América Latina bajo la amenaza de la escasez del agua
El estrés hídrico afecta al 40% de la población en América Latina y el Caribe, y se espera que esta cifra aumente debido al cambio climático y la creciente demanda de agua. Esta crisis hídrica no solo amenaza la seguridad alimentaria y la salud pública, sino que también impacta gravemente en la economía, evidenciando la urgente necesidad de una gestión sostenible del agua en la región. Los riesgos empresariales.
En todas partes del mundo, el consumo de agua está superando la cantidad de disponible. Desde 1960, la demanda de agua se ha más que duplicado. Esto se debe, en parte, al crecimiento de la población y a industrias como la agricultura de riego, la ganadería, la producción de energía y la manufactura. Pero no es solo un tema de consumo; también influye la falta de inversiones en infraestructura, a políticas de uso del agua que no son sostenibles y el aumento de la variabilidad climática. Todo esto hace que haya menos agua disponible.
Datos del World Resources Institute muestran que 25 países están actualmente expuestos a un estrés hídrico extremadamente alto cada año, lo que significa que utilizan más del 80 % de su suministro de agua renovable para riego, ganadería, la industria y el uso doméstico. Incluso una sequía a corto plazo pone a estos lugares en peligro de quedarse sin agua, lo que obliga a veces a los gobiernos a cerrar los grifos. Ya hemos visto ocurrir esto en muchos lugares del mundo, como Inglaterra, India, Irán, Sudáfrica y México.
En América Latina se espera que la demanda de agua aumente en un 43% para el año 2050, casi el doble del crecimiento promedio mundial, cuyo incremento está proyectado entre un 20 y un 25%.
Según el Banco Mundial, el estrés hídrico afecta al 40% de la población en América Latina y el Caribe, y se espera que esta cifra aumente debido al cambio climático y la creciente demanda de agua.
En 2023, México vivió su año más seco, mientras que en Uruguay el gobierno declaró una emergencia hídrica debido a los bajos niveles de sus reservas de agua.
En Chile, los embalses están al borde de agotarse, al igual que en ciudades como Bogotá y Ciudad de México. Además, en Brasil, el río Paraná, uno de los más importantes de Sudamérica, ha registrado niveles de agua históricamente bajos, afectando tanto la navegación como la generación de energía hidroeléctrica.
En Perú, la ciudad de Lima enfrenta una severa escasez de agua, agravada por la falta de infraestructura adecuada y la sobreexplotación de los acuíferos. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) del Perú informó que más del 20% de los hogares en Lima no tienen acceso regular al agua potable.
En Bolivia, el Lago Poopó, el segundo más grande del país, se ha secado casi por completo, desplazando a comunidades enteras y poniendo en peligro el ecosistema local. Según la Autoridad Binacional del Lago Titicaca, el nivel de agua en el Lago Titicaca ha disminuido un 30% en los últimos 15 años, impactando gravemente a la región.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que para 2050, más del 77% de la población en América Latina vivirá en áreas con estrés hídrico. Esto subraya la urgente necesidad de implementar políticas de gestión sostenible del agua y mejorar la infraestructura hídrica en la región.
La escasez de agua profundiza las desigualdades y tiene un impacto gravísimo en la nutrición, ya que los alimentos pueden volverse escasos y mucho más caros. También afecta la salud, porque fomenta el consumo de agua contaminada y causa problemas de higiene, además de dañar los medios de subsistencia de muchas familias cuando las tierras se secan.
El año pasado, Argentina registró una pérdida de cultivos cercana al 30%, mientras que en Perú la cifra fue aún más alarmante, alcanzando el 80%. Las sequías sin precedentes también interrumpieron el tráfico de embarcaciones a través del Canal de Panamá, afectando el crecimiento económico del país y una parte significativa del comercio marítimo mundial.
Esta crisis hídrica no solo amenaza la seguridad alimentaria y la salud pública, sino que también impacta gravemente en la economía, evidenciando la urgente necesidad de una gestión sostenible del agua en la región.
- Los riesgos empresariales
El escenario hídrico en América Latina tendrá diversas consecuencias para las empresas en el futuro, afectando múltiples sectores de la economía. Estas son algunas de las principales repercusiones:
1. Aumento de costos operativos: Las empresas enfrentarán mayores costos debido a la necesidad de invertir en tecnologías de ahorro de agua y en sistemas de tratamiento y reciclaje de aguas residuales. Según la CEPAL, esto es especialmente relevante para las industrias intensivas en el uso de agua, como la agricultura, la manufactura y la producción de energía
2. Interrupciones en la cadena de suministro: La escasez de agua puede causar interrupciones en la producción, afectando la disponibilidad de productos y componentes esenciales. Esto es particularmente crítico para industrias como la alimentaria y la farmacéutica, que dependen del agua para sus procesos productivos.
3. Riesgos reputacionales: Las empresas que no adopten prácticas sostenibles de gestión del agua podrían enfrentar daños a su reputación. Los consumidores y los inversores están cada vez más conscientes de los problemas ambientales y prefieren apoyar a compañías que demuestran un compromiso con la sostenibilidad.
4. Regulaciones más estrictas: Los gobiernos están implementando políticas más rigurosas para gestionar el uso del agua y proteger los recursos hídricos. Las empresas deberán cumplir con nuevas normativas, lo que podría implicar costos adicionales y la necesidad de ajustar sus operaciones.
5. Disminución de la productividad agrícola: La agricultura, que consume el 70% del agua dulce extraída en la región, se verá particularmente afectada. La escasez de agua reducirá la productividad agrícola, afectando tanto a las empresas agrícolas como a aquellas que dependen de productos agrícolas para su producción.
6. Conflictos socio ambientales: La competencia por recursos hídricos limitados puede generar conflictos entre comunidades locales, gobiernos y empresas. Las compañías que operan en áreas con escasez de agua deberán gestionar estos conflictos de manera efectiva para mantener sus operaciones y su licencia social para operar.
Para mitigar estos impactos, las empresas deben invertir en tecnologías de ahorro y reciclaje de agua, adoptar prácticas agrícolas sostenibles, y colaborar con gobiernos y comunidades para gestionar los recursos hídricos de manera eficiente y equitativa. La implementación de estas estrategias no solo ayudará a las empresas a enfrentar los desafíos del estrés hídrico, sino que también contribuirá a la sostenibilidad a largo plazo de la región.
Según las proyecciones del IPCC realizadas en. 2021, algunos países tendrán menos lluvias, mientras que otros enfrentarán temporadas de lluvias más cortas pero con eventos extremos donde toda la lluvia de un mes puede caer en pocos días. Los acuíferos y suelos no pueden absorber toda esa agua de golpe, lo que provoca que mucha se pierda y después se enfrenten a sequías más largas. Para manejar esto, se necesita planificar e invertir estratégicamente para gestionar el agua eficientemente durante los períodos secos y húmedos, mitigando los efectos del cambio climático y aliviando la presión sobre los recursos hídricos existentes.
- Soluciones posibles ¿Qué hacer?
Para mejorar la gestión del agua y reducir el estrés hídrico, hay varias medidas clave a considerar:
Primero, los países deberían mejorar la gobernanza del agua y fomentar la eficiencia en la agricultura. Adoptar una gestión integrada de los recursos hídricos y mejorar la infraestructura con soluciones basadas en la naturaleza, como la infraestructura verde, son pasos fundamentales. Proteger y restaurar humedales, manglares y bosques no solo mejora la calidad del agua y genera resiliencia frente a sequías e inundaciones, sino que también ahorra en costos de tratamiento del agua.
Además, los bancos internacionales de desarrollo y otros prestamistas deberían considerar programas estratégicos de alivio de la deuda, como canjes de deuda por naturaleza o alivio de la deuda a cambio de inversiones en biodiversidad o infraestructura resiliente, como la restauración de manglares o la conservación de humedales. Estas soluciones basadas en la naturaleza pueden ofrecer resultados positivos en países que no pueden costear una mejor gestión del agua por sà mismos.
Por otro lado, quienes formulan políticas en países con escasez de agua deben priorizar fuentes de energía que ahorren agua, como la solar y la eólica, para evitar cortes de energía causados por la falta de agua.
Las ciudades también tienen un papel crucial: deben desarrollar planes de acción para la resiliencia del agua urbana, aprendiendo de las seis ciudades africanas que ya están implementando estos enfoques. Además, el tratamiento y reutilización de aguas residuales podría crear nuevas fuentes de agua para las áreas urbanas.
En el campo de la agricultura, los productores deberían usar medidas más eficientes en el uso del agua, como cambiar a cultivos que consuman menos agua o implementar métodos de riego más eficientes, como el riego por aspersión o goteo en lugar de inundar los campos.
Finalmente, las empresas deberán establecer objetivos de agua basados en la ciencia, alineados con lo que esta indica como necesario para mantenerse dentro de los límites de la Tierra y satisfacer las necesidades de la sociedad. Pueden aprender de las empresas que ya han establecido tales objetivos.
Recursos
https://www.cepal.org/es/notas/agenda-accion-regional-agua-acceso-universal-al-agua-limpia-al-saneamiento
https://agenda2030lac.org/es/ods/6-agua-limpia-y-saneamiento
https://www.wri.org/aqueduct
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