Las escuelas de negocios, contra las cuerdas

09.06.2011 | Articulos de opinion

Han formado a la élite ejecutiva, pero hoy sus teorías de gestión están en entredicho. Sus críticos dicen que se han centrado en los beneficios más que en la ética.


 

Tener un máster en Administración y Dirección de Empresas, un MBA, siempre ha sido un pasaporte para ascender en el escalafón directivo o conseguir un buen puesto, y si encima iba firmado por una prestigiosa escuela de negocios, el pedigrí del candidato se elevaba inmediatamente. Las empresas han confiado ciegamente en las escuelas de negocios, hasta el punto de dar por buena toda la formación que imparten, sin cuestionarse nada más. Parte del crecimiento empresarial de los últimos años se debe, según los analistas, al apetito voraz de esta nueva clase ejecutiva que estaba dispuesta a comerse el mundo.
Pero algo ha fallado. Los cimientos se han tambaleado y a muchos tanto apetito voraz se les está indigestando. La crisis económica, acuciada por la caída de las empresas financieras, está poniendo en entredicho la formación recibida por los gestores. Y ahí es donde las escuelas de negocios han de asumir una parte de responsabilidad. 'En efecto, no podemos echar la vista a un lado ni presumir de que todos los directivos han salido de nuestras escuelas cuando todo va bien, y cuando hay un fallo sistemático del sector financiero no podemos decir que no fue culpa nuestra', afirma el español Ángel Cabrera, presidente de la escuela de negocios estadounidense Thunderbird, con sede en Arizona, quien cree que este tipo de instituciones no pueden mirar hacia otro lado. 'Algunos pueden decir que no estamos para enseñar valores, sino teorías, pero todas las teorías están cargadas de valores y en muchos casos no son correctas'.
Lo cierto, prosigue Cabrera, es que el currículo de las escuelas de negocios ha estado 'dominado por una visión economicista simplista para hacer modelos matemáticos con consecuencia en los valores'. Cita como ejemplo la teoría de la agencia, por la que se rige uno de los más antiguos y comunes modos de interacción social que se conocen. Una relación de agencia surge cuando una o más personas (el principal) encarga a otra persona (el agente) realizar un determinado cometido en su nombre. 'Esta teoría asume que el directivo es egoísta y oportunista, y presupone que hará lo posible por beneficiarse, ya que se conjugan los intereses del ejecutivo con los del accionista'. Esto es, el ejecutivo actúa como agente de los propietarios y, por tanto, su objetivo es maximizar los beneficios de los accionistas.
Otro ejemplo que aporta Cabrera tiene que ver con el modelo de Michael Porter sobre las cinco fuerzas que influyen en la estrategia competitiva de una compañía y determinan las consecuencias de su rentabilidad a largo plazo. 'Cuando escarbas en esta teoría, te dice que extraes valor si compites con tus clientes, si exprimes a tus proveedores. ¿Tienes que explotar a tu clientes?, ¿Google explota a sus clientes? No, crea valor para ellos. Cuando indagas ves que las cinco fuerzas tienen unos valores que no se sostienen'. El objetivo no puede ser únicamente, dice Cabrera, crear valor para el accionista. 'En España, si se derrumba la banca, ¿quién paga los platos rotos, el accionista o el contribuyente?, ¿y la gente que pierde su empleo?'.
En definitiva, apunta el responsable de Thunderbird, 'habrá que pensar otra manera de definir la responsabilidad del directivo y no pensar que hay que crear únicamente valor para el accionista'. Porque el ejecutivo ha de entender su función como de servicio público, no tener afán de lucro, afirma Cabrera, que en Thunderbird ha instaurado la costumbre de que todos los graduados realicen un juramento hipocrático. En esta misma línea, el Pacto Global de Naciones Unidas ha lanzado unos principios para la educación responsable en gestión, a la que se han sumado 223 instituciones académicas, entre las que se encuentran las principales escuelas de negocios españolas.
También de servicio público habla Jordi Canals, director general del IESE, quien cree que las escuelas de negocios 'hemos omitido temas importantes porque no hemos hablado suficientemente de crear empresas a largo plazo, de manera que se gestionen sin mirar el precio de la acción ni tampoco de la dimensión del servicio que se presta, ya que no se está en un puesto sólo para ganarse la vida, sino para estar al servicio del proyecto', dice Canals, quien hace hincapié en la necesidad de integrar la ética y de la responsabilidad en la formación.
Una representación de decanos europeos ha estado estos días en el campus del IE Business School preguntándose qué grado de responsabilidad tienen en toda esta crisis. Y se ha llegado a la conclusión, afirma el decano de la citada institución, Santiago Íñiguez, de que si no admitiéramos esa responsabilidad 'seríamos poco relevantes, pero ha de ser compartida con los propios directivos, con otros stakeholders, con los gurús, con las agencias de rating y con los medios de comunicación'. Y señala que en Europa las escuelas de negocios sí se han centrado en formar teniendo en cuenta a los distintos agentes sociales, 'mientras que en Estados Unidos ha primado maximizar las ganancias de los accionistas'.
Según Íñiguez, es necesario un cambio de contenido en los programas, reinventando conceptos como el riesgo financiero, 'además de tener urgencia por construir un sistema financiero que genere confianza y de sentar las bases del nuevo el capitalismo'. Y agrega que los MBA deben volcarse en los conceptos de innovación y en formar a emprendedores. Asegura que la crisis es un buen momento para realizar una cura de humildad en las escuelas de negocios, 'donde ha habido cierta arrogancia, y ahora tenemos que ligar la investigación y la enseñanza a las necesidades de los líderes', apunta.
Las escuelas de negocios, según Mauro Guillén, director de Lauder Institute en Wharton, tienen el deber de aportar un diagnóstico y un análisis sobre lo que está pasando, 'pero no tenemos la máxima responsabilidad', afirma. '¿El comportamiento de Madoff es responsabilidad de las escuelas? Hay muchos individuos que sólo han tenido en cuenta los incentivos y en función de ello han tomado decisiones. No se puede acusar sólo al directivo o a los teóricos que han propuesto que buscar el valor para el accionista es la mejor manera de concebir la empresa, sino también del accionista, que cuando las cosas iban bien nunca dijo nada. Ha habido muchas complicidades', dice Guillén. Las escuelas de negocios, agrega, deben adaptar sus estudios insistiendo en la formación en gestión de riesgos.
Responsabilidad, pero con matices. Esa es la valoración de Carlos Losada, director general de Esade, quien cree que la formación ética de un individuo depende de la familia, de la escuela, de las amistades y hasta de los medios de comunicación, que crean unos determinados referentes, informa Rosario Correro. 'Somos sólo corresponsables de la situación, cuando llega un alumno de 28 años a un máster, trae sus propios valores, y no es tan fácil cambiarlos'. El director de Esade considera ridículo que ahora las escuelas se apresuren a poner créditos de ética en sus cursos. 'Como si la ética se pudiera separar de todo lo demás. Me parece una barbaridad, el peor mensaje que podamos dar. La ética debe estar en tu relación con la competencia, en cómo lanzas un productos, en cualquier decisión que tomas como empresario'. Eso no quiere decir que una escuela no tenga que abordar el tema 'claro que podemos hacer cosas, pero siendo conscientes de que el comportamiento empresarial está dentro de la sociedad'. Esade intenta desarrollar la conciencia de los alumnos de carrera, 'a los que tienes más tiempo para formar', haciendo prácticas en zonas muy pobres de Nicaragua o Bolivia, 'cuando un ejecutivo pone cara y ojos a la pobreza es más consciente de sus decisiones'.
Los gestores caídos también tenían un máster
Estar en posesión de un máster adorna el currículo de muchos, pero esto no significa que sea un aval de buena gestión. Por ejemplo, Richard Fuld, presidente de Lehman Brothers, anota en su expediente académico un MBA por la Universidad de Nueva York.
Franklin Raines, presidente de la también caída Fannie Mae, estudió en la prestigiosa facultad de Derecho de Harvard, institución que aparece en muchos rankings como la mejor del mundo y que no está adscrita a los principios para la educación responsable en gestión, iniciativa impulsada por Naciones Unidas, aunque sí ha decidido participar en el debate.
También en esta misma escuela estudiaron John Thain, ex responsable ejecutivo de Merrill Lynch, y Christopher Cox, ex presidente de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC). En la Universidad de Georgetown se especializó en leyes el ex presidente de Citi Charles Prince.
En Europa, algunos de los ejecutivos que han llevado al desastre a sus compañías han completado sus estudios y perfeccionado sus conocimientos empresariales en algún campus de élite.
A la escuela de Harvard acudió Andy Hornby, responsable ejecutivo del banco británico HBOS, que tuvo que ser rescatado en una fusión con Lloyds Bank y, más tarde, ambos tuvieron que ser auxiliados por el Gobierno del Reino Unido.
Principios. Formación responsable
1. Desarrollar las capacidades de los alumnos para aportar valor sostenible para los negocios y la sociedad.
2. Se incorporarán a las actividades académicas los valores de la responsabilidad social global.
3. Se creará un marco educativo que favorezca el liderazgo responsable.
4. Se realizará una investigación de concepto para mejorar la creación de valor sostenible social, ambiental y económico.
5. Se interactuará con los gestores de empresas para ampliar el conocimiento de sus desafíos para cumplir con sus responsabilidades sociales.
6. Se apoyará el diálogo y el debate con todos los agentes.
(Paz Álvarez - Cinco Días)

Tener un máster en Administración y Dirección de Empresas, un MBA, siempre ha sido un pasaporte para ascender en el escalafón directivo o conseguir un buen puesto, y si encima iba firmado por una prestigiosa escuela de negocios, el pedigrí del candidato se elevaba inmediatamente.

Las empresas han confiado ciegamente en las escuelas de negocios, hasta el punto de dar por buena toda la formación que imparten, sin cuestionarse nada más. Parte del crecimiento empresarial de los últimos años se debe, según los analistas, al apetito voraz de esta nueva clase ejecutiva que estaba dispuesta a comerse el mundo.

Pero algo ha fallado. Los cimientos se han tambaleado y a muchos tanto apetito voraz se les está indigestando. La crisis económica, acuciada por la caída de las empresas financieras, está poniendo en entredicho la formación recibida por los gestores.

Y ahí es donde las escuelas de negocios han de asumir una parte de responsabilidad. 'En efecto, no podemos echar la vista a un lado ni presumir de que todos los directivos han salido de nuestras escuelas cuando todo va bien, y cuando hay un fallo sistemático del sector financiero no podemos decir que no fue culpa nuestra', afirma el español Ángel Cabrera, presidente de la escuela de negocios estadounidense Thunderbird, con sede en Arizona, quien cree que este tipo de instituciones no pueden mirar hacia otro lado. 'Algunos pueden decir que no estamos para enseñar valores, sino teorías, pero todas las teorías están cargadas de valores y en muchos casos no son correctas'.
Lo cierto, prosigue Cabrera, es que el currículo de las escuelas de negocios ha estado 'dominado por una visión economicista simplista para hacer modelos matemáticos con consecuencia en los valores'. Cita como ejemplo la teoría de la agencia, por la que se rige uno de los más antiguos y comunes modos de interacción social que se conocen. Una relación de agencia surge cuando una o más personas (el principal) encarga a otra persona (el agente) realizar un determinado cometido en su nombre.

'Esta teoría asume que el directivo es egoísta y oportunista, y presupone que hará lo posible por beneficiarse, ya que se conjugan los intereses del ejecutivo con los del accionista'. Esto es, el ejecutivo actúa como agente de los propietarios y, por tanto, su objetivo es maximizar los beneficios de los accionistas.

Otro ejemplo que aporta Cabrera tiene que ver con el modelo de Michael Porter sobre las cinco fuerzas que influyen en la estrategia competitiva de una compañía y determinan las consecuencias de su rentabilidad a largo plazo.

'Cuando escarbas en esta teoría, te dice que extraes valor si compites con tus clientes, si exprimes a tus proveedores. ¿Tienes que explotar a tu clientes?, ¿Google explota a sus clientes?

No, crea valor para ellos. Cuando indagas ves que las cinco fuerzas tienen unos valores que no se sostienen'. El objetivo no puede ser únicamente, dice Cabrera, crear valor para el accionista.

'En España, si se derrumba la banca, ¿quién paga los platos rotos, el accionista o el contribuyente?, ¿y la gente que pierde su empleo?'.
En definitiva, apunta el responsable de Thunderbird, 'habrá que pensar otra manera de definir la responsabilidad del directivo y no pensar que hay que crear únicamente valor para el accionista'. Porque el ejecutivo ha de entender su función como de servicio público, no tener afán de lucro, afirma Cabrera, que en Thunderbird ha instaurado la costumbre de que todos los graduados realicen un juramento hipocrático. En esta misma línea, el Pacto Global de Naciones Unidas ha lanzado unos principios para la educación responsable en gestión, a la que se han sumado 223 instituciones académicas, entre las que se encuentran las principales escuelas de negocios españolas.

También de servicio público habla Jordi Canals, director general del IESE, quien cree que las escuelas de negocios 'hemos omitido temas importantes porque no hemos hablado suficientemente de crear empresas a largo plazo, de manera que se gestionen sin mirar el precio de la acción ni tampoco de la dimensión del servicio que se presta, ya que no se está en un puesto sólo para ganarse la vida, sino para estar al servicio del proyecto', dice Canals, quien hace hincapié en la necesidad de integrar la ética y de la responsabilidad en la formación.

Una representación de decanos europeos ha estado estos días en el campus del IE Business School preguntándose qué grado de responsabilidad tienen en toda esta crisis. Y se ha llegado a la conclusión, afirma el decano de la citada institución, Santiago Íñiguez, de que si no admitiéramos esa responsabilidad 'seríamos poco relevantes, pero ha de ser compartida con los propios directivos, con otros stakeholders, con los gurús, con las agencias de rating y con los medios de comunicación'. Y señala que en Europa las escuelas de negocios sí se han centrado en formar teniendo en cuenta a los distintos agentes sociales, 'mientras que en Estados Unidos ha primado maximizar las ganancias de los accionistas'.

Según Íñiguez, es necesario un cambio de contenido en los programas, reinventando conceptos como el riesgo financiero, 'además de tener urgencia por construir un sistema financiero que genere confianza y de sentar las bases del nuevo el capitalismo'. Y agrega que los MBA deben volcarse en los conceptos de innovación y en formar a emprendedores. Asegura que la crisis es un buen momento para realizar una cura de humildad en las escuelas de negocios, 'donde ha habido cierta arrogancia, y ahora tenemos que ligar la investigación y la enseñanza a las necesidades de los líderes', apunta.

Las escuelas de negocios, según Mauro Guillén, director de Lauder Institute en Wharton, tienen el deber de aportar un diagnóstico y un análisis sobre lo que está pasando, 'pero no tenemos la máxima responsabilidad', afirma. '¿El comportamiento de Madoff es responsabilidad de las escuelas? Hay muchos individuos que sólo han tenido en cuenta los incentivos y en función de ello han tomado decisiones. No se puede acusar sólo al directivo o a los teóricos que han propuesto que buscar el valor para el accionista es la mejor manera de concebir la empresa, sino también del accionista, que cuando las cosas iban bien nunca dijo nada. Ha habido muchas complicidades', dice Guillén. Las escuelas de negocios, agrega, deben adaptar sus estudios insistiendo en la formación en gestión de riesgos.

Responsabilidad, pero con matices. Esa es la valoración de Carlos Losada, director general de Esade, quien cree que la formación ética de un individuo depende de la familia, de la escuela, de las amistades y hasta de los medios de comunicación, que crean unos determinados referentes, informa Rosario Correro. 'Somos sólo corresponsables de la situación, cuando llega un alumno de 28 años a un máster, trae sus propios valores, y no es tan fácil cambiarlos'. El director de Esade considera ridículo que ahora las escuelas se apresuren a poner créditos de ética en sus cursos. 'Como si la ética se pudiera separar de todo lo demás. Me parece una barbaridad, el peor mensaje que podamos dar. La ética debe estar en tu relación con la competencia, en cómo lanzas un productos, en cualquier decisión que tomas como empresario'. Eso no quiere decir que una escuela no tenga que abordar el tema 'claro que podemos hacer cosas, pero siendo conscientes de que el comportamiento empresarial está dentro de la sociedad'. Esade intenta desarrollar la conciencia de los alumnos de carrera, 'a los que tienes más tiempo para formar', haciendo prácticas en zonas muy pobres de Nicaragua o Bolivia, 'cuando un ejecutivo pone cara y ojos a la pobreza es más consciente de sus decisiones'.

Los gestores caídos también tenían un máster
Estar en posesión de un máster adorna el currículo de muchos, pero esto no significa que sea un aval de buena gestión. Por ejemplo, Richard Fuld, presidente de Lehman Brothers, anota en su expediente académico un MBA por la Universidad de Nueva York.
Franklin Raines, presidente de la también caída Fannie Mae, estudió en la prestigiosa facultad de Derecho de Harvard, institución que aparece en muchos rankings como la mejor del mundo y que no está adscrita a los principios para la educación responsable en gestión, iniciativa impulsada por Naciones Unidas, aunque sí ha decidido participar en el debate.

También en esta misma escuela estudiaron John Thain, ex responsable ejecutivo de Merrill Lynch, y Christopher Cox, ex presidente de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC). En la Universidad de Georgetown se especializó en leyes el ex presidente de Citi Charles Prince.
En Europa, algunos de los ejecutivos que han llevado al desastre a sus compañías han completado sus estudios y perfeccionado sus conocimientos empresariales en algún campus de élite.

A la escuela de Harvard acudió Andy Hornby, responsable ejecutivo del banco británico HBOS, que tuvo que ser rescatado en una fusión con Lloyds Bank y, más tarde, ambos tuvieron que ser auxiliados por el Gobierno del Reino Unido.

Principios. Formación responsable
1. Desarrollar las capacidades de los alumnos para aportar valor sostenible para los negocios y la sociedad.
2. Se incorporarán a las actividades académicas los valores de la responsabilidad social global.
3. Se creará un marco educativo que favorezca el liderazgo responsable.
4. Se realizará una investigación de concepto para mejorar la creación de valor sostenible social, ambiental y económico.
5. Se interactuará con los gestores de empresas para ampliar el conocimiento de sus desafíos para cumplir con sus responsabilidades sociales.
6. Se apoyará el diálogo y el debate con todos los agentes.

(Paz Álvarez - Cinco Días)