Informe sobre el perfil del defraudador en la empresa

04.12.2013 | Investigaciones

Según el reciente informe de KPMG sobre el perfil del defraudador en la empresa, el defraudador típico ocupa un puesto directivo y lleva más de 6 años trabajando en la empresa. A su vez, el creciente uso de la tecnología y proliferación de datos está favoreciendo una nueva generación de defraudadores con mayor acceso a la información; y en el 54% de los casos, la debilidad de controles internos en las compañías favoreció la comisión de fraudes. También se destaca que en el 61% de los casos de fraude son cometidos por los propios empleados y, en su mayoría, con ayuda de cómplices.


Según el informe “Perfiles de un defraudador” de KPMG, en el 61% de los casos, los defraudadores trabajan para la organización afectada y en el 70% de los fraudes han actuado en connivencia con otras personas. El estudio, realizado a partir del análisis de un total de 596 defraudadores implicados en actos cometidos en 78 países, revela que el 42% de los defraudadores ya que llevaban trabajando en la organización más de seis años.

“Los especialistas en fraudes llevan mucho tiempo debatiendo sobre si es posible desarrollar un perfil del defraudador que sea lo suficientemente preciso como para permitir a las organizaciones detectar a los autores durante la comisión del fraude o, incluso, con anterioridad al mismo”, señala Pablo Bernad, socio responsable del área de Forensic de KPMG en España. “Un análisis continuo de la naturaleza del fraude, que a su vez está en constante cambio, y del defraudador puede ayudar a las organizaciones a reforzar sus defensas contra estas actividades delictivas. Por ello, más vale prevenir que curar”, añade Pablo.

Características del perfil “típico” del defraudador:

- El 70% de los defraudadores tiene una edad comprendida entre los 36 y 55 años.

- Se trata de un empleado que trabaja en el área de finanzas, operaciones o ventas/marketing.

- Ocupa un puesto directivo o de gestión en el 29% y 25% de los casos, respectivamente.

- Su antigüedad en la organización es de más de 6 años.

- Es un defraudador ocasional: es decir, no reincidente. Se trata de un empleado de confianza, con un cargo de responsabilidad, y cuya supuesta conducta fraudulenta sorprendería a los demás. Los defraudadores recién contratados en una organización y que de forma incipiente comienzan a elaborar un plan de acción, son menos comunes.

- No actúa en solitario: en los casos en los que los defraudadores actuaron con cómplices, el 74% de los delitos fueron cometidos a lo largo de entre uno y cinco años.

- No sienten necesidad de someterse a las reglas: una tercera parte de los defraudadores (36%) señala la sensación de superioridad como motivo para justificar su fraude. Es posible que se deba al hecho de que el 29% de los fraudes fueron cometidos por directivos, el cargo más frecuente en relación con la comisión de estos actos.

Según los casos analizados en el informe, la razón mayoritaria para cometer un fraude es económica. Del total de 1.082 motivaciones mencionadas en el análsis, 614 tienen que ver con la avaricia, el beneficio económico y las dificultades económicas, mientras que otras 114 estaban relacionadas con el cumplimiento de objetivos de negocio. El único motivo no financiero con una frecuencia similar es la simple voluntad de hacerlo (o “porque puedo”) con 106 casos.

En cuanto a los delitos más comunes, en el 56% de los casos el fraude más frecuente es la apropiación indebida de activos, donde la malversación representa el 40% y el fraude en las compras el 27%. El segundo fraude más habitual es la obtención de ingresos de activos mediante actividades fraudulentas o ilegales (24%).

Respecto a la cuantía de los mismos, en el 43% de los casos en los que el defraudador no actuaba solo, el impacto económico para las víctimas excedió la cifra de 500.000 dólares; en el 18% supuso una cuantía total de entre 50.000 y 200.000 dólares y en el 16% de los fraudes analizados alcanzó la suma de los 5.000.000 dólares, cifra superior a la registrada en los casos en los que el defraudador actuó en solitario.

Respuesta del defraudador al rápido cambio del mundo empresarial

El informe de KPMG revela que el comportamiento del defraudador no es predecible ya que varía continuamente. Los tres factores tipificados que incitan al fraude: motivación, oportunidad y racionalización. Las organizaciones tienen que entender el comportamiento en constante cambio del defraudador para mitigar el riesgo de fraude y responder rápidamente a potenciales delitos.

“Lo desconcertante de los fraudes es que siempre están mutando, como el virus de la gripe. Puedes curar la enfermedad, pero el próximo año puede evolucionar a algo igual de dañino, o incluso peor”, afirma Ángel Requena, socio del Área de Forensic de KPMG en España.


Un cambio destacado es el creciente uso de tecnología por parte de los defraudadores, y no sólo en países tecnológicamente avanzados. Constituye una preocupación para todas las empresas el hecho de estar a punto de encontrarnos con una nueva generación de defraudadores capacitada para usar más tecnología y con acceso a mucha más información que las generaciones anteriores. Todo ello indica el inicio de una nueva era para el fraude y las actividades ilegales.

“Las empresas no pueden quedarse de brazos cruzados y esperar a que los controles implementados en el pasado detengan al defraudador de hoy o de mañana", prosigue Ángel Requena. “La tecnología no sólo facilita las acciones del defraudador sino que también favorece la creación de barreras de defensa en las organizaciones. Enfoques más innovadores como los análisis y la gestión de datos, proporcionan a las empresas una oportunidad de valor para atrapar al defraudador", continúa el socio.

Según el estudio, el 54% de los casos de fraude fue motivado por la debilidad de los controles internos en las compañías. Esto indica que, si muchas organizaciones endurecieran los sistemas de control y supervisión de los empleados, la oportunidad de cometer un fraude se reduciría visiblemente. Es muy frecuente que las organizaciones pasen por alto la prevención del fraude mediante la implantación de los controles adecuados y aprendan de sus errores cuando ya es demasiado tarde.

Sin embargo, unos controles internos sólidos no impedirán todos los fraudes. Según el informe, el 20% de los defraudadores cometieron el delito de forma temeraria, saltándose todos los controles. En el 11% de los casos, actuaron en connivencia con otras personas para eludir los controles, por lo que, en ambos casos, el defraudador puede ser una persona que conoce los controles y sabe cómo manipularlos, o que encuentra un fallo en los mismos por accidente y se aprovecha de ello.

Cultura de corrupción

La cultura influye en gran medida en nuestras acciones y determina lo que se considera una conducta ética y correcta. Por lo tanto, es interesante destacar las principales diferencias regionales en las conclusiones del estudio.

- A escala global, en uno de cada tres fraudes (33%) estuvieron presentes elementos de soborno y corrupción. Este porcentaje varía en Estados Unidos (24%), China (48%), los países miembros de la CEI (64%) y África Occidental (67%).

- Los defraudadores de Canadá, más que en otros países, intentan evitar los riesgos de tener un cómplice.

- El 50% de los casos investigados en Estados Unidos se produjeron en un entorno muy regulado, al igual que en China ( 50%), el 33% en la CEI y ningún caso en África Occidental.

- En el Reino Unido, Canadá, República Checa e India se registraron más casos de fraude cometido por empleados que llevaban trabajando para la organización afectada de uno a cuatro años que en Sudáfrica y Alemania.

“En última instancia, el defraudador del futuro dependerá de las oportunidades que se le presenten”, señala Ángel Requena. “Hace dos décadas, sacar dinero de manera ilícita de un banco solía llevarse a cabo con una banda bien organizada que a veces recurría a la violencia o falsificaba firmas para lograr sus propósitos. Las oportunidades de robar en un banco se han transformado con Internet, los dispositivos inteligentes y la capacidad de analizar enormes cantidades de datos. Las empresas deben anticiparse para ver si un cambio en la economía o en el entorno afecta sus posibilidades de riesgo de fraude”, concluye el portavoz.

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