La equidad de género es un buen negocio

13.06.2011 | Tendencias

Género y negocios se apoya en un fenómeno contundente del siglo XXI: las mujeres se han convertido en protagonistas del mercado laboral de todo el mundo. América Latina refrenda esta afirmación con un 45% de empleadas femeninas en su fuerza formal de trabajo. Sin embargo, persisten los sesgos en función del género. Este libro propone un lúcido enfoque de la situación y deja en claro que la equidad de género es un buen negocio para todos: mujeres, hombres, familias y empresas. Esta publicación del BID, "Genero y Negocios. Casos exitosos en los Cuatro Continentes" realiza un interesante estudio comparativo y propone un práctico cuestionario de autoevalución para organizaciones que quieran profundizar el camino de la equidad.


 

La revisión del entorno del mercado laboral de las mujeres en las cuatro regiones muestra diferencias considerables, desde un entorno relativamente favorable en la Unión Europea, Estados Unidos y Australia, a uno lleno de desafíos en América Latina.
En las tres primeras áreas, factores tales como la decreciente oferta de mano de obra, la creciente demanda de una fuerza de trabajo instruida y las iniciativas de igualdad de oportunidades del gobierno han creado un contexto positivo para una introducción ampliada de las prácticas de equidad de género en el ámbito de trabajo. Esta tendencia se ve aun más influida por el reconocimiento del sector privado del poder económico y la posición de las mujeres en cuanto a la toma de decisiones y la percepción de ingresos. Por lo general, las empresas en el mundo desarrollado buscan contratar una fuerza de trabajo más variada que represente las necesidades y los intereses de sus clientelas.
En contraste con ello, en América Latina y el Caribe las mujeres todavía enfrentan muchos desafíos cuando se trata de la equidad en el ámbito de trabajo. Cerca de la mitad de las mujeres que trabajan están empleadas en el sector informal, en donde las condiciones de trabajo son precarias. Pero aun cuando estén empleadas en el sector formal, las mujeres representan tan sólo el 55% del ingreso promedio que perciben los hombres por el mismo tipo de empleo. Sin embargo, los casos presentados en el presente informe muestran una tendencia positiva en la región.
Las prácticas de responsabilidad social empresarial están siendo gradualmente introducidas en el sector privado a lo largo de toda América Latina y el Caribe. En un intento por estimular la motivación y la productividad de los empleados y de reducir las tasas de rotación, las empresas han comenzado a implementar políticas que equilibren la vida familiar y laboral, programas para el desarrollo personal de los empleados y prácticas de equidad de género. Más importante aún, las empresas en América Latina y el Caribe están preocupadas por su imagen pública y emplean grandes esfuerzos para ganarse el apoyo de los grupos de interés.
El logro de la equidad de género en el ambiente de trabajo no debe ser mirado simplemente como un “tema de mujeres”, sino como algo que compete a la sociedad en su conjunto. Los incentivos para introducir las prácticas de equidad son negocio, por cuanto aumentan el rendimiento y la productividad de los empleados. Pero también contienen un ingrediente político, en los grupos clave que abogan por el mejoramiento de la situación de la mujer, y un componente societario, ya que las empresas deben procurar obtener la certificación para cumplir con normas
sociales. Para cualquier empresa lograr la equidad de género es favorable para su buen nombre y su reputación profesional, y consecuentemente para su habilidad de competir y tener éxito.

La revisión del entorno del mercado laboral de las mujeres en las cuatro regiones muestra diferencias considerables, desde un entorno relativamente favorable en la Unión Europea, Estados Unidos y Australia, a uno lleno de desafíos en América Latina.

En las tres primeras áreas, factores tales como la decreciente oferta de mano de obra, la creciente demanda de una fuerza de trabajo instruida y las iniciativas de igualdad de oportunidades del gobierno han creado un contexto positivo para una introducción ampliada de las prácticas de equidad de género en el ámbito de trabajo. Esta tendencia se ve aun más influida por el reconocimiento del sector privado del poder económico y la posición de las mujeres en cuanto a la toma de decisiones y la percepción de ingresos. Por lo general, las empresas en el mundo desarrollado buscan contratar una fuerza de trabajo más variada que represente las necesidades y los intereses de sus clientelas.

En contraste con ello, en América Latina y el Caribe las mujeres todavía enfrentan muchos desafíos cuando se trata de la equidad en el ámbito de trabajo. Cerca de la mitad de las mujeres que trabajan están empleadas en el sector informal, en donde las condiciones de trabajo son precarias. Pero aun cuando estén empleadas en el sector formal, las mujeres representan tan sólo el 55% del ingreso promedio que perciben los hombres por el mismo tipo de empleo. Sin embargo, los casos presentados en el presente informe muestran una tendencia positiva en la región.

Las prácticas de responsabilidad social empresarial están siendo gradualmente introducidas en el sector privado a lo largo de toda América Latina y el Caribe. En un intento por estimular la motivación y la productividad de los empleados y de reducir las tasas de rotación, las empresas han comenzado a implementar políticas que equilibren la vida familiar y laboral, programas para el desarrollo personal de los empleados y prácticas de equidad de género.

Más importante aún, las empresas en América Latina y el Caribe están preocupadas por su imagen pública y emplean grandes esfuerzos para ganarse el apoyo de los grupos de interés.

El logro de la equidad de género en el ambiente de trabajo no debe ser mirado simplemente como un “tema de mujeres”, sino como algo que compete a la sociedad en su conjunto. Los incentivos para introducir las prácticas de equidad son negocio, por cuanto aumentan el rendimiento y la productividad de los empleados. Pero también contienen un ingrediente político, en los grupos clave que abogan por el mejoramiento de la situación de la mujer, y un componente societario, ya que las empresas deben procurar obtener la certificación para cumplir con normas sociales.

Para cualquier empresa lograr la equidad de género es favorable para su buen nombre y su reputación profesional, y consecuentemente para su habilidad de competir y tener éxito.