ONG alerta sobre los efectos de los químicos en el desarrollo infantil
La organización CHEM Trust presenta un informe que alerta sobre los impactos negativos de los productos químicos usados en objetos cotidianos que estarían perjudicando el desarrollo cerebral de los niños.
Los investigadores han demostrado que muchos miles de personas han estado expuestas a productos químicos actualmente prohibidos en gran medida como el plomo y los PCB a niveles suficientemente altos para haber dañado su función cerebral. Ahora hay una preocupación creciente por los impactos de los "nuevos" productos químicos en el desarrollo infantil.
Entre los productos químicos de preocupación figuran los retardadores de llama bromados (BFR), un grupo de productos químicos añadidos a los muebles, la electrónica y los materiales de construcción. Otros químicos peligrosos son los per y polifluorocarbonos (PFC), utilizados para recubrimientos antiadherentes o revestimientos transpirables en productos cotidianos.
El estudio también señala que los niños están constantemente expuestos a un cóctel de productos químicos, que pueden potenciar su efecto al actuar juntos, algo que todavía es ignorado por las leyes de seguridad química.
CHEM Trust propone una serie de políticas que podrían ayudar a resolver este desafío, por ejemplo, medidas regulatorias más rápidas sobre grupos de productos químicos similares y el desarrollo de nuevos métodos para identificar los productos químicos de interés. También incluyen consejos para los consumidores sobre cómo reducir su exposición.
A pesar de las lecciones del pasado, los reguladores continúan regulando solamente después de que el daño es causado, en lugar de actuar para proteger preventivamente. En junio de 2007 CHEM Trust escribió un informe sobre los efectos de los productos químicos en el desarrollo del cerebro en los niños. Casi 10 años después, CHEM Trust ha vuelto a publicar el informe que fue realizado por la profesora Barbara Demeneix (Laboratorio de Evolución del Reglamento Endocrino, CNRS, Paris) y el profesor Philippe Grandjean (Departamento de Medicina Ambiental, Universidad del sur de Dinamarca, Dinamarca y el Departamento de Salud Ambiental, Harvard T.H. Chan School of Public Health, Boston, EE.UU.).
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