Nuevo plan de eco etiquetas europeas

13.07.2011 | Mundo

Nació hace más de una década con la aspiración de distinguir los productos más ecológicos, pero el público europeo apenas reconoce hoy la 'ecoenseña'. Por eso, la UE lanzará en mayo un plan de acción para impulsar el consumo y la producción sostenibles. En 1992, la Comisión Europea creó un sistema comunitario de etiquetado ecológico. Su objetivo era doble: promover la fabricación de productos con un menor impacto ambiental e informar al consumidor sobre las repercusiones de cualquier artículo sobre el entorno. En este caótico contexto, Bruselas ha decidido lanzar un amplio plan de acción destinado a promover el consumo y la producción sostenibles en la Unión Europea. Su objetivo es reducir el impacto ambiental de los productos, a través de medidas para fomentar el ecodiseño y el uso de ecoetiquetas.


 

Dieciséis años después, cuando el usuario europeo acude a un supermercado o adquiere un electrodoméstico, se encuentra con etiquetas que rezan "agricultura ecológica", lácteos que han tenido que ir recomponiendo el uso banal del prefijo bio, lavadoras con una certificación energética, envases con el punto verde (que garantiza su recogida de la máquina al final de su vida útil) y algún producto (sobre todo, en Alemania) que luce la Etiqueta Ecológica Europea (EEE, materializada en una margarita con doce pétalos). En la UE, menos de 300 productos tienen este distintivo; en España, hay una veintena de EEE (por ejemplo, cuenta con ella Sharp Electrónica España).
Según la Comisión, el consumidor tiene un efecto sorprendente sobre el entorno. Bruselas estima que entre el 70% y el 80% de los impactos medioambientales se derivan del transporte, la fabricación de alimentos y bebidas, y el efecto ecológico de los hogares. Éstos, junto con la industria manufacturera, generan el 36% de los gases de efecto invernadero.
Bruselas está ahora ultimando un paquete de medidas, que se concretará en el lanzamiento de un plan de acción en mayo. El plan supondrá la revisión de cuatro directivas: ecodiseño, etiquetado sobre eficiencia energética, ecoetiquetado y el denominado Sistema Comunitario de Ecogestión y Ecoauditoría (Emas), el competidor en la UE del esquema internacional ISO 14001. La intención es aprobar acciones adicionales entre 2008 y 2009 para completar la revisión de directivas.
Grado de exigencia
Como consecuencia de esta megarreforma comunitaria, se actualizarán las ecoetiquetas con diferentes grados de voluntariedad. Por ejemplo, se creará una enseña que garantice el ecodiseño de un producto y que será obligatoria para las empresas. Bruselas baraja el establecimiento de incentivos para el ecodiseño y la ecoinnovación.
Además, la UE lanzará un nuevo sistema de ecoetiquetado para productos, con el objetivo de revitalizar la enseña verde y lograr que realmente sea reconocible por los consumidores de los Veinticinco Estados miembros. Para las empresas, seguirá siendo voluntario optar por someter sus productos a los criterios comunitarios de las ecoenseñas.
Fuentes del sector ambiental explican que el cumplimiento de criterios de ecoetiquetado eleva entre un 20% y un 40% los costes del proceso de fabricación de un producto. En la práctica, sólo la solicitud de la ecoetiqueta europea cuesta entre 300 y 1.300 euros.
(Expansión)

Dieciséis años después, cuando el usuario europeo acude a un supermercado o adquiere un electrodoméstico, se encuentra con etiquetas que rezan "agricultura ecológica", lácteos que han tenido que ir recomponiendo el uso banal del prefijo bio, lavadoras con una certificación energética, envases con el punto verde (que garantiza su recogida de la máquina al final de su vida útil) y algún producto (sobre todo, en Alemania) que luce la Etiqueta Ecológica Europea (EEE, materializada en una margarita con doce pétalos). En la UE, menos de 300 productos tienen este distintivo; en España, hay una veintena de EEE (por ejemplo, cuenta con ella Sharp Electrónica España).

Según la Comisión, el consumidor tiene un efecto sorprendente sobre el entorno. Bruselas estima que entre el 70% y el 80% de los impactos medioambientales se derivan del transporte, la fabricación de alimentos y bebidas, y el efecto ecológico de los hogares. Éstos, junto con la industria manufacturera, generan el 36% de los gases de efecto invernadero.
Bruselas está ahora ultimando un paquete de medidas, que se concretará en el lanzamiento de un plan de acción en mayo. El plan supondrá la revisión de cuatro directivas: ecodiseño, etiquetado sobre eficiencia energética, ecoetiquetado y el denominado Sistema Comunitario de Ecogestión y Ecoauditoría (Emas), el competidor en la UE del esquema internacional ISO 14001. La intención es aprobar acciones adicionales entre 2008 y 2009 para completar la revisión de directivas.

Grado de exigencia
Como consecuencia de esta megarreforma comunitaria, se actualizarán las ecoetiquetas con diferentes grados de voluntariedad. Por ejemplo, se creará una enseña que garantice el ecodiseño de un producto y que será obligatoria para las empresas. Bruselas baraja el establecimiento de incentivos para el ecodiseño y la ecoinnovación.

Además, la UE lanzará un nuevo sistema de ecoetiquetado para productos, con el objetivo de revitalizar la enseña verde y lograr que realmente sea reconocible por los consumidores de los Veinticinco Estados miembros. Para las empresas, seguirá siendo voluntario optar por someter sus productos a los criterios comunitarios de las ecoenseñas.
Fuentes del sector ambiental explican que el cumplimiento de criterios de ecoetiquetado eleva entre un 20% y un 40% los costes del proceso de fabricación de un producto. En la práctica, sólo la solicitud de la ecoetiqueta europea cuesta entre 300 y 1.300 euros.
(Expansión)