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“La mayor oportunidad para la movilidad está en las iniciativas de transporte público basados en buses que contengan tecnologías limpias”

20.05.2020 | Movilidad Sostenible

Así lo afirma Néstor Roa, Jefe de la División de Transporte del BID, en esta entrevista para el Hub de Movilidad Sostenible, donde aborda los efectos del COVID-19 en el transporte urbano de América Latina y el Caribe. Además, nos brinda su visión sobre los efectos sociales que está teniendo la pandemia en el transporte en la región, y las perpectivas sobre la seguridad y la sustentabilidad que se avisoran luego de la crisis. También nos menciona las buenas prácticas a seguir.


¿Qué efectos está teniendo el COVID-19 en el transporte urbano en América Latina y el Caribe?

Podemos nombrar dos grandes impactos: Primero, destacamos que el transporte es un servicio de demanda derivada, es decir, depende de la demanda del resto de la economía para operar. Entonces si hay pasajeros, si las ciudades crecen, los movimientos crecen y también lo hace el transporte.

La situación actual impactó en todo el sistema, porque la demanda bajó. Así, en los primeros días del confinamiento hubo una caída de la demanda del 75% al 80%, dependiendo la ciudad. Por lo tanto, es un impacto muy grande y pasó lo mismo en el transporte de carga ya que las fábricas y los negocios pararon y ellos son los grandes generadores de carga.

En segundo lugar, está el impacto del reconocimiento, -por parte de la población y los gobiernos-, en la importancia del sistema de transporte, declarándolo esencial. En todas las ciudades se mantuvo el sistema, algunos los redujeron en acompañamiento de la economía y en otros, por norma se redujo el uso del sistema, pero asegurando, en las etapas primarias de la pandemia, que funcione para el personal esencial como médicos, enfermeras, la población clave para la pandemia. Podemos establecer esos dos efectos inmediatos.

¿Qué efectos sociales está teniendo con respecto a los sectores más vulnerables el impacto del COVID-19 en el transporte en la región?

En América Latina, la mayoría de la población depende del transporte público. El transporte privado, como automóvil particular o semi privado, como los taxis, son para las ciudadanos de altos ingresos. Por lo tanto, en este contexto, las personas más vulnerables se vieron directamente impactadas, porque la afectación del transporte público genera limitaciones en la movilidad.

Además, antes de la pandemia, ya existían dificultades en los sectores más vulnerables vinculadas a los servicios de transporte en términos de calidad y cantidad, entonces al reducirlos, los usuarios se ven más afectados.

Por otro lado, el sector de transporte público tiene más de dos millones de trabajo directos. Una parte formal pero una gran cantidad son empleos informales, por lo tanto, cuando la demanda se cae, inmediatamente afecta el ingreso de estos trabajadores. Asimismo, afecta a los trabajadores de los comercios y negocios.

¿Cree que el transporte público será más seguro y sustentable en América Latina luego de la crisis del Covid-19?

Es una oportunidad importante y un gran reto. Por un lado, antes de la pandemia el transporte público estaba sobrecargado. A nivel velocidad funcionaba bien, pero en términos de calidad debe mejorar, ya que las personas viajan amontonadas, aproximadamente 7 personas por metro cuadrado. En ese contexto, pocas personas dejan su auto particular para subirse al transporte público.

Con la pandemia estos sistemas están restringidos y en algunos casos no debe superar la capacidad del 30% o 35%. Al usarlo de esta manera, se puede experimentar un transporte público de calidad. Así, esto es una oportunidad importante para las personas que no utilizan el transporte público, que prefiere viajar en su auto, aunque lleguen más rápido en transporte público.

Aunque es una oportunidad es muy difícil desde el punto de vista financiero, ya que se está generando un gran problema económico, que las ciudades deben resolver en el futuro. Estimamos que los ingresos que se están dejando de percibir son de 12 millones de dólares por mes por millón de habitantes en una ciudad. Aunque el servicio sea menor el valor económico ya se perdió, y se está perdiendo cada día.

El desafío económico dificultará esas oportunidades. Al mismo tiempo, las personas querrán ir en su transporte individual por el temor de contagios.

A nivel ambiental, la reducción del transporte, equivale a cambiar 3 millones de buses de diésel a eléctricos, por lo que se dejó de contaminar.

En esta línea, es una oportunidad para impulsar proyectos de alto beneficio. La mayor oportunidad está en las iniciativas de transporte públicos basados en buses y que contengan tecnologías limpias como eléctrica.

¿Qué medidas están tomando desde el BID?

Desde el BID, se brinda un apoyo integral. Ha estado ayudando con insumos, inversiones hospitalarias. También ha hecho un importante trabajo para apoyar a los países.

En el sector transporte, estamos apoyando la generación de los protocolos de salubridad en los sistemas de obras públicas; principalmente en las carreteras, para que todos cumplan los máximos estándares de salud a medida que se vuelve al trabajo, para evitar futuros contagios.

En el sector del transporte público, estamos tratando de generar diálogo entre los países y las ciudades, para que puedan intercambiar las prácticas sobre lo que están haciendo, principalmente aquellas acciones exitosas o advertir en los casos que no fueron positivas.

Es un rol muy importante que cumple el Banco, porque la dificultad reside en que está situación no tiene precedentes. Entonces, la opción que tenemos es dialogar con los expertos en las ciudades que están trabajando el tema de manera más adelantada, como España o Italia, que están en una fase más avanzada en comparación con Latinoamérica.

En eso hemos estado trabajando las últimas semanas, creando espacios virtuales intercambios entre políticos, ministros, secretario de movilidad, gerente de transporte del sector público y privado. Es un trabajo muy importante además del apoyo financiero.

¿Qué ejemplos de buenas prácticas puede mencionar sobre cómo el transporte público ha contribuido a reducir el riesgo de contagio y garantizar la accesibilidad de la población a las actividades y servicios esenciales?

En general se han identificado como prácticas a seguir: espaciamiento y control de la demanda. El objetivo es mantener la ocupación de los autobuses baja, en el 30-35% como primera medida. No se deben generar aglomeraciones ni en las estaciones ni en los puntos de entrada, ni en los autobuses. Luego, el uso de mascarillas (barbijos), será una práctica que se instalará en los próximos meses. También la limpieza profunda de superficies de los vehículos y en las estaciones; el control de temperatura se está haciendo en varios sistemas y es importante continuar promoviendo la limpieza de manos, en este caso algunos transportes están promoviendo el uso de alcohol en gel.

Por lo tanto, esas son las prácticas que se han identificado. No sabemos cómo ha funcionado, porque las ciudades están comenzando y de manera reciente están iniciando las actividades.

También se deben acompañar con monitoreo y conexión y coordinación con las autoridades de la salud, porque no es un tema de transporte es un tema de salud.

En un artículo reciente menciona que el desafío pasa por sacar ventaja de la actual contingencia para innovar, crear mejores sistemas de transporte público, y mejorar la inclusión social ¿Qué nos puede decir al respecto?

Desde el lado operativo, la innovación se tiende a relacionar con la alta tecnología, pero también puede ser un proceso, como, por ejemplo, el acceso de las personas a las estaciones. Entonces, en este caso se debe buscar que este proceso sea más beneficioso para la salud. Así, se fuerza a las personas, a repensar el sistema. Al querer buscar soluciones que traten de arreglar otro problema, obliga a pensar diferente, por lo tanto, es una oportunidad para la innovación, repensar el sistema para que sea más amable con la salud.

Asimismo, hay espacios para la tecnología. Hoy existe un alto nivel de información en los sistemas de transporte que puede ser muy valiosa para los gobiernos y para las autoridades. Para poder controlar esta pandemia se requiere mucha información, se requiere que los operadores, las empresas de transporte, las autoridades locales tengan datos sobre cuántos pasajeros están entrando al sistema, o cuánta entrará en aquel posible foco de infección. Esto genera oportunidades interesantes porque al tener información del sistema, se pueden aplicar diferentes tecnologías como la inteligencia artificial para poder identificar patrones de viaje, y planificar mejoras en el sistema. Es una oportunidad para generar ese tipo de innovación, en procesos y en el uso de tecnologías nuevas de la información.

Por último, lo importante es ser optimista y buscar soluciones a los problemas para mejorar los sistemas. Eso es lo que estemos haciendo desde el BID, apoyando a las ciudades, potenciar las experiencias buenas para que las acciones que los gobiernos hacen sean más efectivas para superar esta crisis.

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