“Cada vez más empresas ven a las estrategias de financiarse de forma sostenible como una certificación”

18.04.2022 | Entrevistas

Así lo afirman Iván Buffone y Lucas Peverelli, directores de Business & Sustainability. El rol del impacto positivo en el liderazgo de las organizaciones, la visión de la empresa puertas afuera, la dinámica favorable para las finanzas sostenibles, el interés del mercado más allá de si el inversor entiende la diferencia entre verde, social y sostenible, el por qué consideran que los criterios ESG están ganando la agenda del mundo de las inversiones, la importancia de que las empresas comprendan que son un actor social, la oportunidad de la sustentabilidad para ser una solución para pensar los incentivos de bien público, y la necesidad de posicionarse desde la colaboración, fueron algunos de los temas abordados en la entrevista.


¿Qué tendencias perciben en materia de sostenibilidad para 2022?

Iván Buffone (IB): Lo primero que diría es que la sustentabilidad dejó de ser algo lateral para convertirse en algo transversal en todas las organizaciones. Es una preocupación que ya no es sólo de las áreas de sustentabilidad, de Responsabilidad Social o de Asuntos Públicos. No es un nicho dentro de las empresas sino que es una preocupación. Nosotros estamos viendo que es una preocupación directamente del directorio y de los inversores, y eso baja un mensaje muy fuerte a todas las organizaciones, en las grandes y en las chicas.  
 
También veo que hay una cuestión generacional, que las personas que están asumiendo cargos de liderazgo en las organizaciones también vienen con una mentalidad que está impregnada por sustentabilidad, por impacto positivo.

Creo además que hay un escenario que se aceleró muchísimo con la pandemia, y es todo lo que tiene que ver con el crecimiento de las finanzas sostenibles, todo lo que tiene que ver con instrumentos de financiamiento verde, social y sostenible. No sólo se multiplicaron este tipo de instrumentos sino lo que tiene que ver con la canalización de fondos a través de esos instrumentos. Y vemos que es una tendencia que va a seguir este año y los próximos, aunque hago un paréntesis con el impacto que están teniendo los conflictos internacionales, donde el fondeo se vuelve a canalizar a cuestiones humanitarias, a paliar las consecuencias del conflicto en Europa. Ello se ve muy claramente en los organismos internacionales, en cómo están paralizando mucho de los programas que tenían en países como el nuestro para cuestiones ambientales o sociales, y lo redirigen a cuestiones humanitarias.

No obstante eso, nosotros vemos que tanto a nivel local como a nivel regional va a haber un crecimiento en lo que tiene que ver con financiamiento sostenible, y vemos también una aceleración en las políticas de sustentabilidad de las empresas.

En general nosotros prestamos atención a dos drivers fundamentales, que son los requisitos o las exigencias de las cadenas de valor, y los requisitos o las exigencias de las entidades financiadoras o de los inversores.

Y como dato novedoso, y que nosotros también lo vemos como una aceleración muy interesante, es la incorporación de las pymes al mundo de la sustentabilidad. Por lo general lo hacen por una cuestión de propósito, de sentido de comunidad, y de desarrollo sostenible en el entorno donde operan. Pero también por la posibilidad de incorporarse a cadenas de valor o de acceder a financiamiento que de otra forma no podrían. Todo esto es interesante porque va moldeando el sistema económico en una dirección, también con las pequeñas empresas.

Con respecto a qué tipo de instrumentos, desde lo ambiental los dos ejes fundamentales que se están impulsando son la economía circular y la carbono neutralidad. Y en materia de valor social, sobre todo en un lugar como Argentina o a nivel regional con las desigualdades y las brechas que tenemos, básicamente es el compromiso con el entorno en donde operan las empresas, que tiene que ver también con su negocio.

Lucas Peverelli (LP): Agregaría el capítulo gobernanza. Vemos que hay organizaciones que están siendo cada vez más coherentes entre su modelo de negocio y su estrategia impacto positivo, y eso me parece que es algo a rescatar. También veo que está tomando cada vez más dimensión una preocupación por alinear eso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Coincido con Iván que la carbono neutralidad y la economía circular son dos drivers fundamentales  en el capítulo ambiental, y que están cobrando mucha más relevancia. Además, la generación de impacto social positivo en los entornos más próximos a las operaciones es también algo que se está empezando a consolidar. Y eso es algo que nosotros celebramos, porque me parece que en tanto tengamos empresas cada vez más coherentes vamos a poder tener mejores negocios, mejores empresas, y un mundo que se desarrolla hacia la sustentabilidad con mucha más soltura y solvencia.

IB: Para nosotros eso es muy importante, y creo que se desprende de nuestras palabras esta visión de la empresa puertas afuera. Con eso hablamos del impacto social positivo como una tendencia que se está acelerando pero a la que hay que darle más fuerza.

LP: Para nosotros la sustentabilidad se crea puertas afuera, es donde “se ponen los fierros”, donde se pone la gente, donde está la operación, donde se tracciona la rentabilidad de la empresa. Ahí es donde tiene que haber prácticas, acciones y lineamientos que estén todos alineados con los principios de la sustentabilidad. Ahí es donde se juega . Y hoy lo que nosotros estamos viendo es que hay cada vez más interés, y seguro mucha menos resistencia, a animarse a pensar ese modelo de negocio bajo una lógica de sustentabilidad. Y eso está muy bien.


¿Cómo ve el tema de las finanzas sostenibles en Argentina y en la región?

LP: Creo que estamos en un momento sensacional para discutir capítulos de finanzas sostenibles en Argentina. Considero que hoy existe un mercado con un nivel de dinamismo altísimo, por más que Argentina es un mercado chico o que incluso su mercado capitales en general sea un mercado chico.  

Lo que nosotros estamos viendo es que es un mercado que está teniendo una dinámica muy interesante donde quiero destacar algunas cosas. Por ejemplo, el esfuerzo que está haciendo BYMA en todo lo que es el andarivel verde, social y sostenible, o el capítulo de finanzas sostenibles. También lo que está armando la CNV en cuanto a la flexibilización de las condiciones para ingresar en el mercado público de capitales para pymes. Y frente a esas políticas acertadas, en la CNV también se está haciendo todo un esfuerzo muy importante en ordenar el capítulo SVS, con lo cual ya hay mucha claridad cuando hablamos un bono verde, qué es un bono verde, cuando hablamos de un bono social, qué es un bono social, o que ya entendamos que existe un bono sostenible que es una mezcla entre ambos. Estamos hablando de bonos linkeados a la sustentabilidad, con lo cual empezamos a hablar de que hay KPIs ligados a emisiones que nos permiten monitorear ex-post la colocación de una deuda, en qué la usamos y cómo la usamos, y qué tan profundo es el impacto positivo que estamos generando.

Desde ese lugar creo que está dándose un set de condiciones, mezclado con un interés creciente, que hace que la situación en el mercado sea por lo menos interesante y relevante. Notamos que cuando una empresa sale con un bono verde genera interés, tiene inversores que están ávidos por diversificar su cartera, y eso es un impulso importante más allá de si el inversor entiende la diferencia entre verde, social y sostenible. Hay un inversor que está entendiendo que el mundo va por ese andarivel, y eso hace que los bonos que se colocan bajo esa estructura de finanzas sostenibles suelen ser bonos que en líneas generales se colocan con éxito. De hecho, no tengo recuerdos de bonos que hayan salido a jugar como verdes, sociales o sostenibles y que hayan fracasado en su colocación. Lo cual habla de que hay un inversor del otro lado que quiere hacerse de ese producto. Por eso creo que estamos en un muy buen momento. Dicho esto, creo que hay espacio para seguir creciendo y desarrollarse. Y me parece que está muy bueno todo lo que tenga que ver con ese tipo de instrumentos para Argentina porque es muy necesario que tengamos modelos de negocios que puedan estar alineados con lo que es la lógica SVS. Y estoy convencido de que hay una gran oportunidad de capturar una porción cada vez más grande de ese mercado a nivel Latinoamérica.

IB: A nivel regional estamos rezagados con respecto al nivel global, pero lo importante es que la tendencia va creciendo exponencialmente año a año, con lo cual es una tendencia muy interesante a seguir, sobre todo teniendo en cuenta que no sólo los gobiernos lo están impulsando a nivel regulación sino que los principales fondos de inversión están poniendo su foco en este tipo de instrumentos, y eso canaliza fondos y empodera todo lo que tiene que ver con finanzas sostenibles.

Aquí hay dos cosas que resalto: primero el interés en las pymes y las grandes empresas nacionales que se están metiendo en la sustentabilidad, que están atravesando su operación por prácticas que cuidan el ambiente o que tienen impacto social como una forma de crecer. Esto es muy interesante porque significa que cada vez más empresas ven a las estrategias de financiarse de forma sostenible como si fuera una certificación. Lo cual también es una forma de posicionamiento. Porque si yo emito una Obligación Negociable, un bono, o accedí a un crédito que tiene parámetros de sustentabilidad, hay una entidad que con todo lo regulado que es el mercado financiero dice que este proyecto es sustentable o que mi empresa es sustentable, y eso actúa de certificación.

Lo segundo es que muchas empresas no sólo sientan que esta es una oportunidad sino que también sientan que si no lo hacen se están quedando o se van a quedar fuera del negocio. Porque poco a poco los criterios ESG están ganando no sólo la agenda sino materialmente el mundo de las inversiones.


¿Qué rol deben jugar las empresas como actor social en materia de sostenibilidad?

IB: Para mí lo importante de la pregunta es que primero las empresas tienen que comprender que son un actor social. Ese es el primer punto. En la definición hay un llamado a reconocerse como actores sociales para poder encarar los múltiples desafíos que tiene hoy por hoy nuestra vida en comunidad, nuestra sociedad, etc.

A mí me gusta mucho la expresión “actores sociales” para las empresas porque ser un actor implica exponerse, ser protagonista, subirse al escenario de alguna manera. Y es el rol que entendemos que tienen que jugar más empresas para poder enfrentar los múltiples desafíos, las brechas y desigualdades que hoy tenemos.

En esa línea, los proyectos de las empresas hoy no se pueden escindir del impacto positivo, que además tiene que estar lo más alineado posible a las necesidades y a los problemas reales de cada uno de los lugares donde operan. Eso es ser un actor social.

LP: Me parece muy evidente que hay un rol importante ahí. Además, en la medida que los modelos de negocio tengan coherencia con la estrategia de impacto positivo, esa brecha se va a cubrir cada vez más rápido, o se va a achicar, o va a desaparecer. Y esa parte del proceso es muy relevante. Ahora el desafío está en cómo generar un proceso donde no sea una política de RSE sino que sea una estrategia integrada al modelo de negocio que cree valor para todas las partes.


¿Qué desafíos percibe en materia de articulación público-privada para la promoción de la sostenibilidad?

LP: Para mí un desafío importante es que a veces se va por andariveles separados. Y siento que la sustentabilidad puede traer una solución para empezar a pensar en incentivos de bien público. A veces es como que las empresas están haciendo esto porque están convencidas de que es la mejor manera de desarrollarse, y es como que el marco normativo va por afuera, o se tiene un programa público que está corriendo en un andarivel similar. Pero si todo esto lo pudiésemos integrar tendría mucha más potencia, mucha más relevancia. Aquí me parece que hay un tema que sucede en Argentina y también en América Latina, y es que no es fácil pensar en articulación público-privada porque existen muchos desafíos. Pero para mí la respuesta va muy en línea con la pregunta anterior de qué rol tienen que jugar las empresas. Y me parece que hay un capítulo de legislación que debería trabajarse, y que deberíamos poder generar esquemas que faciliten la interacción público-privada.

IB: Creo que hay un desafío muy grande en que las dos partes se reconozcan como aliados para el desarrollo. Hay un punto en esto de que son como dos autopistas que muchas veces van en paralelo, y no se comunican, no hay puentes. Creo que ese es el gran desafío. También hay un desafío en perder los miedos, los prejuicios, las ataduras que tiene involucrarse en una relación, como lo es un proceso de articulación, que es complejo cuando es público-privado y también lo es cuando hablamos entre privados. Por eso creo que hay un valor muy importante en posicionarse desde la colaboración, y que es imposible que resolvamos los problemas que hoy tenemos como sociedad sin el trabajo conjunto entre sectores.

Como desafío me parece esto de reconocerse como aliados y entender que los dos tienen algo para dar, porque siempre está esa visión desde el sector privado de que “el gobierno me cobra impuestos y es un regulador maligno”, y del otro lado aparece la visión desde el sector público de que “la empresa sólo quiere maximizar su beneficio y no le importa nada de lo que sucede con los otros actores o sectores, etc”, y se la ve sólo como una proveedora de fondos para algunos programas.

Por eso, ambos tienen mucho más para dar en un proceso de articulación. Y para que eso sea eficaz se deben generar instrumentos que aceleren e impulsen que la contribución de las empresas se pueda canalizar para los desafíos o los problemas reales de cada una de las comunidades.

Yo tengo un rol en el GDFE que trabaja mucho esta agenda. Y nos parece muy importante y que las empresas se sientan parte del entorno donde están y no tengan miedo de articular con el sector público y con otros actores, como movimientos sociales, cooperativas, etc. Hay muchos actores con los cuales articular para para generar programas de economía circular, programas de impacto social, etc, que son muy importantes para esta agenda de la sustentabilidad.


¿Argentina puede alcanzar un cero neto de emisiones de CO2 para el 2050?

LP: Me parece un desafío interesante, que ojalá se pueda cumplir, pero me parece que la clave es que pueda servir como ordenador para que muchas de las acciones que comentamos se puedan dar con fluidez. Nosotros vemos que hay un montón de empresas dentro del ámbito argentino que están interesadas en avanzar hacia un modelo de carbono neutralidad, y que hay cada hay cada vez más inquietud por comprar bonos de carbono, o generar algún esquema forestal. Pero considero que el objetivo de Argentina 2050 debería ser tener un rol mucho más ordenador para poder facilitar mecanismos y la generación de alianzas para poder generar un espacio de colaboración e intercambio donde estas cosas puedan suceder con más fluidez.  
 
IB: Coincido en que es un gran desafío pero hoy no están dadas las condiciones. O lo están desde la potencialidad argentina. Pero la cuestión política, la cuestión normativa, y los incentivos no están necesariamente orientados en ese objetivo. También coincido en que es una gran oportunidad para ordenar el sistema económico y los incentivos, y creo que tenemos todo para hacerlo. En el potencial de energías renovables, en hidrógeno, hay recursos de clase mundial en Argentina. Además, tenemos todo para ser parte de la ola de descarbonización y cumplir el objetivo. Pero lo más importante es que podemos ayudar a otros a cumplirlo porque podemos ser un exportador de energía limpia también. Pero para eso es necesario apalancarse en la fuerza del sector privado desde el sector público, generando un marco que propicie estas cosas, impulsando al sector privado, generando los incentivos para canalizar sus recursos en esta dirección.

Añadir nuevo comentario