“La economía circular es en sí misma una estrategia de sostenibilidad”
Así lo afirma Nicolás Liarte-Vejrup, Consultor de Pacto Global Argentina, en entrevista con ComunicarSe con motivo de la presentación de una nueva publicación donde analizan el estado del arte de la economía circular en el sector empresarial del país. La importancia de contar con un Plan Estratégico Nacional donde las distintas jurisdicciones se integren, el rol que deberían jugar los centros de formación, el papel que puede desempeñar el Estado a través de las compras públicas, cómo es el perfil de las empresas que cuentan con proyectos en el país, y por qué considera que la economía circular es I+D + gestión; fueron algunos de los temas abordados.
¿Cómo puede integrarse la economía circular a las estrategias de sostenibilidad de las empresas?
Es importante comenzar definiendo lo que entendemos por economía circular; es una estrategia regenerativa, que imita el ciclo de la naturaleza respetando el manejo de recursos naturales, optimizando el uso de la energía y propiciando la energía renovable. Es un sistema holístico y sistémico que implica tener una mirada alternativa, innovadora, y disruptiva; que genera capital social, ambiental y económico. Por otra parte, una estrategia de economía circular es restaurativa y se enfoca en ciclos técnicos, no sólo naturales. Además, debe ser sostenible en el tiempo considerando los residuos finales, los recursos y su destino.
Comienzo con dicha definición ya que fue elaborada por un conjunto de empresas en el año 2019, en el marco de la Red del Pacto Global Argentina, donde se reunieron para delinear una hoja de ruta sobre cómo abordar proyectos de economía circular y los pasos para la gestión de proyectos desde el inicio.
A partir de ahí empezamos a entender que la economía circular es en sí misma una estrategia de sostenibilidad, que implica tener un claro monitoreo y análisis de impactos. Porque si no conocemos cada proceso y los desafíos de cada uno, es difícil poder circularizar procesos. Es difícil cambiar o mejorar; lo que se desconoce. Además, se tiene que contar con una fuerte cultura de innovación.
Entonces, primero hay que entender qué es, segundo entender cada proceso productivo, y por último contar con la posibilidad de obtener en forma intrínseca, una cultura de innovación y de intercambio. En cada sector productivo, tendrán distintos drivers para avanzar en proyectos de economía circular.
En la actualidad, entiendo que el costo de la energía es un gran incentivo para ingresar a indagar sobre la economía circular. Sin embargo, hay que tener clara conciencia y monitoreo de los impactos, y después una cultura de la innovación. De lo contrario, es muy difícil integrar una iniciativa en un proceso continuo de gestión.
Podemos tomar el manual de management y decir “tengo la cultura, tengo los impactos, y luego tengo que consolidarlo en una política”. Porque el desafío es tener algún instrumento que trascienda la propia gestión y que posibilite ir mejorando en forma continua esa dirección que se empieza a tomar. Caso contrario queda en un capricho gerencial.
¿Cómo percibe el estado del arte de la economía circular en el sector empresarial del país?
Personalmente entiendo que se encuentra en un grado incipiente. Dicha afirmación se desprende del estudio realizado en el marco del Pacto Global, PNUD, sobre el concurso promovido por distintas organizaciones convocando al sector empresario a la presentación de casos para evaluarlos por un jurado de notables profesionales (Naciones Unidas, cámaras empresarias, el Ministerio de Desarrollo Sostenible de la Nación).
El objetivo del concurso fue tomar el “pulso” del estado de situación de la economía circular y por ese motivo se llevó adelante una convocatoria de alcance masivo, nacional, a todas las organizaciones empresariales del país. El resultado de la misma arrojó que se presentaron 22 casos de 16 empresas.
A partir de ese estudio uno puede decir que es incipiente. Porque uno es exigente y porque pareciera ser que el mundo va en esa dirección. Esto no significa que se esté desacoplado, sino que venimos más lento. En Argentina, la agenda empresaria está conformada por el corto plazo, la prioridad puede ser la presión impositiva, el costo laboral, el costo de la energía, y en este contexto el tema de economía de circular es de medio o largo plazo, y en general va rezagado.
Si tengo que definir a grandes rasgos un perfil de empresas que cuentan con proyectos de Economía Circular, son grandes empresas antes que Pymes, y segundo que están asociadas a la producción y no a los servicios.
En el estudio se analizaron casos de siete provincias (Buenos Aires, Córdoba, La Rioja, Santa Fe, San Juan, Mendoza y Jujuy). El 80% de los casos presentados son miembros o están adheridos al Pacto Global. Es interesante que el 20% es extra Pacto, lo que quiere decir que la convocatoria fue más amplia y se llegó a Empresas sin vinculo formal con el Pacto Global, como es el caso de Natura por ejemplo. Un punto a destacar es que estos proyectos no contaron con enfoque en género.
Al analizar cómo lo trabajan al interior se observa que estos proyectos se trabajan con colaboradores, con gobiernos, con proveedores y con las organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, aparecen ausentes los organismos sindicales.
Con respecto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los proyectos presentados sobre economía circular, reconocían aportar a la consecución de los siguientes objetivos; ODS12 (producción y consumo responsable), el ODS13 (Acciones por el clima) y el ODS17(Alianzas para lograr el Desarrollo Sostenible); y en menor medida el ODS8 (trabajo decente) y el ODS9 (industria, innovación e infraestructura).
¿Hacen falta incentivos para promover la economía circular en el país?
Incentivos sí. Pero antes necesitamos un norte, un Plan Estratégico Nacional de economía circular, donde las distintas jurisdicciones articulen sus esfuerzos en torno a ese plan macro.
Por ejemplo, Córdoba está avanzando bastante en economía circular. Pero cuál es el riesgo de que sólo Córdoba o Buenos Aires avancen. El problema es que muchas jurisdicciones van a relocalizar su producción por los incentivos que tiene trabajar en esos lugares. Es por eso que es muy importante que haya un Plan Estratégico Nacional de economía circular donde las distintas jurisdicciones se integren.
Además, es importante que el sector empresario encuentre incentivos para facilitar esa incorporación a su estrategia y que sea sostenido en el tiempo. Esto debería ser una política de Estado que vincule a las jurisdicciones y que integre al conjunto del aparato productivo, no en sostenibilidad sino en la vida misma. Porque pareciera ser que a los empresarios les faltan incentivos para comportarse bien.
Las empresas son las de mayor envergadura y las más visibles. El desafío entonces es, cómo integrar al resto de la cadena de valor, cómo generar los incentivos para comportarse en forma amigable con el medio ambiente, para que cambien el enfoque de gestión, para que amplíen la mirada, y puedan recuperar los residuos o los distintos impactos para generar circularidad en sus procesos productivos.
También me parece que es clave, para la sostenibilidad y para el país, el pensar en el mediano y largo plazo. Por eso el enfoque debe ser nacional. Claramente hay que tener una mirada coherente hacia dónde hay que llevar la economía circular. Porque no puede haber un ministerio con una mirada sobre el tema y otro ministerio con una diferente.
¿Cuáles son las principales conclusiones de la publicación de Pacto Global?
En forma general podría decirse que la elaboración de ese Plan Nacional debería tener en cuenta no sólo promover la circularidad de la economía, sino que debería incluir la promoción e impacto en derechos humanos, el enfoque en género, como también facilidades crediticias para poder abordar proyectos ambiciosos.
El estudio recomienda incluir el largo plazo, incorporar financiamiento para proyectos de economía circular de largo plazo o algún estímulo tributario pensando sobre todo en las Pymes. También sugiere ver cómo se integra la cadena valor, por ejemplo, reduciendo impuestos a quienes utilicen materiales reciclados. Se recomienda un camino de dos vías: por el lado de los incentivos, o por la obligatoriedad exigiendo algún porcentaje de materiales reciclados en productos para volver a integrarlos.
También se sugiere promover la innovación a través de la vinculación técnica entre empresas y centros de formación, ya que muchas veces las empresas tienen entusiasmo en trabajar y de cambiar, pero el querer solo no genera el cambio. Hay que tener la suficiente madurez para saber que se necesita asesoramiento técnico. Y en este punto los centros de formación son clave. Ya que estamos hablando de cómo se integran economía o producción y conocimiento. Es por ello que en esencia la economía circular es I+D + gestión. Por último, se sugiere desarrollar algún tipo de sellos o certificación. Algo que avale y garantice el management circular. Que sean auditables, registrables. Es importante la mirada independiente.
También me parece oportuno que los centros de formación superior consideren el tema como atractivo. Que lo incorporen en sus curriculas o lo incluyan en sus líneas prioritarias de investigación para sus docentes. Que las tesis de maestría y doctorado puedan iluminar a las empresas para desarrollar procesos de circularidad. Es un punto interesante.
En el ámbito público, se debería poner foco en el sistema de compras públicas. El Estado, como comprador de gran cantidad de productos, podría incluir incentivos para producir con procesos que circularicen recursos/residuos. Así estaría alentando a minimizar el impacto ambiental en la producción. Porque los recursos del planeta son finitos y nos vamos quedando cada vez con menos.
Entiendo que la discusión no queda cerrada, muy por el contrario, este trabajo de investigación solo invita a continuar incorporando voces y sectores que promuevan la circularidad de los procesos productivos, en post de generar en el entramado productivo mayor competitividad, empleabilidad y un ambiente limpio.
El caso Eramine
Entre los casos seleccionados en la publicación “Integración de la Economía circular en la estrategia de sostenibilidad” se destaca el de la empresa Eramine Sudamérica S.A. Conversamos con su CEO, Carlos Daniel Chávez Díaz, para conocer de cerca las claves de su estrategia.
¿Cómo incorporan la economía circular en su estrategia?
La economía circular surgió como una iniciativa del área de Responsabilidad Social Corporativa a partir de dos premisas. Por un lado, la necesidad de reducir la cantidad de residuos que se generaban en Campamento y por otro lado, buscar una mejora en las prácticas que ya veníamos realizando para conseguir un abono orgánico alternativo que sea un aporte de materia orgánica de buena calidad.
Así fue que luego de diagnósticos y de relevamientos pertinentes, pudimos conocer en profundidad la gestión de los residuos en Sitio, conocer la disposición de las comunidades y vecinos aledaños para definir un trabajo articulado con el INTI y nuestros proveedores realizando capacitaciones en estas temáticas.
¿Cuál fue el diferencial por el cual han sido considerados una práctica destacada por Pacto Global?
Nuestra práctica es considerada como práctica destacada por Pacto Global porque:
- Logramos extender el proyecto y hacerlo propio de las comunidades y vecinos aledaños.
- Logramos involucrar distintos sectores y trabajar en forma articulada.
- Logramos sostener e involucrar la participación aún durante la pandemia, abriendo el acceso al uso de tecnología a personas que antes no tenían acceso.
- Participaron mujeres, jóvenes y pueblos indígenas.
- Se ponderó la conexión de la temática de economía circular con la Pachamama, tan arraigada en la cultura e idiosincrasia indígena, para que sea abrazada por todos los actores interesados.
- Se destinaron importantes recursos financieros para proyectos sustentables, con el objetivo de acompañar.
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