A pesar de que actualmente la gran mayoría de los vehículos empleados en procesos logísticos tienen motores de combustión interna, es decir, generar energía mecánica al quemar un combustible líquido (gasolina, diésel o biocombustible) o gaseoso (gas natural comprimido), países de América, Europa y Asia han comenzado a migrar al transporte eficiente en zonas urbanas.