En COP30 crece la presión para que el sector privado participe en el financiamiento de la adaptación climática
En el marco de la COP30, los países negocian esta semana una nueva meta global de financiamiento para la adaptación que podría ascender a 120.000 millones de dólares anuales, triplicando los niveles actuales si prospera la propuesta de las naciones de ingresos bajos y medios. Pero más allá del volumen total, la discusión central gira en torno a quién financiará la adaptación y qué rol jugará el sector privado.
Durante años, la adaptación —que busca reducir riesgos y daños de eventos climáticos extremos— ha sido percibida como un ámbito dependiente del financiamiento público, con escaso atractivo para inversores. En Belém, ese enfoque está siendo cuestionado. Delegados, instituciones financieras y organismos de desarrollo coinciden en que la adaptación debe transformarse en un mercado de inversión viable, capaz de incorporar capital privado mediante estructuras de financiamiento mixto, garantías y productos vinculados a seguros.
“Esta COP debe centrarse en cómo los escasos recursos públicos pueden desbloquear financiamiento privado”, dijo Patrick Verkooijen, director ejecutivo del Global Center on Adaptation.
“La adaptación no es exclusivamente un asunto de fondos públicos. Esa percepción es incorrecta”, afirmó Ali Mohamed, enviado especial de Kenia para el cambio climático.
El interés empresarial crece, pero las barreras persisten
Pese al optimismo, el desafío estructural sigue siendo significativo: la mayoría de los proyectos de adaptación no generan ingresos directos, sus beneficios tienen carácter público y sus resultados se materializan a largo plazo. Estos factores reducen el apetito del sector privado, que opera con horizontes de retorno más breves y necesita flujos predecibles.
“La adaptación evita pérdidas económicas. Para los gobiernos, eso es suficiente. Pero para una empresa privada, ¿por qué invertir en un bien público?”, advirtió Debbie Hillier, del Zurich Climate Resilience Alliance Program en Mercy Corps.
Los actores financieros consultados en la conferencia coinciden en que el sector privado puede convertirse en un aliado relevante solo si los gobiernos y los bancos de desarrollo asumen parte del riesgo. Esto implica ampliar el uso de blended finance, garantías parciales, seguros paramétricos y mecanismos de absorción de pérdidas que hagan que los proyectos sean comercialmente viables.
Adaptación como condición para la estabilidad económica
La presión para involucrar al sector privado se ha intensificado a medida que los impactos climáticos se vuelven imposibles de ignorar. Las inundaciones, sequías y tormentas extremas están afectando cadenas de valor, infraestructuras críticas y operaciones empresariales en múltiples sectores.
En ese contexto, la adaptación empieza a verse no solo como un mandato humanitario, sino como un componente esencial para proteger inversiones, reducir interrupciones operativas y garantizar la estabilidad económica. Algunas empresas —particularmente en seguros, infraestructura, agricultura y energía— ya evalúan los costos crecientes de la inacción.
Para que la participación privada avance más allá de proyectos piloto, los países en desarrollo deberán generar portafolios de proyectos bancables, elaborar métricas de riesgo climático claras y estandarizadas, y fortalecer marcos regulatorios que permitan contratos de largo plazo y modelos de ingreso asociados a resiliencia.
Sin estos elementos, advierten expertos, la adaptación seguirá viéndose como un área de alto riesgo y bajo retorno, lo que limitará la escala del financiamiento privado.
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