Por un lado, ha pactado con reguladores del Gobierno y propietarios de vehículos diesel un plan valorado en 13.800 millones de euros. Bajo este plan, la firma alemana provisionará algo más de 9.000 millones de euros para recompras y reparaciones, invertirá unos 1.800 millones en fondos de energía verde -destinados a desarrollar proyectos de vehículos eléctricos y energías limpias- y otros 2.400 millones por compensaciones por las emisiones de diesel, que en el caso estadounidense suma 475.000 vehículos. Los dueños recibirán una compensación de 5.100 dólares.

Además VW ha llegado a un acuerdo por otros 550 millones con casi todas las fiscalías estatales de Estados Unidos. Este segundo acuerdo se cierra con 44 estados, el distrito de Columbia y Puerto Rico.

El acuerdo podría suponer desembolsar una cantidad mayor de dinero si Volkswagen no ha reparado un 85% de los automóviles trucados antes de mediados del 2019. Los detalles precisos sobre los puntos de acuerdo entre la empresa alemana y los clientes y administraciones de Estados Unidos se conocerán este jueves. El Tribunal de San Francisco que supervisa el caso celebra una vista pública ese día.

Los propietarios de los casi 500.000 vehículos afectados en Estados Unidos, todos equipados con motores diésel de 2 litros, pueden decidir si quieren que la empresa automovilística les compre los automóviles o si se los quedan con la solución que los ingenieros de la empresa han desarrollado para que cumplan las leyes medioambientales del país. El objetivo es bajar los niveles de emisión de óxidos de nitrógeno hasta los límites marcados por las autoridades ambientales norteamericanas.

El problema al que se enfrentan los clientes de Volkswagen es que, casi con total seguridad, para evitar las emisiones se reducirá significativamente el rendimiento de los vehículos. Esto para muchos propietarios puede ser un compromiso inaceptable.