Las empresas deben invertir en descarbonización
Los países y las organizaciones debemos asegurar nuestro compromiso en materia de sostenibilidad planteando objetivos claros y continuos que contribuyan a lograr la descarbonización. Sin embargo, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), apenas 18 países han sostenido reducciones de gases de efecto invernadero (GEI) por más de diez años.
El estudio desarrollado por IPCC señaló que es posible limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales, pero para que este objetivo se logre el nivel actual de emisiones debe reducirse a la mitad dentro de esta década. Lo que sucederá sólo si todos - empresas, gobiernos y sociedad - nos responsabilizamos del rol que tenemos y entendemos los efectos que tienen nuestras acciones sobre el medio ambiente.
Nos enfrentamos a un escenario cambiante que puede definir el futuro de las próximas generaciones. Recientemente, un estudio realizado por la consultora Grupo de Opinión Pública (GOP), reveló que 8 de cada 10 argentinos ven con preocupación los problemas ambientales, siendo el 40,6% de los encuestados los que consideran que el cuidado del medio ambiente y los problemas ambientales en el país son “muy graves”, mientras que para el 40,9% resultan “bastante graves”. Ante esto las empresas necesitamos ser agentes de cambio, movilizándonos, y modificando lo que sea necesario para integrar la sostenibilidad como parte fundamental del negocio y así lograr un mejor futuro para todos.
Frente a esto, el primer desafío al que se enfrentan las organizaciones es elegir cuál será el primer paso, se debe definir cómo, dónde y cuánto invertir, qué se debe adaptar y qué cambios son los primeros que debemos llevar a cabo. Sin embargo, cuando nos enfocamos en frenar el cambio climático, no hay duda que la descarbonización es el primer paso. En este sentido, es fundamental que entiendan cómo se estructura el proceso de reducción gradual de las emisiones de gases de efecto invernadero y los niveles que se alcanzan en este camino, con especial atención a los conceptos de carbono neutro y cero neto.
Diferencias entre carbono neutral y cero neto
A primera vista, las definiciones de carbono neutral y cero neto suenan similares. A pesar de ello, los resultados para el medio ambiente y el nivel de liderazgo son bastante diferentes. Entonces, ¿cuál de estas opciones tiene más sentido? y, sobre todo, ¿cuál tiene mayor viabilidad para que una empresa invierta en primer lugar?
Las empresas que apuestan por el carbono neutral necesitan desarrollar proyectos efectivos para reducir sus emisiones de carbono y asegurar que las emisiones residuales, de procesos cuya optimización aún no es factible técnica y económicamente, sean compensadas mediante un volumen equivalente de remoción de estos gases de la atmósfera. Esto se conoce en el mercado como “compensaciones de carbono”, que se pueden realizar a través de la adquisición de créditos de carbono de soluciones basadas en la naturaleza, como la reforestación, o soluciones técnicas como la eliminación física de GEI.
Por otro lado, limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, como defiende el IPCC, por ejemplo, requeriría que los países se conviertan en cero neto para 2050. Esta transición significa que deberá haber una eliminación total de las emisiones de carbono en las organizaciones, ya sea directa o indirectamente, lo que involucra los gases generados por toda la cadena de valor, incluidos los proveedores y los clientes.
Por lo tanto, al comprender las principales diferencias entre carbono neutral y cero neto, se vuelve más claro para las empresas que los objetivos son excluyentes y que está al alcance para lograr a lo largo del tiempo. Esto ayuda a perder el miedo a invertir, priorizar la acción y romper la inercia necesaria para desencadenar el proceso de cambio. Después de todo, conocer su propio negocio y el lugar al que se puede llegar es parte fundamental de cualquier estrategia.
La descarbonización como punto clave en la sostenibilidad de las empresas
Aunque sean acciones cruciales para el buen funcionamiento de los negocios hoy día y, principalmente, para lograr un futuro más próspero, en Argentina aún es necesario avanzar en la reducción de emisiones.
Según una investigación de KPMG, que encuestó a empresas tecnológicas nacionales, los más de 1000 encuestados afirmaron que sus empresas tienen una estrategia o un plan para identificar, calificar e informar el riesgo climático para el negocio. Sin embargo, solo la mitad ha establecido un plan de descarbonización claramente definido hasta la fecha.
La descarbonización es un factor clave en cualquier plan de sostenibilidad. Para lograrlo es necesario entender cuáles son los puntos donde se debe mejorar, establecer objetivos ambiciosos aplicables a cada negocio, validar escenarios objetivos e indicadores clave que hagan una estrategia sólida y planificada en materia de sustentabilidad.
Además, se deben adoptar soluciones con un enfoque sostenible, que puedan gestionar el uso de los recursos naturales de la mejor manera posible. La combinación de la digitalización y las nuevas tecnologías existentes resultan un aliado para lograr agilizar todo el proceso. Por último, pero no menos importante, las empresas deben monitorear el avance y desarrollo de cada acción en curso, para poder corregir y comunicar con transparencia los resultados alcanzados y los desafíos que aún faltan superar. Por ello, para superar definitivamente el miedo a invertir en descarbonización las estrategias deben ser integrales y adaptadas al contexto de cada empresa.
La búsqueda de un mejor futuro, más limpio y sustentable nos interpela a todos los actores que formamos parte de la sociedad - gobernantes, empresas, ciudadanos - a proponernos ser parte de la solución y en el caso de las empresas el primer paso es la descarbonización.
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