¿Le atormenta que con sus inversiones esté contribuyendo a financiar la explotación infantil, la discriminación sexual y racial o prácticas que dañan el medioambiente? Es casi imposible que un inversor pueda estar al tanto de todas las actividades que desarrolla una empresa. Por poner un ejemplo, una compañía puede ser muy conocida en Europa por el desarrollo de energía eólica, pero se desconoce si sus plantas de ensamblado de molinos radicadas en el Tercer Mundo son tan respetuosas con el medioambiente o los derechos humanos. ¿Se puede, entonces, ganar dinero sin tener que renunciar a los principios? Existe una respuesta. La hay: los fondos éticos o de Inversión Socialmente Responsable (ISR).