Además de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, Bélgica pretende contribuir a la lucha contra el cambio climático inculcando prácticas de consumo amigables con el medio ambiente entre su población. Y para modificar los hábitos de consumo de los belgas, el gobierno, en colaboración con la iniciativa privada y los sindicatos, ha puesto a circular los llamados “cheques verdes”, los cuales son una versión ecológica de los actuales bonos de compensación salarial.