No se cumple el cupo femenino en los cargos directivos
Más de cuatro años después de sancionada la ley de cupo femenino en los sindicatos, el gremialismo argentino está en falta con sus mujeres. Si bien tres de cada diez cargos en las conducciones de los gremios deberían estar reservados a mujeres, en los hechos son muchas menos las que ocupan esos puestos. Y la situación es más despareja todavía si se toman en cuenta las paritarias, donde la presencia de mujeres es casi una rareza.
Con muy pocas estadísticas disponibles, en los ámbitos consultados hubo coincidencias en que el cupo femenino todavía es una deuda pendiente. La ley 25.674, sancionada en noviembre del 2002 y promulgada cuatro meses más tarde, establece que "la representación femenina en los cargos electivos y representativos de las asociaciones sindicales será de un mínimo del 30%, cuando el número de mujeres alcance o supere ese porcentual sobre el total de los trabajadores". En caso de que las trabajadoras no lleguen al 30% de afiliados, la norma prevé que "el cupo para cubrir la participación femenina en las listas de candidatos y su representación en los cargos electivos y representativos de la asociación sindical, será proporcional a esa cantidad".
Pero la realidad indica otra cosa. Hasta el año pasado, sobre más de 28.000 dirigentes sindicales de base registrados en la Argentina, había 22.372 hombres (78%) y apenas 6.285 mujeres (22%). El dato fue confirmado por Olga de Hammar, encargada de la Comisión Tripartita de Igualdad de Trato y Oportunidades entre Varones y Mujeres en el Mundo Laboral (CTIO), una repartición que funciona en el Ministerio de Trabajo y que cuenta con la participación de funcionarios y de representantes sindicales y empresarios.
"Las mujeres no han tenido formación sindical. Masivamente han arribado al mundo del trabajo tras la crisis del 2002, y en condiciones realmente desfavorables trabajaron sin formación suficiente. Esto hizo que las compañeras estuvieran en condiciones mucho más precarias, indefensas en situaciones de riesgo. Las mujeres mayoritaria-mente son el sector menos legalizado", diagnosticó Amar.
Según la especialista, más de la mitad de los trabajadores informales son mujeres, con más incidencia en el trabajo doméstico y en el rural, un factor que conspira, además de la obtención de los beneficios de la seguridad social, con la sindicalización. Sin embargo, sostuvo que "en los últimos años se ha producido una mayor afiliación de las mujeres a los gremios", y en esa línea consideró "fundamental la ley de cupo femenino".
Tras admitir que no se cuenta con datos actualizados, Hammar destacó que la creciente participación de las mujeres en las negociaciones sindicales aporta "una mirada que permite introducir en las discusiones temas propios del sector", como la familia, el embarazo, el parto y la crianza.
PARITARIAS SIN ROUGE. La ausencia del toque femenino en los sindicatos se nota especialmente en las negociaciones colectivas de trabajo. En las arduas discusiones con los representantes de los empresarios, son pocas las mujeres que participan.
"El cupo femenino en las paritarias no se cumple. Raramente hay mujeres paritarias, y eso debería ser razón de impugnación. El Ministerio de Trabajo que debería fiscalizar esto no lo hace", sentenció Alejandra Angriman, secretaria de Igualdad de Género y Oportunidades de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). La dirigente, que sí actúa como negociadora en el convenio de su gremio, el de Agentes de Propaganda Médica (AAPM), comentó que al inicio de cualquier negociación los funcionarios de la cartera laboral preguntan por la presencia de representantes femeninas, pero que por lo general "se comenta casi como un chiste".
Angriman se quejó de que en Trabajo "se oficializan listas sin cupo, tanto en las elecciones de los gremios como en las paritarias", aunque reconoció que en los últimos años "se ha avanzado un poco".
"La comisión tripartita es la que debería efectivamente cumplir con el rol de velar para que se cumpla con el cupo, y hoy no está resultando efectiva. Estamos muy por debajo del 30% mínimo que indica el cupo. Aunque también hay que señalar que no hay números ni estadísticas sobre el tema", añadió la dirigente de la CTA, una de las primeras organizaciones que en la Argentina promovió una mayor participación de las mujeres.
LOS ANTECEDENTES. La ley 25.674 fue uno de los principales logros durante la gestión como ministra de Trabajo de Graciela Camaño, en el gobierno de Eduardo Duhalde. Hasta el marido de la entonces funcionada, el polémico sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo, se mostraba incómodo cuando se lo consultaba sobre el tema.
La norma aprobada fue la síntesis de un proyecto de ley previamente presentado por la propia Camaño, como diputada nacional, con otro de la radical Margarita Stolbizer. Aunque la iniciativa tenía consenso entre los bloques partidarios del Congreso, encontró resistencia en los principales referentes de la CGT, acostumbrados a un manejo monopólicamente masculino de las decisiones.
Incluso no participaron de los debates promovidos por el Congreso quienes en aquel momento eran los principales referentes sindicales: Rodolfo Daer, por la CGT oficial, y Hugo Moyano, entonces al frente de la denominada "CGT disidente".
La CTA, en cambio, ya contaba con un cupo del 20% para las mujeres, desde 1991, y sólo debió modificar su estatuto para ampliarlo y acomodarlo a lo que establecía la ley nacional.
Hasta la sanción de la normativa, el protagonismo de las mujeres se reducía a unos pocos casos, como las ex titulares del principal gremio docente (CTERA) Mary Sánchez y Martha Maffei, la ex azafata y actual embajadora argentina en Venezuela, Alicia Castro, y la jefa del gremio de modelos, Noé Ruiz.
Por su parte, la número dos del Sindicato del Seguro, Elena Palmucci, fue la primera mujer en ocupar una vocalía en la conducción de la CGT.
De hecho, Noé Ruiz ocupa en la actualidad la Secretaría de Igualdad de Oportunidad y Género en el consejo directivo de la central obrera mayoritaria, donde comparte la mesa con María Colacino (de Viajantes, a cargo de la Secretaría Administrativa), Lidia Juárez (textil, en el área de Capacitación Profesional) y Patricia Martire (del gremio de espectáculos deportivos), en la Secretaría de Estadísticas y Defensa del Consumidor.
La CTA, en tanto, cuenta en su mesa nacional con mujeres como Alejandra Angriman, la docente Estela Maldonado, Belén Rodríguez (juventud), Elena Reynaga (meretrices) y Lidia Meza (jubilados), entre otras. Uno de los gremios pioneros en la participación femenina fue la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), que en 1984 creó la Secretaría de la Mujer.
Un año antes de la sanción de la ley 25.674, en el 2001, el gremio estatal modificó su estatuto para incluir en su estructura la Secretaría de Igualdad de Oportunidades y de Trato, con tres subsecretarías: la de la Mujer, la de Discapacidad y la de Trabajadores Pasivos.
KarinaTrivisonno, encargada de la secretaría, explicó que ya entonces "el promedio general de representación de la mujer en los cuerpos de delegados y delegadas era del 30 por ciento".
"Fuimos pioneras en la investigación del acoso sexual en el ámbito laboral y en la promoción y elaboración de una normativa a nivel nacional que defina y tienda a la erradicación de la violencia laboral. Desplegamos esta iniciativa juntamente con los Poderes Legislativos provinciales y el Senado de la Nación", agregó la dirigente.
Trivisonno se ocupó de aclarar que en la firma del último convenio colectivo de trabajo para el sector público nacional, con el Estado, el gremio logró incorporar "cláusulas de avanzada", entre las que mencionó: definición, prohibición y sanción de la violencia laboral; inclusión de los factores psicosociales como factores de riesgo en el ámbito de trabajo; elaboración de perfiles con expresa manifestación de las aptitudes y habilidades psico-motoras requeridas, entre otras.
Sin embargo, más allá de casos puntuales, es extendida la noción de que el sindicalismo todavía es un tema de los hombres, y llevará seguramente años revertir la tendencia.
(Informe de INFOBAE)