¿Quién debe certificar la sustentabilidad del café?

13.03.2020 | Alimentos

Las certificaciones de sustentabilidad del café aumentaron la atención en aspectos ambientales y sociales, sin embargo para los productores no son siempre evidentes sus ventajas económicas. La Unión Europea, como principal comprador,  desarrolló sus propios sellos, pero la industria del café de America Latina y el Caribe quiere imponer sus estándares. 


America Latina y el Caribe es la mayor productora y exportadora de café del mundo, pero en ella varios millones de pequeños productores enfrentan una situación socioeconómica crítica, por causa de los bajos precios internacionales y la desigual distribución de las ganancias a lo largo de la cadena. Un 80% de la producción del grano de café (café verde) está en manos de pequeños productores, los que se enfrentan a una dramática tendencia a la baja de los precios internacionales.  A su vez, el mercado europeo es el mayor consumidor mundial de café, con un creciente aumento en sus exigencias respecto de la sostenibilidad de toda la cadena del café. La cooperación entre ambos actores es entonces clave. 

En este contexto, la CEPAL creó en 2014 la Red Latinoamericana y del Caribe de la huella ambiental del café, para incidir en la elaboración de un nuevo estándar europeo de sostenibilidad.

En las distintas actividades de la Red han participado representantes de entidades públicas y privadas de Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Perú y República Dominicana.

Solamente una proporción pequeña del precio final del café vendido en los países consumidores es captada por los países productores. Estos ingresos se dividen entre agricultores, exportadores y agencias gubernamentales involucradas en la producción y exportación del café verde. En la década de los 70, un 20% del precio minorista del café en los mercados consumidores se quedaba en los países productores, mientras que un 55% del valor era absorbido por los países importadores y el resto se distribuía entre los intermediarios. En la década de los 90, la participación de los productores se redujo al 13%  y en 2016, dicha participación alcanzó apenas el  10%.

Sin ninguna duda, la Unión Europea es el principal actor en el procesamiento del café y por lo mismo no solo ocupa el primer lugar en las importaciones de café verde, sino también en las exportaciones de café tostado. En 2017, los países de la Unión Europea realizaron 43% de las compras mundiales de café verde y 64% de las exportaciones de café tostado, según cálculos realizados a partir de información de Base de Datos Estadísticos de las Naciones Unidas sobre el Comercio de Productos Básicos (COMTRADE).

Mientas tanto, el consumo del café aumenta cada año. Se estima que cada segundo se consumen 255 kilogramos de café en el mundo para elaborar millones de bebidas. En los mercados más avanzados —que son también los de mayores precios—, los consumidores solicitan más información respecto del origen de los granos y las condiciones de sostenibilidad de su producción. Para cumplir con ese objetivo, hoy  existen 69 estándares distintos, algunos genéricos y otros especiales para el café. En este grupo se incluyen certificaciones, códigos de conducta, buenas prácticas, etiquetados especiales, y sellos, entre otros. Éstos intentan respaldar la sostenibilidad de la producción del café, la cual se ha convertido en un requerimiento de acceso a mercado.

EXPO IMPO

-Impacto ambiental de la producción del café 

Los mayores impactos ambientales globales se generan en los monocultivos a pleno sol y de tipo convencional, asociados también a mayores rendimientos. Grandes extensiones de la región han sido deforestadas para dedicarlas al cultivo del café, con el consecuente deterioro del suelo, pérdida de biodiversidad y emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En zonas de mayor altura, la expansión de la frontera agrícola y deforestación se extendió por montañas. A su vez, el uso de fertilizantes genera emisiones de GEI, contamina el agua y deteriora la calidad del suelo. En comparación con los cultivos a pleno sol, la producción bajo sombra tiene varias ventajas ambientales: los árboles mantienen mejor los suelos (humedad y fertilidad); la sombra modera los cambios abruptos de temperatura, lo que genera un microclima estable; se retiene mejor el agua para regular los caudales; se protege la biodiversidad para controlar naturalmente la expansión de posibles plagas o enfermedades; y las plantas de café tienen una mayor longevidad (IICA/CIATEJ, 2016).

En la etapa de beneficiado, uno de los mayores impactos es la contaminación del agua utilizada para despulpar, la que es generalmente devuelta a los ríos sin tratamiento. En esta etapa se han incorporado paulatinamente mejoras ambientales. 

Los cultivos de café colaboran con la captura de CO2 desde la atmósfera. Comparado a otros cultivos, las plantaciones de café tienen ventajas, ya que los cafetos son leñosos por lo que fijan y mantienen retenida una importante cantidad de carbono. A esto se agrega que los sistemas de siembra permiten una cobertura importante del suelo y que los sistemas de manejo del cultivo no usan quemas, ni exposición del suelo frecuentes. 

La planta del café es muy sensible a las variaciones de temperaturas y patrones de lluvias.A su vez, el cambio climático promueve la aparición de enfermedades y plagas en los cultivos de café. Una de las más conocidas es la roya, responsable de las mayores pérdidas de las cosechas en los últimos años. 

- Los estándares de sostenibilidad

El café es uno de los productos agrícolas con el mayor número de hectáreas certificadas por distintos estándares. La superficie certificada fluctuaba entre 25,8% y 45,3% en 2016. Debido a que hay productores que cuentan con más de una certificación y a que cada esquema informa sólo respecto de su cobertura, el número exacto de hectáreas no se conoce. Sin embargo, el área certificada a nivel mundial creció 78% entre 2011 y 2016 y se estima que 2,8 millones de hectáreas de café están certificadas, según datos aportados por  el Centro de Comercio Internacional (ITC). 

De los más de 70 estándares de sostenibilidad que hoy pueden aplicarse al café en todo el mundo, algunos son genéricos (como el orgánico) mientras que otros se desarrollaron solo para el café. Los aspectos ambientales más incorporados en estos estándares son: gestión de residuos (presente en 56 de los 69 estándares), gestión del agua  y manejo de suelos. Cabe destacar que estas referencias solo aluden a la presencia de los temas y no la forma en que se incorporan; es decir, no hay similitud en las buenas prácticas que fomenta o en los indicadores a partir de los que se evalúa la sostenibilidad. 

En términos de hectáreas certificadas, los principales estándares de certificación para el café son:

1) 4C Code,

2) Comercio Justo (Fairtrade) 

3) Rainforest Alliance (RA)-UTZ9 . 

"Gracias a las certificaciones internacionales, los productores de café aumentaron su atención en aspectos ambientales, bajo un marco organizado y vigilado. También colaboraron con la reducción del riesgo de contaminación por insecticidas y fertilizantes, la gestión de los recursos hídricos y la promoción de prácticas biológicas. No obstante, para los productores no son siempre evidentes las ventajas financieras de las certificaciones, en especial en forma de mayores precios”, explica Ximena Olmos Soto, Consultora de la División de Comercio Internacional e Integración de la CEPAL- "No siempre hay claridad o coincidencia respecto de los elementos ambientales que se incorporan en cada uno de ellos". 

Algunas transnacionales cuentan con sus propios estándares. Entre los más relevantes están los utilizados por Nestlé, Starbucks y Tchibo. Varias de estas empresas definen metas internas para la incorporación de granos que cumplan criterios de sostenibilidad. El mayor volumen de café certificado fue adquirido en 2017 por Nestlé (479 mil toneladas), representando el 55% de todas sus adquisiciones. El segundo mayor comprador de café sostenible fue Starbucks (287 mil toneladas), lo que representó un 99% del café que compró ese año. Por otro lado, Jacobs Douwe Egberts (JDE) —que se convirtió en el segundo tostador más grande tras la fusión de Mondeléz con D.E. Master Blenders—, realizó solo un 20% de sus compras de café certificado (142 mil toneladas). Tchibo adquirió un 36% de su café con estas características (65 mil toneladas)

“En la temporada 2016-2017, la popularidad de los estándares de sostenibilidad llevó a que el 55% del volumen del café verde producido estuviera certificado. Sin embargo, sólo el 20% de la producción total fue adquirido por la industria como café que cumple con los estándares. El resto fue comprado en las mismas condiciones de los cultivos convencionales. Esta brecha es aún mayor a lo que sucedió en la temporada 2013-2014, por lo que se ha llamado la atención sobre la paralización de las agendas de sostenibilidad de la gran industria procesadora”, informa CEPAL. 

La Comisión Europea propone usar la huella ambiental para cuantificar y comunicar el desempeño ambiental de productos y organizaciones en el mercado europeo. Para ello, se consideran los impactos de la materia prima utilizada, su transformación a través de diversos procesos, los empaques, los puntos de venta, su uso y disposición final. Se incluye también el transporte de los materiales necesarios al interior de cada etapa y entre ellas

Por su parte, Colombia, Costa Rica y México son parte de la iniciativa Sello Ambiental Americano. Se trata de un esfuerzo emergente en América Latina cuyo objetivo es contar con un estándar ambiental, basado en normas ISO, con evaluación de tercera parte y que sea válido y reconocido en un número significativo de países de la región. En octubre de 2018, los ministros de ambiente de la región apoyaron este proyecto y el primer producto en contar con este sello es el café de Costa Rica.

Dentro de las experiencias en torno a la sostenibilidad del café en un esquema público-privado, el caso de Costa Rica es relevante. Este país se ha puesto como meta ser carbono neutral y ha tomado al sector del café para el desarrollo de distintos programas orientados a fomentar una producción baja en carbono. Fue el primer país en el mundo en producir y comercializar cafés carbono neutral, cuenta con el primer etiquetado de carbono y el primer etiquetado ambiental para café. 

La Red Latinoamericana y del Caribe de la Huella Ambiental del Café se originó como respuesta al programa piloto europeo en 2014. La Red fue creada por la CEPAL y articuló a partes interesadas de los países productores y exportadores de café verde de la región. Inicialmente su objetivo fue participar, a través de la realización de comentarios, en el proceso de elaboración del PEFCR del café. Era importante para los productores de la región participar en este proceso, dado que la Unión Europea es el principal importador del café verde de América Latina y del Caribe.

Aún se requiere de trabajo para desarrollar las herramientas técnicas que permitan valorar de mejor manera el aporte de prácticas sostenibles a través de metodologías globales, compartidas por todos los eslabones y reconocidas por los consumidores. Metodologías sencillas basadas en la ciencia, que cuenten con credibilidad. Lo anterior requiere de una actitud más activa de los productores, especialmente en América Latina, para dejar de ser “tomadores de reglas” y transformarse en generadores de éstas”, concluye Olmos Soto, de CEPAL

 

Secado artesanal de café en establecimiento Doka, en Costa Rica. 

Archivo vid_20191129_122017.mp4

 


 

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