“América Latina sigue dependiendo de los combustibles fósiles para generar ingresos”
Así lo indicó Sandra Guzmán -fundadora del GFLAC- con respecto a los principales desafíos que enfrenta la región. Además, adelantó que los principales temas a tratar en la COP26 serán financiamiento climático, mercado de carbono, y el balance entre mitigación y adaptación.
Periodista: Desiré Salvador
El Grupo de Financiamiento Climático para América Latina y el Caribe (GFLAC) es una iniciativa regional que reúne a organizaciones de la sociedad civil e instituciones académicas que trabajan para promover la transparencia, rendición de cuentas y la inclusión de criterios de derechos humanos, igualdad de género y sustentabilidad, para la construcción de una arquitectura financiera que luche de manera efectiva contra el cambio climático en la región y el mundo.
En esta oportunidad, a días de comenzar la COP26, dialogamos con Sandra Guzmán, fundadora de la iniciativa.
El sector financiero privado ha cobrado un rol protagónico en las últimas Conferencias, ¿cuál es su expectativa para este año?
Primero, debemos entender el momento que estamos viviendo: la pandemia generó un gran impacto en el desarrollo y en el avance del financiamiento climático y de las finanzas sostenibles. Estas últimas se refieren a todos los flujos de financiamiento que se destinarán al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en los que se incorpora el cambio climático.
Por lo tanto, en los últimos años se estaban desarrollando iniciativas que involucran al sector financiero en el cambio climático, en generar más y mejores inversiones hacia acciones de mitigación como mejorar en energías renovables, eficiencia energética, mejor transporte y al mismo tiempo generar más inversiones en adaptación, vinculadas con la reducción del riesgo y a los impactos negativos del cambio climático. En el contexto de la pandemia, observamos que este avance se encontró con una barrera, ya que los recursos se dirigieron al sector de la salud. Además, no tenían una perspectiva ambiental o una perspectiva de recuperación sostenible. Sin embargo, hay iniciativas en países como Chile o México, donde se están emitiendo estos bonos soberanos verdes. Entonces, el sector financiero sigue generando ciertos incentivos, pero hay un retraso en las finanzas públicas.
Así, el sector público en vez de invertir hacia una corriente más sostenible, regresó a actividades intensivas en carbono.
¿Cómo llegarán estos temas a la COP26?
El sector público está teniendo ciertas tendencias hacia la intensificación de carbono. En nuestro Índice de Finanzas Sostenibles, identificamos que los países de la región continúan con grandes inversiones en combustibles fósiles, como por ejemplo: Ecuador, Bolivia, México. Mientras que otros países están invirtiendo de manera sostenible, por ejemplo, Chile, que lleva emitiendo un bono verde desde hace cuatros años y es muy probable que presenten los resultados en la COP.
A nivel macro, varios países de América Latina son parte de la Coalición de Ministros de Finanzas, una coalición que el Banco Mundial está impulsando en varios países de la región y eso también lo estarán presentando en la COP.
A nivel estructural, las finanzas públicas siguen fuertemente carbonizadas, alineadas al combustible fósil, al extractivismo, por lo tanto, llegarán a la COP con un doble discurso: por un lado, que, si están avanzando, y por el otro apoyando la continuidad de los combustibles fósiles.
¿Cuál es el papel que puede jugar el sector financiero frente al cambio climático?
Hemos observado que el sector financiero juega uno de los roles más importante cuando hablamos de cambio climático, ya que el cambio climático es producto de inversiones que se hicieron en el pasado, que generaron grandes impactos en el ambiente, como las inversiones en combustibles fósiles, en actividades extractivas, deforestación, etc. Entonces, el comportamiento del sector financiero en los últimos años explica el cambio climático.
Para revertir eso, es importante redirigir las inversiones, sacarlas de estos sectores altamente contaminantes y llevarlas hacia sectores más sostenibles. Además, es necesario hacer inversiones compatibles, por ejemplo, en el Acuerdo de París, en su artículo 2 indica que todos los flujos de financiamiento deben ser compatibles con una trayectoria de desarrollo bajo en emisiones y resiliente al clima. Esto es lo que debe seguir el sector financiero: cómo transformar, integrar el cambio climático en mis operaciones y hacer mejores inversiones.
Otro punto destacado, que no se reconoce, es que el sector financiero también es vulnerable a los impactos del cambio climático, ya que si se hace una inversión en una actividad y esa actividad está bajo riesgo del cambio climático, se perderá el capital.
Así, el sector financiero tiene este doble rol, como responsable de la contaminación, pero también como un sector vulnerable en un contexto de cambio climático.
¿Cuáles son los desafíos para lograr una economía baja en carbono en América Latina?
Observamos tres problemas fundamentales: el primero, es que la región y los principales países emisores de la región siguen dependiendo de los combustibles fósiles para generar ingresos. Países como México, Ecuador, Bolivia deben generar ingresos que vienen de combustibles fósiles. Como dependen tanto de ese recurso, le resulta sumamente difícil hacer el cambio estructural.
La segunda barrera, es la planeación per se, hasta hace muy poco el cambio climático era visto como un tema ambiental; actualmente se reconoce que es un problema económico y social, pero no está internalizado en la práctica. Los países no están logrando plantear sus planes nacionales de desarrollo, sus planes sectoriales con esta perspectiva de cambio climático. En América Latina, muchos gobiernos tienen políticas de cambio climático, pero no han terminado de permearla al nivel de planeación más alto.
La tercera barrera, se asocia a la dependencia de los combustibles fósiles. Al no haber planeación, no tienen claridad en los planes que pondrán en marcha para contribuir con sus políticas climáticas, planes de implementación, no saben cuánto le cuestan las medidas. Así, muy pocos países tienen claridad en cómo implementar estas medidas.
Esas son las tres grandes barreras que enfrenta la región.
Más allá de los desafíos, ¿Observan interés en los países de la región para incorporar estos temas?
Hay países, como en el caso de Colombia, que avanzó en la narrativa y a nivel de la política pública, generó políticas de cambio climático y está involucrado, pero sigue teniendo esta paradoja, ya que es un país que depende de los recursos fósiles como la minería y el carbón. Aunque hay una evolución en la narrativa, estructuralmente está atada y no puede avanzar como quisiera.
Por lo tanto, hay avance, pero los retos se asocian a estos problemas estructurales, dependencia de los recursos de combustibles fósiles y de gas, petróleo, carbón, así como la minera, que juega un gran rol en la región.
¿Qué seguimiento realizarán de la COP26? ¿Qué temas serán los destacados?
En esta COP habrá diferentes temas, pero hemos trabajado en cómo generar una transformación en la narrativa del financiamiento. Será particularmente relevante por el contexto post pandemia, ya que hay incertidumbre sobre qué pasará con los compromisos financieros.
Por otro lado, los compromisos planteados no se han cumplido, hay una demanda muy fuerte para que los países desarrollados cumplan con esa meta de financiamiento climático, pero ya no se hablará de los 100.000 millones, sino hablar de una nueva meta. Hacia 2025, los países tienen que acordar una nueva meta de financiamiento y esa meta se va a empezar a discutir en esta COP.
El planteo inicial es cómo estimar la nueva meta, de donde se conseguirán esos datos y aquí es muy importante que haya información de cuánto es lo que se necesita. Esa información solo puede venir de los países de desarrollo, pero muy pocos saben cuánto cuesta la acción climática. Esto es un reto que se va a tener que afrontar y en esta COP será particularmente importante.
Otro tema asociado a financiamiento son los mercados de carbono y el artículo 6. Hay una premisa que todos los mecanismos del artículo 6 deberán contar con el financiamiento, particularmente para la adaptación y aquí hay un desacuerdo: hay países que no quieren que los mecanismos de mercado están atados, que sean proveedores del financiamiento para la adaptación; otros están 100% de acuerdo, pero aquí es que el financiamiento para la adaptación tiene que ser uno de los grandes elementos. Entonces, la pregunta es de dónde saldrá el dinero, si serán nuevos compromisos, cómo lograr este balance, no solo desde la cooperación bilateral sino también que los mecanismos financieros como es el Fondo Verde del Clima o el Fondo de Adaptación, sigan teniendo recursos para la adaptación.
Asimismo, otro punto clave es el balance entre mitigación y adaptación, lo seguimos muy de cerca en la conversación política pero también en la conversación técnica.
¿Hay posibilidad de presentar una posición unida como América Latina y el Caribe?
El problema fundamental en América Latina, a diferencia de otras regiones, es que la disparidad en temas económicos es abismal. Existen economías muy avanzadas y otras no. Hay grandes diferencias que hacen que la región esté fuertemente fragmentada.
A nivel de las negociaciones, hay tres grupos en los que participa América Latina. Por lo tanto, hay mucha fragmentación, pero sería idóneo que la región pudiera unirse para trabajar de manera armonizada. América Latina tiene una gran oportunidad de trabajar más con esta visión de cooperación sur-sur, de ayudarse mutuamente, intercambiar conocimiento en materia de mitigación y adaptación, pero al no haber coincidencia en términos económicos en términos políticos se vuelve una barrera estructural. Es un problema grande y no creo que tengamos una posición única.
Sandra Guzmán, licenciada en Relaciones Internaciones y especialista en Derecho Internacional Público, trabaja desde hace 16 años en cambio climático. En su camino, se interesó en conocer el rol de los acuerdos internacionales y de los gobiernos internacionales para tratar temas globales. En 2008 empezó a trabajar en financiamiento. Ese año fundó el Grupo de Financiamiento Climático para América Latina y el Caribe con el objetivo de instalar estos temas en América Latina, ya que había poca información. El GFLAC fue concebido como un think tank, donde realizan investigación para generar datos, conocer dónde está el dinero, qué países reciben más financiamiento internacional, cómo se han dado asignaciones presupuestales, que está haciendo cada país con sus recursos, en que invierte. También trabajan en capacity building con los gobiernos, les brindans elementos y herramientas para ayudarlos a construir proyectos. Colaboran con gobiernos, organizaciones y academia. En 2012 creció regionalmente y desde entonces trabajan en hacer metodologías y esquemas de trabajo.
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