos quieren crecer. El mundo crece a un 3 o 3,5%. En 2020 vamos a haber alcanzado unos 70% más de producto bruto interno global que el que tenemos hoy. La capacidad de aprender a cargar eso es inviable. No hay camino si no se repiensa todo el sistema.
¿Piensa que puede surgir en Argentina alguna organización que adquiera el relieve regional e influencia de Ethos?
Sí, por cierto sería IARSE. IARSE ya está actuando en conjunto con Ethos y yo creo que serían el espejo natural de Ethos en Argentina.
Sólo me llama un poco la atención que han creado los indicadores pero solamente para las Pymes y no para todas las empresas, pero imagino que esto debe obedecer a alguna cuestión de naturaleza política de la institución. Pero yo creo que IARSE tiene condiciones de ser un Ethos en Argentina.
¿Qué opinión tiene de los premios y ranking de RSE. Sirven para algo?
Sin duda que sirven. Sirven para comunicar a la sociedad los avances y las omisiones también. Los que no son mencionados, no están haciendo. Los que no concurren y no presentan sus planes se quedan al margen.
Los premios mucho más que establecer ranking, yo creo que comunican buenas prácticas.
En particular, porque estoy involucrado con ellos, Amcham ha creado de forma pionera en Argentina una categoría de premio que reconoce las prácticas de gestión orientadas a las sustentabilidad. Eso es una innovación que es el contrapunto de GRI. Las empresas reportan por el GRI y las que lo hacen tienen más facilidad de participar de un premio, y entonces van comunicando lo que hacen, lo que hacen de bueno, y muchas veces lo que piensan que hacen de nuevo, y que cuando se comparan con los demás que participan ven que podrían haber hecho más. Es interesante. Es una forma de desarrollar toda la práctica de un tema en un contexto nacional o mundial. Debemos continuar prestigiando los premios, pero no debemos considerarlos determinantes absolutos. Son formas de divulgar, diría yo que hasta lúdica. Porque las empresas concurren, esperan, se genera una expectativa casi “como en el fútbol” sobre quién va a ganar, quién es el mejor. Todo eso moviliza al sector y eso es positivo.