Fracaso en Ginebra: se suspenden las negociaciones sobre el Tratado de los plásticos
Tras más de dos años de negociaciones, la quinta sesión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-5.2) para un Tratado Global sobre Plásticos concluyó sin acuerdo. A pesar del respaldo mayoritario a un tratado ambicioso y legalmente vinculante, un pequeño grupo de Estados productores de petróleo bloqueó los avances, priorizando los intereses de la industria petroquímica por sobre la salud del planeta.
“La incapacidad de llegar a un acuerdo en Ginebra debe ser una llamada de atención para el mundo: poner fin a la contaminación por plásticos significa enfrentar de manera directa los intereses de los combustibles fósiles”, advirtió Graham Forbes, líder de la delegación de Greenpeace en la negociación.
“La crisis del plástico se está acelerando, y la industria petroquímica está decidida a enterrarnos por ganancias a corto plazo. Este no es el momento de titubear. Es el momento de tener valentía, determinación y perseverancia. El llamado de toda la sociedad civil es claro: necesitamos un tratado sólido y legalmente vinculante que reduzca la producción de plástico, proteja la salud humana, proporcione financiamiento robusto y equitativo, y ponga fin a la contaminación plástica desde la extracción hasta la eliminación.” agregó Forbes.
El proceso se caracterizó por una creciente polarización entre los países que buscaban un tratado efectivo para reducir la producción de plásticos y una minoría conocida como los “países afines”, que insistió en mantener decisiones por consenso, bloqueando así propuestas clave como el establecimiento de límites de producción, la eliminación de químicos tóxicos y el financiamiento a una transición justa.
“No se llegó a ninguna conclusión sobre el tratado, pero no nos rendiremos”, declaró Thais Carvajal, de la Alianza Basura Cero Ecuador. “El proceso y sus desafíos nos han fortalecido. Hemos cambiado la narrativa y seguiremos luchando contra la contaminación por plásticos.”
Sociedad civil y ciencia
Organizaciones de la sociedad civil y delegados del sur global denunciaron un proceso excluyente, desorganizado y opaco. Reuniones sin previo aviso, sesiones nocturnas iniciadas a las 2 a.m. y una plenaria final convocada con apenas 40 minutos de antelación dejaron de lado a los participantes.
“La Presidencia favoreció a la minoría menos ambiciosa”, denunció Greenpeace.
La Coalición de Científicos que asesora al proceso lamentó que “los negociadores no pudieron ponerse de acuerdo sobre disposiciones clave esenciales para proteger el medio ambiente y la salud humana”. No obstante, reiteraron su compromiso para aportar evidencia científica independiente en futuras rondas.
Desde la Alianza Global para Alternativas a la Incineración (GAIA), Ana Rocha expresó que: “ las negociaciones fracasaron, descarriladas por un proceso caótico y sesgado que dejó incluso a los países más comprometidos con dificultades para hacerse oír. Un proceso fallido y sin transparencia nunca producirá un resultado justo. Es hora de solucionarlo, para que las personas y el planeta finalmente puedan tener una oportunidad de luchar".
David Azoulay, del Center for International Environmental Law (CIEL), calificó el resultado como “un fracaso absoluto” y llamó a un replanteamiento urgente: “Es imposible encontrar un punto en común entre quienes quieren mantener el statu quo y la mayoría que busca un tratado funcional. Necesitamos un reinicio, no una repetición”.
Aunque se acordó una nueva ronda de negociaciones —aún sin fecha ni lugar definidos—, muchos actores clave señalan que sin cambios estructurales al proceso, el resultado será el mismo.
Para Panamá, representada por Debbra Cisneros, “los métodos de trabajo y las reglas actuales han llegado a su límite”. Su llamado fue claro: nuevos lineamientos, mayor transparencia y compromisos vinculantes.
Desde Perú, el embajador Gustavo Meza-Cuadra reiteró el compromiso de su país con el tratado: “Este desafío urgente no debe desalentarnos, sino impulsarnos a redoblar esfuerzos para lograr un tratado verdaderamente ambicioso”.
A pesar del revés, los actores sociales, científicos y muchos Estados siguen avanzando. “El movimiento para acabar con la contaminación por plásticos va más allá del tratado, y no termina aquí”, afirmó Azoulay.
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