En primer lugar, hemos detectado que la pérdida de los
ecosistemas y de la biodiversidad está estrechamente
interrelacionada con la pobreza. Hemos analizado quiénes
eran los benefi ciarios inmediatos de la mayor parte de los
servicios ofrecidos por los ecosistemas y la biodiversidad, y
mayoritariamente son los pobres. La agricultura, la ganadería
y la pesca de subsistencia y la silvicultura irregular son los
medios de subsistencia más afectados por esta pérdida,
y de ellos depende para vivir la mayoría de los pobres del
mundo. Este punto (véase el capítulo 3, “PIB de los pobres”)
todavía debe ser sometido a un análisis más exhaustivo,
que tenemos previsto realizar en la Fase II. Normalmente, las
pérdidas anuales de capital natural sólo restan unos pocos
puntos porcentuales, prácticamente insignifi cantes, del PIB. No
obstante, si reformulásemos estas cifras en términos humanos,
basándonos en el principio de equidad y en lo que sabemos de
hacia dónde van los benefi cios de la naturaleza, los argumentos
para reducir estas pérdidas cobrarían mucha más fuerza.
Este argumento no es otro que el derecho de los más pobres
del mundo a disponer de los medios de subsistencia que les
brinda la naturaleza, que constituyen la mitad o más de su
bienestar y que no pueden sustituir. Asimismo, creemos que la
mayoría de los Objetivos de Desarrollo del Milenio nunca podrán
alcanzarse si se pasa por alto este factor tan básico.
El segundo factor es de índole moral y se refi ere a los riesgos,
la incertidumbre y la tasa de descuento aplicada al futuro,
todos ellos temas que ya se señalaron en el Informe Stern.
En la mayoría de los estudios de valoración que examinamos,
se utilizan tasas de descuento de entre el 3 % y el 5 %, e
incluso superiores. No obstante, es necesario darse cuenta
de que, si aplicamos una tasa de descuento del 4 %, estamos
considerando que el mismo servicio natural del que nosotros
disfrutamos en estos momentos para nuestros nietos (50 años
más tarde) va a valer una séptima parte de lo que “vale” ahora,
un argumento difícil de defender desde un punto de vista moral.
En la segunda fase del proyecto, abordaremos este tema
aplicando una serie de tasas de descuento modestas, que
representen distintos puntos de vista morales.
Por último, y quizás lo más importante, estamos convencidos
de que todos los elementos de la economía de los ecosistemas
y la biodiversidad que hemos examinado y presentado aquí, y
que se examinarán en la segunda fase, deben estar orientados
fundamentalmente al usuario fi nal, sean éstos los políticos, la
administración local, las empresas o los ciudadanos.
En primer lugar, hemos detectado que la pérdida de losecosistemas y de la biodiversidad está estrechamenteinterrelacionada con la pobreza. Hemos analizado quiéneseran los benefi ciarios inmediatos de la mayor parte de losservicios ofrecidos por los ecosistemas y la biodiversidad, ymayoritariamente son los pobres. La agricultura, la ganaderíay la pesca de subsistencia y la silvicultura irregular son losmedios de subsistencia más afectados por esta pérdida,y de ellos depende para vivir la mayoría de los pobres delmundo. Este punto (véase el capítulo 3, “PIB de los pobres”)todavía debe ser sometido a un análisis más exhaustivo,que tenemos previsto realizar en la Fase II. Normalmente, laspérdidas anuales de capital natural sólo restan unos pocospuntos porcentuales, prácticamente insignifi cantes, del PIB. Noobstante, si reformulásemos estas cifras en términos humanos,basándonos en el principio de equidad y en lo que sabemos dehacia dónde van los benefi cios de la naturaleza, los argumentospara reducir estas pérdidas cobrarían mucha más fuerza.Este argumento no es otro que el derecho de los más pobresdel mundo a disponer de los medios de subsistencia que lesbrinda la naturaleza, que constituyen la mitad o más de subienestar y que no pueden sustituir. Asimismo, creemos que lamayoría de los Objetivos de Desarrollo del Milenio nunca podránalcanzarse si se pasa por alto este factor tan básico.El segundo factor es de índole moral y se refi ere a los riesgos,la incertidumbre y la tasa de descuento aplicada al futuro,todos ellos temas que ya se señalaron en el Informe Stern.En la mayoría de los estudios de valoración que examinamos,se utilizan tasas de descuento de entre el 3 % y el 5 %, eincluso superiores. No obstante, es necesario darse cuentade que, si aplicamos una tasa de descuento del 4 %, estamosconsiderando que el mismo servicio natural del que nosotrosdisfrutamos en estos momentos para nuestros nietos (50 añosmás tarde) va a valer una séptima parte de lo que “vale” ahora,un argumento difícil de defender desde un punto de vista moral.En la segunda fase del proyecto, abordaremos este temaaplicando una serie de tasas de descuento modestas, querepresenten distintos puntos de vista morales.Por último, y quizás lo más importante, estamos convencidosde que todos los elementos de la economía de los ecosistemasy la biodiversidad que hemos examinado y presentado aquí, yque se examinarán en la segunda fase, deben estar orientadosfundamentalmente al usuario fi nal, sean éstos los políticos, laadministración local, las empresas o los ciudadanos.